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Sociologia Juridica


Enviado por   •  4 de Agosto de 2011  •  10.745 Palabras (43 Páginas)  •  2.151 Visitas

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ANTECEDENTES DE LA SOCIOLOGIA JURIDICA (LOS CLASICOS)

Antecedentes del pensamiento sociológico en Grecia

En la antigua Grecia los primeros en ocuparse de la política fueron los sofistas aunque sus escritos no han llegado a nuestra época, los sofistas desarrollaron un espíritu humanitario, critico que despertó el interés de las mentes ilustradas de un tiempo hacia los fenómenos sociales y políticos y esto suscito la libre controversia entre las ideas.

Los pensamientos conceptuales de la libertad, igualdad y democratizar tienen un origen en las formulaciones de los pensadores Griegos y en la práctica de la democracia Ateniense.

Edad Media

Hasta a fines del siglo XV la teoría de la política medieval se constituyo en parte sobre los sentimientos romanos y las ideas Aristotélicas mezclados por fuertes ingredientes del pensamiento y la teoría cristiana.

La edad Media se caracteriza políticamente por la insistencia de la organización política Estatal según la moderna aceptación de este término.

En el Sistema Feudal el poder político se lleva en fragmentos en diversos centros en donde el rey, los feudos y la iglesia acentúan la carencia de la plena sabiduría.

Roma: Lucrecia, Cicerón, Séneca.

Lucrecio

Es autor de un largo poema didáctico en algo más de 7400 hexámetros, De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas) distribuidos en seis libros en que se divulga la filosofía de Epicuro y la física atomista de Demócrito. Es, junto a Thomas Hardy y Ludwig Feuerbach, uno de los tres grandes poetas del ateísmo. El único texto que poseemos del poema se ha transmitido gracias al humanista Poggio Bracciolini, que lo copió en 1418 del único códice conservado; y es prácticamente un milagro que el texto sobreviviera a la Edad Media, pues trata de un tema comprometedor para el Cristianismo.

Son pocos y dudosos los datos biográficos que se conservan de Lucrecio y fundamentalmente recogidos por San Jerónimo. Según ellos, enloqueció al beber un filtro de amor y se suicidó; pero esta información tiene todo el aspecto de haber sido compuesta ad hoc para explicar la sombría visión que ofrece del amor en su célebre poema. La tradición ha defendido que padecía algún tipo de enfermedad mental, que podría ser o no de origen físico (como la epilepsia), tratando de desprestigiar así una visión de las cosas tan alejada del dogma de fe.

Su tercer nombre, Caro, era propio de las clases bajas, pero Lucrecio tenía una extensa cultura, que no era fácil de adquirir para las clases desfavorecidas. Se ignora si era originario de la misma Roma o de alguna provincia, pero es indudable que Lucrecio vivió en Roma y resulta evidente, por la franja de fechas en que se desarrolló su vida, que debió asistir a las guerras civiles romanas, a las revueltas de Mario y Sila, a la conjuración de Catilina y a la ascensión de Julio César.

También afirma San Jerónimo que Cicerón ordenó el texto en seis libros y editó el poema. El primer libro comienza con una invocación a Venus como fuerza germinadora de la naturaleza y trata de cómo todo está compuesto de átomos y de vacío. El libro segundo trata del movimiento y agrupaciones de los átomos. El tercer libro habla sobre el alma, que es mortal. El cuarto sobre la teoría de la sensación, el quinto sobre el mundo y el sexto sobre diversos fenómenos atmosféricos y las enfermedades, terminando con un sombrío panorama sobre los estragos de la peste en Atenas, en deliberado contraste con el inicio.

Los análisis a la obra de poetas posteriores demuestran que le habían estudiado a fondo. A él alude Virgilio cuando escribe:

Felix qui potuit rerum cognoscere causas

atque metus omnes, et inexorablile fatum

subiecit pedibus, strepitumque Acherontis avari! (Geórgicas, lib. II)

Utiliza comparaciones para aliviar la árida materia abstracta de la obra, mezclando, con una imagen que más tarde tomará Horacio, lo útil con lo dulce de la misma manera que un médico mezcla dulce miel en las agrias medicinas que administra. También es citado en numerosas ocasiones por Montaigne a lo largo de sus Ensayos. La obra, materialista e irreligiosa, fue traducida por el español José Marchena a principios del siglo XIX en endecasílabo blanco con la intención de combatir el catolicismo de sus compatriotas. También es importante por sus méritos filológicos y por sus caudalosas notas la versión bilingüe del humanista inglés John Mason Good, (Londres, 1805, 2 vols.) y, por fin, la edición filológicamente impecable de Carl Lachmann (Berlín, 1850).

La intención de Lucrecio, como ya señaló Virgilio, es liberar al hombre del miedo a los dioses y a la muerte, causas, según él, de la infelicidad humana. ("Está bien ver al navegante lejano luchar contra la borrasca y naufragar, no porque nos alegremos del mal ajeno, sino porque es bueno hallarse libre de tormentos"). Representa el cosmos como un conjunto fortuito de átomos que se mueven en el vacío ("Nada nace de la nada, nada vuelve a la nada"). El alma es material y no sobrevive al cuerpo. Los fenómenos tienen toda causa natural. Si existen los dioses, estos no intervienen en los asuntos de los mortales. Por otra parte, ofrece una triste visión del amor humano que ha intrigado a los especialistas.

Cicerón

(Arpino, actual Italia, 106 a.C.-Formies, id., 43 a.C.) Orador, político y filósofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y jurisconsultos y, finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su carrera de abogado, para convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma.

Posteriormente, se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a encontrar a Rodas al maestro de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio.

De vuelta en Roma, prosiguió su carrera política, y en el lapso de trece años consiguió las más altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C., y en el 70 a.C. aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo magistrado Verres, para quien sus alegatos (Verrinaes) supusieron la condena, lo cual lo hizo muy popular entre la plebe y contribuyó a consolidar su fama de abogado.

Decidido partidario del republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar de estabilidad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él, sin embargo, no fueron siempre correspondidas.

Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde

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