Salvador Allende
Enviado por holaoueyqhw • 20 de Noviembre de 2014 • Informe • 1.593 Palabras (7 Páginas) • 236 Visitas
Salvador Allende fue un ser político a cabalidad; un hombre que dio brillo al poder, que exigió poder para sí, que acentuó las expectativas concernientes al poder y que adquirió pericia en las destrezas del poder. Si la política no hubiera existido, solía decir, “habría sido el creador de la política”. Reconocía su irrefrenable deseo de poder con notable y, a veces, pasmosa franqueza. Para Allende, el reconocimiento de la ambición de poder era la obligación primaria y el rasgo más valioso de un político.
ALLENDE y su madre, Laura Gossens Uribe, fallecida en 1964. Ella tuvo gran presencia en la vida de Salvador Allende.
“En él -decía Régis Debray- la voluntad de poder vibraba con más fuerza que las ideas”. La búsqueda de poder, entre otras fuerzas determinantes, influyó en su personalidad y estilo, en sus ideales y objetivos; y fue parte de una aspiración estrictamente humana vinculada con “la necesidad de ser hombre integral” y de conducir a otros a esa misma calidad de ser. La búsqueda del poder suele ser justificada por los individuos que experimentan esta urgencia de múltiples maneras. Para Allende, se asoció a la necesidad de cumplir a cabalidad con su designio humano y favorecer el cumplimiento del designio de otros. En este sentido, el anhelo persistente de búsqueda del poder individual no fue un fin en sí -ni se convirtió en la razón última de su vida- sino que se constituyó en un medio para favorecer el ingreso de otros -el pueblo- a un poder social desigualmente repartido, en Latinoamérica y Chile. Con ello pretendió favorecer el propio tránsito de las masas hacia la calidad de seres integrales, de manera que pudieran acceder a todos los bienes materiales y simbólicos disponibles en la sociedad.
La búsqueda del poder fue uno de los impulsos más definidos en la vida de Allende, en particular reconocible durante los años de madurez, entre 1952 y 1970, marcados por cuatro campañas senatoriales y cuatro presidenciales. Durante todo este período, Allende el personaje privado y Allende el médico se sintetizaron y cedieron paso al Allende político. Su vida, a lo largo de estos años, debe ser analizada, principalmente, en el contexto de su política y la construcción de su liderazgo, acentuando dos aspectos de su vida pública: el proceso de adaptación personal a campañas sucesivas, marcadas por el éxito, pero también por el fracaso; y el proceso de adaptación de sus opiniones y prácticas políticas a los cambios de la época, con miras a la consolidación de su preeminencia pública y a la construcción de su ascendiente sobre la Izquierda chilena.
La aspiración de Allende de superar a sus pares fue un impulso permanente a lo largo de toda su vida, tal como lo expresa su registro histórico como diputado, presidente del Colegio Médico, subsecretario general y secretario general del Partido Socialista de Chile, senador, vicepresidente y presidente del Senado.
ALLENDE a los cuatro años y medio. Con el traje de marinero que le compró la Mama Rosa.
Quienes lo conocieron concuerdan en que poseía una gran ambición, aunque la mayoría deja en claro que no se trataba de un mero oportunista, sino de un ser con principios y naturalmente destacado. Tampoco fue un ordinario aspirante al poder, considerados sus propósitos de corto y largo plazo. En este sentido, es dable sustentar que todos sus primeros cargos o posiciones de poder fueron sólo instrumentos para alcanzar su objetivo primordial, abiertamente reconocido: convertirse en presidente de la República. Sólo en esta posición podría llevar a cabo una obra trascendente: permitir a otros el acceso al poder.
Algunos amigos recuerdan que Allende especulaba con la idea de ser presidente desde su época de estudiante universitario; sus compañeros en la Escuela de Medicina opinaban igual. Es posible que comenzara a considerarlo seriamente cuando ingresó al Partido Socialista y advirtió que podía convertirse en un factor unificador de la Izquierda. La idea parece haber ganado fuerza cuando se desempeñó como secretario general del Partido, en 1943, mientras se elucubraba acerca de algunas remotas posibilidades de unificación entre los partidos Socialista y Comunista.
BESANDO a la Mama Rosa, que lo cuidó en su infancia en Viña del Mar. Ella le preparaba kuchen de manzanas y torta selva negra, postres favoritos de Allende.
El deseo de convertirse en presidente lo llevaba a burlarse de manera reiterada de sí mismo. En una ocasión, refiriéndose a su perpetuo deseo, aceptó: “hace treinta años que tengo el antojo de convertirme en presidente”. Definía su eterna postulación a la presidencia como un hobby no corriente; que implicaba “una responsabilidad, un anhelo, un sentido que hace que la palabra hobby no represente exactamente el pensamiento habitual con que se la emplea”. Incluso expresaba gráficamente su obsesión, diciendo que en su lápida tal vez se leería: “Aquí yace Salvador Allende (...) el futuro presidente de Chile”. Todas estas expresiones revelaban un anhelo íntimo que él consideraba su foco esencial,
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