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Simon bolívar


Enviado por   •  30 de Octubre de 2013  •  Informe  •  4.346 Palabras (18 Páginas)  •  283 Visitas

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Simon bolívar:

El Libertador procuró siempre departir sus inquietudes intelectuales

con hombres preclaros e ilustrados. En su larga lista de amigos se contaban

nombres sinónimos del saber de las artes y las ciencias. Científicos, poetas,

políticos y escritores, en general, compartieron al Libertador sus puntos de

vista y sus libros. Numerosas cartas y documentos atestiguan el gran

interés con el cual Bolívar se relacionó con figuras de la talla de Andrés

Bello, Alexander Von Humboldt, Jeremy Bentham, Benjamín Constant, Aimé

1Bonpland, José Joaquín de Olmedo, Joseph Lancaster y otros con

sobresaliente luz intelectual.

Sus primeras luces tuvieron lugar en su natal Venezuela. La Caracas

del pequeño Bolívar de finales del siglo XVIII, es descrita como una de las

ciudades más florecientes de sudamerica, siendo la tercera en

importancia. Construida en las cercanías del mar, su altitud y su clima

agradable hacían de esta población un tentador asentamiento. La doble

condición de cercanía al Caribe, puerta de acceso a las llamadas “Indias

Occidentales” y de ciudad continental no muy lejana de los Andes, hacían

de Caracas una encrucijada de obligatorio paso, en la cual se desarrolló una

convergencia de hombres e ideas por igual. Las crónicas de los viajeros de

la época la describen con admiración, resaltando su ambiente cosmopolita,

sus casas con grandes jardines, calles empedradas, plazas concurridas,

iglesias y puentes1

.

Ya desde sus años mozos el Libertador, se deleitaba con las extensas

disertaciones de su Maestro y Amigo, el también caraqueño, Simón

Rodríguez, quien cultivó en él toda la pasión por las lecturas fundamentales

del siglo de las luces, destacándose aquellas que fueron la afirmación de

los principios políticos y sociales de Bolívar, tal fue el caso de la magna

obra de Juan Jacobo Rousseau, el Contrato Social, el cual se convirtió en

texto de cabecera del Padre de la Patria. Este autor tuvo un profundo

impacto en el joven Bolívar, al punto que ningún otro autor es tan

mencionado y citado en sus cartas y escritos como Juan Jacobo Rousseau.

jose martin:

“Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma,espíritus y cuerpos”, escribió Martí en un apunte sin fecha. No sabemos si persistió en esta idea, pero es constante en toda su obra una concepción de la Naturaleza como realidad, por así decirlo, magistral. En ella está la inspiración, el ejemplo, la sabiduría, lo cual sólo es posible si, como dice el apunte, ella incluye tanto “el misterioso mundo íntimo” como “el maravilloso mundo externo” y si “la naturaleza observable es la única fuente filosófica”. El verso óptimo será “el verso natural”. La religión futura, la religión “natural”, de la que por cierto también hablara San Pablo (Romanos, 2, 14-16). Siendo así, el humanismo martiano resulta una especie original de “naturalismo” en cuanto la Naturaleza es su paradigma. Una Naturaleza integradora de lo visible y lo invisible, en que “todo, como el diamante, / antes que luz es carbón”, en que la armonía, la justicia y la belleza son hijas del sacrificio, idea madre de su humanismo y de su poesía, la de sus versos y la de su acción histórica.

En otra página escribió: “Hay en el hombre un conocimiento íntimo, vago, pero constante e imponente, de un gran ser creador. […] La religión está, pues, en la esencia de nuestra naturaleza.” Su humanismo “natural” es, simultáneamente, un humanismo “a lo divino”. Este humanismo es el que está en el Evangelio. La humanidad de Dios se llama Jesucristo. Por eso Martí dijo ser “pura y simplemente cristiano”, entendiendo por ello el sufrimiento redentor: dar su sangre “por la sangre de los demás”. Pero tiene también una visión humanista de la naturaleza física, porque desde temprano (antes de leer a Emerson, ya desde su periodismo mexicano) percibió la analogía entre los hechos físicos y los que llamó “hechos del espíritu”, y porque, como se verifica en sus últimos Diarios, la naturaleza patria que lo recibía en el combate redentor, llegó a ser para él un libro tan abierto, sabio y elocuente como piadoso.

Lógicamente, para José Martí enteramente humanista, ese mejoramiento humano debe residir en lo material, pero también es su elevación espiritual. Al respecto escribió el educador García Galló… la altivez estaba siempre presente en Martí, ante aquellos que intentaban humillarlo o humillar a su patria.

La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se halla completo, ni se eleva a si mismo, ni ve lo invisible, sino en su íntima relación con la naturaleza.

El humanismo martiano se manifiesta contra la discriminación racial. Sus críticas retratan los horrores de la vida del negro en Norteamérica. Su enfoque se resume cuando expresó: Hombre es más que blanco más que negro.

En muchas de sus reflexiones, Martí distinguió al trabajador como un atlas que soporta el peso del mundo y a la vez crece con el trabajo que sale de sus manos. También con respeto y fineza señala su fortaleza cuando hace comparaciones con la gente ociosa.

Mientras que el que debe su bienestar a su trabajo o ha ocupado su vida en crear y transformar fuerzas, y en emplear las propias, tiene el ojo alegre y la mano segura.

Y tratándose de la satisfacción de las necesidades humanas y el desarrollo estable, José Martí aboga por educar a los niños y la juventud en estrecha vinculación con el trabajo; también con la naturaleza y especialmente con el trabajo agrícola, de ahí que lo concibió como formador del hombre.

Las revoluciones son estériles cuando no se firman con la pluma en las escuelas y con el arado en el campo. Y detrás de cada escuela, un taller al sol, donde cada estudiante sembrase su árbol.

En resumen, uno de los más actuales criterios acerca del humanismo y ética de José Martí, lo expuso en sencilla pero contundente palabras, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz: Para nosotros, Martí es el bien.

Simon rodriguez:

Simón Rodríguez, junto a Francisco de Miranda y Simón Bolívar, parece que tenían un destino común, y cumplieron sus roles históricos, irrumpiendo en contra de las instituciones y lo instituido en sus contextos de vida y obra realizada

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