TRABAJO PRÁCTICO La Era del Imperio
Enviado por Norwen • 11 de Diciembre de 2012 • 1.367 Palabras (6 Páginas) • 308 Visitas
TRABAJO PRÁCTICO
La Era del Imperio
Los capítulos 2 y 3 de La era del imperio, de Eric Hobsbawm, se abocan de lleno al estudio del imperialismo. Cómo surge, de qué manera se desarrolla, y finalmente los defectos del propio sistema que producirán su fin son todos aspectos cuidadosamente descritos por el historiador británico.
Empecemos por el principio, desde donde ya se pueden encontrar ciertas contradicciones. Una importante depresión de los precios de las materias primas que ya se observaba desde 1873 estaba afectando considerablemente a la agricultura de los países europeos y Estados Unidos. En realidad esto no había poco al comercio internacional –que seguía creciendo, pero a un ritmo menor-, y menos al Reino Unido que prácticamente ya no tenía actividad agropecuaria. Igualmente las revueltas y rebeliones en las diferentes poblaciones campesinas no se pudieron evitar, debido al descontento y el hambre ocasionados por el descenso de los precios. La emigración, la suba de aranceles (Francia, Alemania y Estados Unidos) y la cooperación en la producción mantuvieron una potencial revolución campesina a raya.
Proteccionismo y asimetría
Como solución, además de la propuesta de la ambivalencia oro-plata como respaldo del dinero, se comenzaron a implementar medidas que luego serían mejor conocidas con el nombre de proteccionismo, como la imposición de aranceles a la importación de productos extranjeros (esencialmente manufacturas). Estados Unidos, España, Rusia y Francia se pusieron
a la cabeza de este proyecto, dejando al Reino Unido en una posición de desventaja: su naturaleza industrial la obligaba a defender libre comercio. En realidad la causa de la recuperación resulta inexplicable, a veces atribuible al descubrimiento de grandes reservas de oro en Sudáfrica, lo que la convertiría en una protagonista del futuro trazado económico mundial. De todas maneras el proteccionismo terminó por incentivar la industrialización de muchos países que todavía no estaban desarrollados en materia de manufacturas, creando un mapa comercial internacional más interesante y competitivo.
Es aquí donde Hobsbawn cuestiona la teoría económica y pone en evidencia su contradicción: si las teorías liberales hablan de intercambios entre empresas por medio de contratos privados sin la intervención del gobierno, entonces las naciones juegan un papel simplemente anecdótico. Sin embargo la puesta en práctica del proteccionismo desecha todas estas teorías: ahora el estado tiene un rol fundamental en la economía. Es a partir de estos tiempos en los que la economía no se puede pensar en ausencia de la política y su inevitable intervención y regulación sobre el comercio. Ahora los actores principales de la economía mundial son las naciones, dejando a las empresas individuales en un segundo plano.
Cabe detenerse un momento y describir los cambios por los que estaban pasando las empresas de las naciones. Ahora se encontraban empresas con un gran crecimiento en escala, conglomerados que controlaban
la mayoría del mercado de cierto producto. Monopolios y oligopolios con nuevos métodos de gestión y producción, mirando al horizonte del menor costo el mayor beneficio. En estos años se inventaron las sucursales: sedes de una misma empresa en varias regiones.
Volviendo al tema de las teorías, éstas son únicamente aplicables a los países centrales de la economía mundial. Con los años se desarrollaría una disposición comercial de centro-periferia, con países centrales europeos industrializados o en proceso de industrialización (como insiste el historiador inglés) que venden sus manufacturas a los países periféricos, productores de materias primas y alimentos. Estos países dependientes, como lo indica su nombre, carecen de genuina libertad económica. Su producción (siempre de carácter primaria) es concebida en función de las necesidades europeas. Por un lado, el juego comercial reinante les imposibilitaba desenvolverse industrialmente, y si lo hacían no eran vistos con buenos ojos –se suponía que debían complementarse entre sí, no competir-, poniendo en serio riesgo su supervivencia económica (como lo intentó Paraguay). Por otro, este papel de productores primarios especializados (Chile y el cobre, Uruguay y la carne, Cuba y el azúcar) reducía vertiginosamente la dependencia de las economías de estos países a dos o tres bienes, y a la voluntad de los países centrales de adquirir esos bienes.
Todo esto está muy bien explicado por Hobsbawm en el capítulo 3, La era del imperio: “Estos
acontecimientos
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