Síntesis Informativa

Desde los años cuarenta los partidos y grupos de izquierda en México habían tenido una actividad pública fuera del juego electoral, hasta que la reforma política de José López Portillo abrió los causes para que entraran en la arena política, y tuvieron recursos legales y económicos para su desarrollo.

Sus círculos de influencia estaban restringidos a los ambientes universitarios y algunos sectores sindicales y campesinos; sim embargo para el resto de la sociedad solo eran rojos.

Su imagen pública y el discurso eran conocidos sólo a través de la prensa partidista, y de los medios tradicionales en la izquierda porque tenían poca cabida en medios de difusión masiva: prensa, radio y televisión.

En prensa, esto cambió moderadamente a partir de la última etapa del periodismo Excélsior, que dirigió Julio Scherer hacia la primera mitad de los setentas, cuando comenzó a reportar algunas actividades de grupos clandestinos de izquierda, fuera de la sección policiaca y con un trasfondo político, lo que acabó molestando al presidente en turno Luis Echeverría Álvarez. Esta variación en el enfoque periodístico se profundizó en los primeros años del Unomásuno, fundado en 1977, funcional a la reforma política con la que José López Portillo pretendió legitimarse.

Esa necesidad de apertura puso en la prensa comercial de la ciudad de México, una serie de discursos de izquierda ayudando a difundir una nueva imagen de sus grupos y partidos como actores de una política que entraban al juego de partidos y participaban del debate de los temas nacionales, dentro de una estrategia acotada.

La prensa mexicana, desde la posguerra y hasta mediados de los años setenta, se había caracterizado por asumir el esquema autoritario que la ligaba al poder a través de los intereses de los dueños de los medios, y de los reporteros y reporteras que cubrían la información cotidiana, descrito por Sallie Hughes como un periodismo que transcribía los discursos del presidente y del PRI (2006: 24-44).

Con la fundación del Unomásuno se experimentaron nuevos discursos, una creación colectiva, impulsados por un grupo específico de reporteros y reporteras que militaban en el partido comunista quienes acaban contagiando, en parte, al resto de la redacción con enfoques centrados en la denuncia social nacional e internacional. Sin embargo, su participación en la toma de decisiones y algunas de sus posiciones ideológicas – enfrentadas a las del director fundador Manuel Becerra Acosta-, acabaron socavando las relaciones internas del periódico, lo que se muestra en una pugna el poder del mismo.

Manuel Becerra integró en 1977 una redacción que resultó muy productiva, pero de relaciones interpersonales conflictivas, en gran parte por la circunstancia en la que nace el nuevo periódico: dependiente económicamente del gobierno,

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