Sedentarios
Enviado por alejandraevc • 26 de Septiembre de 2011 • 3.181 Palabras (13 Páginas) • 594 Visitas
Hacia el año 5,000 a.c. la sedentarización de los habitantes de la región central andina era prácticamente un hecho. El desarrollo de la horticultura y del pastoreo en la sierra y la explotación de los recursos marítimos en la Costa, determinaron que los campamentos estacionarios se convirtieran en poblaciones definitivas y permanentes.
En la Costa Central el desplazamiento hacia el norte de la Corriente Peruana y del clima cálido y húmedo que caracterizaba a la zona, determinaron el desecamiento del sector continental y, por tanto, el empobrecimiento de las lomas y de los valles, pero también produjo un extraordinario aumento de la biomasa marina.
Este fenómeno se exteriorizó por la aparición de la anchoveta la existencia de bancos de choros y almejas y, consecuentemente, por la multiplicación de los lobos marinos y aves costeras. En otras palabras, a partir de esa fecha los habitantes de la costa central contaron con la presencia de recursos permanentes y uniformemente repartidos a lo largo de todo el litoral central.
La existencia en toda la costa de extensos conchales es decir de depósitos de valvas de los moluscos consumidos por los costeños de la época, dicen bien claro de la gran riqueza de este recurso y del uso intensivo que se hacia del mismo. Estos basurales arqueológicos, que llegan a tener más de dos kilómetros de largo, varios centenares de metros de ancho y hasta metro y medio de alto, se encuentran a poca distancia del mar y están regularmente esparcidos desde Ancón hasta San Bartolo. Es decir, jalonan toda la ribera marítima de la Comarca de Lima, indicando, sin lugar a dudas, que en sus inmediaciones existieron poblaciones que se dedicaban fundamentalmente, a la recolección de mariscos.
La riqueza y permanencia de los recursos marítimos determine la sedentarización definitiva de los antiguos seminómadas y su establecimiento en pequeñas aldeas permanentes que se distribuyeron regularmente, a distancias casi constantes, por todo el litoral de la comarca. Dichas aldeas no se diferenciaban mucho de los campamentos estacionarios que las habían antecedido y las pocas viviendas que las conformaban se alineaban o agrupaban en semicírculos o círculos, a corta distancia del mar, y preferentemente a ambos lados de la desembocadura de los ríos. La población de esas aldeas tempranas no pasaba de 50 a 100 personas, cuya economía, básicamente de índole marítima, se complementaba con el cultivo de las huertas y la explotación de las lomas cercanas.
El arquitecto Carlos Williams (1981), sostiene que tal tipo de economía demandaba una baja densidad poblacional que no podía exceder de 0.5 habitantes por kilómetro cuadrado y que, por tanto, un asentamiento promedio significaba un dominio territorial de no menos de 50 Km. cuadrados, que comprendía una faja de playa y su correspondiente extensión continental hasta alcanzar la zona de lomas. Tal hecho explica la sorprendente regularidad existente en la ubicación geográfica de las aldeas tempranas, puesto que el régimen imperante de explotación del medio obligaba a una división territorial en áreas semejantes o parecidas.
Restos de dichas aldeas se encontraban hasta hace poco en los alrededores de las desembocaduras de los ríos Chillón, Rímac y Lurín, los que infortunadamente han desaparecido por el desarrollo urbano y/o industrial que se ha llevado a cabo en dichas zonas. En Punta Márquez, en la margen izquierda del Chillón, encima de las estribaciones más cercanas al mar, quedan los restos de rústicas construcciones de piedra sin labrar, que, al parecer, conformaron las viviendas de una aldea temprana. Igualmente, en la playa Chira-Villa, en el lado sur-este de Punta Chira, existen vestigios de un asentamiento parecido al del Chillón y, finalmente, en los arenales de Lurín se hallan numerosos conchales, que, como ya se ha indicado, denuncian la anterior presencia de asentamientos tempranos.
En los años siguientes la sedentarización permitió la existencia y aprovechamiento de los "ocios" de los pobladores, lo que determinó un importante desarrollo tecnológico, un notable incremento de los conocimientos y un perfeccionamiento de la organización social de las comunidades aldeanas. Todo ello significó una mejora en las condiciones de vida y, consecuentemente, un notable aumento demográfico que tuvo su correlato inmediato en la proliferación de los asentamientos poblacionales. El aumento del número de habitantes de las aldeas y la existencia de la relación hombre-tierra a la que hemos hecho referencia, obligó a la población excedente a fundar nuevos asentamientos de características similares a los originales y a intercalarlos convenientemente entre las aldeas pre-existentes.
Las nuevas técnicas y mejores instrumentos utilizados en la explotación de los recursos naturales, tales como la utilización de redes en la pesca, el uso de abonos en los cultivos, la domesticación de un mayor numero de plantas y la práctica de tareas comunitarias, permitió el incremento de la producción de alimentos y por ende la mejora del coeficiente hombre/tierra. Esta situación posibilitó que las aldeas pudieran ubicarse más cercanamente y que se multiplicaran tanto en número como en población.
Primeramente, las nuevas aldeas se situaron a lo largo del litoral, disminuyendo al mínimo la distancia entre ellas, y luego bordearon las márgenes de los valles, hasta ascender por las estribaciones andinas. Alrededor del 4000 a.c. todo el litoral comarcano estaba poblado de asentamientos que se ubicaban a distancias de 7 Km. a 10 Km. el uno del otro y cuyos habitantes fluctuaban entre las 10 y 20 familias. Williams propone una lista de aldeas tempranas situadas en la ribera marítima comarcana, cuya relación reproducimos en términos generales.
Los sitios de asentamientos fueron los siguientes: Ancón, Ventanilla, Punta Márquez, Bocanegra, La Perla, Magdalena, Bajada de Baños, Chorrillos, Chira-Villa, Tablada de Lurín, Pachacámac, Playa Arica, Punta Roca y Curayacu.
Las primeras aldeas tempranas estaban constituidas por un grupo de viviendas que se agrupaban de acuerdo al patrón de asentamiento al que hemos hecho referencia, sin que existieran estructuras que expresaran la existencia de funciones distintas a las habitacionales.
Las casas eran construcciones rústicas, generalmente de un solo cuarto, complementadas por instalaciones destinadas a desecar, hornear o almacenar los productos alimenticios.
Existían tres tipos de casas:
Superficiales: de planta circular de dos metros de diámetro, ligeramente excavadas en el terreno y de forma cónica. La armazón era de huesos de ballena o de caña brava unidos con carrizos y estaba cubierta con haces de juncos, totora o gramalote, atados a la estructura y dispuestos de manera de dejar un pequeño vano
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