Steve Jobs
Enviado por ramirodaniel1998 • 9 de Diciembre de 2014 • 436 Palabras (2 Páginas) • 206 Visitas
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El abandono de los estudios
Enchúfate, sintoniza…
CHRISANN BRENNAN
Hacia el final de su último año en Homestead, en la primavera de 1972, Jobs comenzó a salir con una chica etérea y algo
hippy l amada Chrisann Brennan, que tenía aproximadamente su misma edad pero se encontraba un curso por debajo. La
chica, de pelo castaño claro, ojos verdes, pómulos altos y un aura de fragilidad, era muy atractiva. Además, estaba pasando
por la ruptura del matrimonio de sus padres, lo que la convertía en alguien vulnerable. «Trabajamos juntos en una película
de animación, empezamos a salir, y se convirtió en mi primera novia de verdad», recordaba Jobs. Tal y como declaró
posteriormente Brennan: «Steve estaba bastante loco. Por eso me sentí atraída por él».
La locura de Jobs era de un estilo muy refinado. Ya había comenzado a experimentar con dietas compulsivas —solo fruta y
verdura—, y estaba delgado y esbelto como un galgo. Aprendió a mirar fijamente y sin pestañear a la gente, y perfeccionó
sus largos silencios salpicados por arranques entrecortados de intervenciones aceleradas. Esta extraña mezcla de
intensidad y desapego, combinada con el pelo por los hombros y una barba rala, le daban el halo de un chamán
enloquecido. Oscilaba entre lo carismático y lo inquietante. «Cuando deambulaba por ahí parecía estar medio loco —
comentó Brennan—. Era todo angustia. Y un aura de oscuridad lo acompañaba».
Por aquel entonces, Jobs comenzó a consumir ácido e introdujo a Brennan en aquel mundo, en un trigal justo a las afueras
de Sunnyvale. «Fue genial —recordaba él —. Había estado escuchando mucho a Bach. De pronto era como si todo el
campo de trigo tocara su música. Aquel a fue la sensación más maravil osa que había experimentado hasta entonces. Me
sentí como el director de una sinfonía, con Bach sonando entre las espigas».
Ese verano de 1972, tras su graduación, Brennan y él se mudaron a una cabaña en las colinas que hay sobre Los Altos.
«Me voy a vivir a una cabaña con
Chrisann», les anunció un día a sus padres. Su padre se puso furioso. «Por supuesto que no —respondió—. Por encima de
mi cadáver». Hacía poco que habían discutido por la marihuana y, una vez más, el joven Jobs se mantuvo en sus trece con
testarudez. Se limitó a despedirse y salió por la puerta.
Aquel verano Brennan se pasó gran parte del tiempo pintando. Tenía talento, y dibujó un cuadro de un payaso para Jobs
que él colgó en la pared. Jobs escribía poesía y tocaba la guitarra. Podía ser brutalmente frío y grosero con el a en
ocasiones, pero también era un hombre fascinante, capaz de imponer su voluntad. «Era un ser iluminado, y también cruel
—recordaba el a—.
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