Salud Pública y Asistencia Social de la Nación
Enviado por Soooofia • 18 de Marzo de 2013 • 8.029 Palabras (33 Páginas) • 555 Visitas
Se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires, con medalla de oro, en 1929. Se especializa en neurocirujía, destacándose desde muy joven, pero abandona un futuro promisorio y acepta ser el primer ministro de Salud Pública de la Nación, en 1946. Construye 234 hospitales, hace desaparecer el paludismo y logra que la esperanza de vida crezca durante su gestión -de ocho años- de 61,7 a 66,5 años. Muere muy joven -en la soledad del exilio, en Brasil- a la edad de 50 años.
Carrillo Ramón
Este hombre nacido en Santiago del Estero, ciudad pequeña por aquel entonces, llegó por las circunstancias de la vida y de la historia a convertirse en el primer Ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina, sino en quien el tiempo reconocería como mentor y ejecutor del Plan Sanitario mejor diseñado y ejecutado en el país.
Nació un 7 de marzo de 1906.
Luego de cursar estudios primarios y secundarios en su cuidad natal, guiado y alentado por su vocación, parte rumbo a Buenos Aires para iniciar la Carrera de Medicina.
Cursa esta carrera de manera brillante y obtiene, al recibirse en 1929, la Medalla de Oro al mejor alumno de su promoción.
Desde estudiante se inclina hacia le neurología y la neurocirugía, colaborando con el Dr. Manuel Balado, eminente neurocirujano de la época, con quien realiza sus primeros trabajos científicos. Ya recibido abraza definitivamente estas especialidades y obtiene una beca universitaria para perfeccionarse en Europa, donde trabaja e investiga junto a los más destacados especialistas del mundo, entre ellos Cornelius Ariens Kappers.
Regresa a Buenos Aires durante la llamada “Década Infame”. Por esos años, adhiere a la corriente de pensamiento nacional que toma auge.
Complementa su educación científica con ideas políticas y formación cultural. Se vincula con hombres como Homero Manzi –poeta- claro representante de nuestra cultura y de las nuevas ideas, también se relaciona con la escuela neurobiológica argentina, activa en el Hospicio de la Mercedes y en el Hospital de Alienadas, luego Hospitales Borda y Moyano.
Durante esos años, Carrillo se dedica a la investigación y a la docencia, hasta que en 1939 se hace cargo del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central.
Este cargo le permite conocer con mayor profundidad la realidad sanitaria del país.
Toma contacto con las historias clínicas de los aspirantes al servicio militar, procedentes de toda la Argentina, y puede comprobar la prevalencia de enfermedades vinculadas con la pobreza, sobre todo en los aspirantes de las provincias más postergadas.
Lleva a cabo estudios estadísticos que determinan que el país sólo contaba con el 45% de las camas necesarias, además distribuidas de manera desigual, con regiones que contaban con 0,00% de camas por mil habitantes.
Confirmó de esta manera sus recuerdos e imágenes de provincia, que mostraban el estado de postergación en que se encontraba gran parte del interior argentino.
En 1942, con sólo 36 años, gana por concurso la titularidad de la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires.
Brillante era su carrera en el mundo científico y académico.
Sin embargo, los sucesos históricos harían cambiar radicalmente el destino de su vida y de sus pasiones.
Son precisamente estos hechos los que harían que la figura de Ramón Carrillo tome dimensiones trascendentes.
Grandes cambios se producen en el país.
En 1943 es derrocado el régimen del presidente Castillo y asume un gobierno militar. En este contexto conoce en el Hospital Militar al entonces Coronel Juan Domingo Perón, con quien mantiene largas conversaciones.
Y es precisamente dicho Coronel quien convence al Dr. Carrillo de colaborar en la planificación de la política sanitaria de ese gobierno.
Más tarde, Perón llegaría a la presidencia de la Nación, por vía democrática, y confirmaría al Doctor Carrillo al frente de la Secretaría de Salud Pública, que posteriormente se transformaría en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación.
Al frente de esa cartera, la obra del Doctor Ramón Carrillo será prolífica.
Llevó a cabo acciones que no tienen parangón hasta nuestros días.
Esta verdadera “revolución sanitaria”, diseñada y llevada adelante por el propio Carrillo, aumentó el número de camas existentes en el país. De 66.300 en 1946 hasta 132.000 en 1954, cuando se retira de su función.
La política sanitaria de Carrillo erradicó, en sólo dos años, enfermedades endémicas como el paludismo, con campañas sumamente agresivas.
Hizo desaparecer prácticamente la sífilis y las enfermedades venéreas. Disminuyó el índice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000.
Terminó con epidemias como el tifus y la brucelosis. Redujo drásticamente el índice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil.
Todo esto, dando prioritaria importancia al desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, a conceptos como la “centralización normativa y descentralización ejecutiva”. Esta nada tiene que ver con la descentralización que se realizó en los últimos años (la referencia tiene que ver con los años 90, durante la administración ejecutiva del Presidente Carlos Menem) a nivel hospitalario en nuestro país, que sólo responde a fines meramente económicos impuestos por los mercados.
Esta es una breve síntesis de los hechos más importantes que Ramón Carrillo generó desde el Ministerio que dirigía, extraídas de La Gazeta Federal, que autoriza su reproducción.
Dicha publicación consigna, asimismo, que importa el legado dejado por el propio doctor Ramón Carrillo. Refiere algunas de sus ideas, principios y fundamentos que acompañaron su accionar.
“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría”.
“Sólo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo”.
Sin duda, estas fueron algunas de las frases que pintan de cuerpo entero a este hombre capaz de abandonar su admirable carrera científica, reconocida a nivel internacional, para entregarse de lleno a las necesidades concretas de una gran proporción de la población.
Este hombre originalmente formado en el pensamiento científico individualista y biologicista renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar su carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social, lugar desde donde podía realizar y
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