Simon Bolivar
Enviado por ragazze • 6 de Octubre de 2013 • 5.419 Palabras (22 Páginas) • 286 Visitas
Vida y Obra de Simón Bolívar
La Caracas a la que vino al mundo Simón Bolívar un 24 de julio de 1783 era una próspera ciudad comercial y administrativa, capital de la Capitanía de Venezuela, una de las varias divisiones administrativas que formaban el Virreinato del Perú, una de las colonias más grandes e importantes del Imperio Español. Sin embargo aquel Imperio distaba mucho del poderoso Imperio que había hecho temblar al mundo en el siglo XV. Aunque el sol siguiera sin ponerse en los dominios de la Monarquía española, el Dios que lo sostenía ya no hablaba español.
Finiquitada la Guerra de Sucesión con el Tratado de Utrecht en 1713, el poder hispano, aferrado a una imagen del pasado que ya no existía, finalmente fue puesto en total evidencia. Sus posesiones europeas fueron repartidas entre sus victoriosos enemigos, y aunque la Corona pudo retener sus colonias en América, África y el Pacífico, los británicos se preocuparon de asegurarse ventajosos tratados comerciales para operar en puertos españoles en las colonias y un permiso (el asiento) para importar esclavos a los Virreinatos hispanos. El desesperado intento del nuevo monarca español, Felipe V, por volver a recuperar posiciones en el juego europeo en la Guerra de la Cuádruple Alianza sólo llevó a una nueva y sonora derrota que acabó con cualquier esperanza española de volver a su antiguo estatus. A partir de ahora eran otras potencias las que dictaban las reglas. España sólo podía languidecer y observar, mientras se ocupaba de sus asuntos.
Aquellos asuntos afectaban especialmente a las posesiones americanas de España. Sin nada que decir ya en Europa, Felipe V y sus ministros se centraron en recortar las alas a un Imperio que había crecido demasiado libre, ya fuera políticamente, mediante los gobiernos controlados por los criollos (los ciudadanos nacidos ya en las colonias, descendientes, por lo general, de un rancio abolengo español), o ya fueran asuntos más celestiales (es decir, que la Corona decidió expulsar a los independientes jesuitas de las colonias para controlar más directamente lo que ocurría en las Misiones religiosas).
Mientras se retomaba el control de lo que pasaba en Nueva España, el gobierno de Felipe V también introdujo reformas económicas y comerciales que darían un importante empuje al crecimiento económico de las colonias en la segunda mitad del siglo XVIII. Por otro lado, algunas importantes victorias navales en la década de 1740 frente a los británicos aseguraron el tráfico de mercancías y metales entre Nueva España y la metrópoli. Sin embargo, la economía española no acabó de despegar, centrada todavía en una agricultura poco productiva, y con vaivenes políticos que no ayudaron a estabilizar el potencial comercial español, que quedó supeditado al de otras naciones europeas. La Guerra de Independencia norteamericana significó para España, aliada con Francia y las colonias estadounidenses contra Gran Bretaña, la última oportunidad para poder brillar en el panorama internacional.
Las efectivas políticas de control de la metrópoli sobre las colonias a lo largo del siglo XVIII llevó a los primeros levantamientos importantes en Nueva España alrededor de 1780, como la rebelión de Túpac Amaru en Perú o la Rebelión de los Comuneros en Nueva Granada, un año después. Entre las clases dirigentes criollas el descontento había crecido debido a la pérdida de influencia frente a la metrópoli, mientras que en diversas regiones americanas los indígenas, que malvivían ahogados por impuestos y la pobreza, trataban de mejorar su situación mediante esporádicas revoluciones contra la Corona española y sus representantes. Tal era el clima de creciente descontento en Nueva España cuando Simón Bolívar llegó a este mundo.
La familia de Bolívar, descendiente, como muchas otras importantes familias criollas, de importantes ancestros españoles o de españoles que se habían hecho a sí mismos en las Américas, pertenecía a la aristocracia mantuana que dirigía Perú y gozaba de importantes privilegios así como de un importante estatus económico y social. Aquella aristocracia, a la que no sólo se vedaba, con contadas excepciones, el rango más alto de todos (un español siempre sería más que un criollo de las colonias), sino a la que además se había tratado de restar influencia, se empapaba de lo último que llegara de Europa, ya fueran ropas, modas o libros, o ideas, aquellas modernas ideas de la Ilustración que hablaban de igualdad, libertad y de derechos del hombre. Entre los antepasados de los Bolívar se contaban procuradores, capitanes y clérigos.
El padre de Simón, don Juan Vicente Bolívar, era un coronel de las Milicias que vivía con comodidad en el centro de Caracas y que había prestado servicio en Madrid. La esposa de Juan Vicente contaba entre sus antepasados a personajes tan influyentes como los del coronel. Simón era el pequeño de cuatro hermanos, quienes habrían de lidiar con la muerte de su padre en 1786. Al menos, los pequeños no han de preocuparse por su manutención. Juan Vicente ha dejado una espléndida herencia a sus hijos, sabiamente administrada por la madre, María Concepción. De hecho Simón y sus hermanos pasarán entretenidas temporadas en la finca rural de la familia.
En 1792 fallecía María Concepción. Se ocupó de los huérfanos el abuelo de éstos, hasta que un año después el venerable anciano muere también, quedando los pequeños a cargo de un tío suyo, Carlos Palacios. A los hermanos, especialmente a Simón, les resta el consuelo de Hipólita, el ama de cría negra que es la única constante en su vida familiar.
Todas aquellas tempranas muertes en la vida de Bolívar le marcaron claramente, fomentando un espíritu rebelde que empeoró dado el difícil trato que tenía con su tutor. Como todo hijo de aristócrata, Simón recibe su educación básica de varios preceptores, para luego ingresar en la escuela pública de Caracas. Tras una fuga de casa a los doce años, un juez decide ponerle bajo custodia de don Simón Rodríguez, director de la escuela. Rodríguez sabrá ganarse la confianza del joven Simón Bolívar, y de hecho se acabará convirtiendo en su amigo, confesor y mentor político. Será de Rodríguez de quien reciba Simón sus primeras nociones de las ideas de la Ilustración que llegaban de aquella vieja, y nueva a la vez, Europa postrevolucionaria, junto a otros educadores y humanistas como Andrés Bello.
Como en muchas otras familias aristocráticas, correspondía a los hermanos pequeños labrarse una carrera al amparo de la influencia de sus allegados. En 1796, con su mentor Rodríguez en el exilio, el rey Carlos IV aprobaba su nombramiento como subteniente de las Milicias de Infantería de Blancos de los Valles de Aragua, el mismo cuerpo del que su padre había sido coronel. Siguiendo
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