Trabajo Esap Guerra Carlista
Enviado por ramayam • 20 de Agosto de 2014 • 3.813 Palabras (16 Páginas) • 354 Visitas
ESCUELA SUPERIOR DE ADMINISTRACION PÚBLICA
ESAP
REGIMEN Y SISTEMAS POLITICOS DE COLOMBIA
DOCENTE: CRISTIAN BUITRAGO
LA GUERRA CARLISTA DE 1849-1876
HEDILTON ENRIQUE PEREZ SIERRA
RIGOBERTO AMAYA MARQUEZ
San José de Cúcuta. Abril de 2011
GUERRAS CARLISTAS
Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
Esta guerra es más conocida como “guerra dels matiners” (madrugadores), se desarrolló en Cataluña y tuvo como pretexto inmediato el fracaso de la boda entre el pretendiente carlista al trono (Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro). Participó en este conflicto el general Cabrera, vuelto de su exilio, apodado el tigre del Maestrazgo. En este conflicto los carlistas llegaron a recibir el apoyo de guerrilleros republicanos.
• Pretensiones del conde de Montemolín
En mayo de 1845, don Carlos abdicaría todos sus derechos dinásticos en su hijo primogénito, Carlos Luis. El nuevo pretendiente adoptaría el título de conde de Montemolín, su padre se retiraría para siempre de la vida política, saldría de Francia para instalarse en Trieste, donde moriría diez años después.
La decisión de abdicar estuvo condicionada por los acontecimientos de la época. Aquí, en España, en 1843 se había declarado mayor de edad a la reina Isabel II y se había hecho con el poder un partido liberal moderado en el que convivían posiciones políticas muy conservadoras. Se promulgaría una nueva Constitución en 1845 (por la cual la soberanía era compartida por el rey y las Cortes, el catolicismo era la religión oficial del Estado y además establecía que las Cortes debían dividirse en el Senado, con un número ilimitado de miembros vitalicios por designación real, y el Congreso, formado por un grupo de diputados elegidos por un sufragio censitario muy estricto, es decir, que apenas podía votar el 1% de la población).
Dentro del propio moderantismo liberal había posiciones políticas simpatizantes con el carlismo. De esta forma, los primeros años del conde de Montemolín como pretendiente estuvieron marcados por el intento de conciliación dinástica y política. Este intento tenía dos frentes: las posibilidades abiertas de una dinástica mediante el casamiento de Carlos Luis, veintisiete años, con Isabel, quince, solución que veía posible una parte del moderantismo liberal y el acercamiento de posiciones políticas, el que tuvo un papel relevante Jaime Balmes, asesor del pretendiente.
Esta situación duró poco. Las posibilidades de enlace matrimonial quedaron abortadas cuando, después de vacilaciones entre diversos candidatos, el moderantismo optó por la boda de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, hijo del Francisco de Paula, en 1846. En cuanto a la conciliación ideológica, la realidad fue, en principio algo más prometedora. Dentro del moderantismo existía una fracción acaudillada por el marqués de Viluma, que predicaba un acercamiento de posiciones, sobre la base de una Constitución, era un conjunto entre lo tradicional y lo nuevo. Las posiciones de Balmes eran algo más sofisticadas, reconociendo que había que ceder aceptando algo de las nuevas ideas. Balmes escribió y desarrolló este tipo de conciliación en su periódico: El Pensamiento Español. La muerte de este pensador y en 1847 acabó con cualquier progresión en este sentido, que no dejaba de tener, por lo demás, poderosos enemigos dentro del carlismo.
• Vuelta a la insurrección
Los episodios de insurrección en el medio rural, que no habían desaparecido totalmente, en los que el carlismo tuvo presencia, adquirieron mayor entidad y unidad al estallar en Cataluña la guerra dels matiners desencadenada a finales de 1846. Este es uno de los episodios más complejos y confusos en la historia de los levantamientos carlistas en el siglo XIX. Pese a la clara naturaleza carlista de esta nueva guerra en ella se distinguen influencias de distinta procedencia y que representan una amalgama de objetivos fundidos en un problema social de fondo. Aunque hubo intentonas de insurrección en el País Vasco y Navarra, la guerra en si no desbordó las fronteras catalanas.
A partir de octubre de 1846 comenzaron a aparecer partidas organizadas en cuyo frente se encontraban nuevos cabecillas, como Bartomeu Porredón (el Ros d´Eroles), Josep Pons (Pep del´Oli), Boquica, personajes cuyos nombres indican claramente su extracción popular, de nuevo junto al clero representado por: Benet, Rafael Tristany, Masgoret, etc. El epicentro de la rebelión giraba en torno a Cervera. La repuesta militar gubernamental no se hizo esperar y en 1847 se sucedieron los primeros fusilamientos de insurrectos capturados (Ros d´Eroles y Benet). En el País Vasco se produjo el intento insurreccional del brigadier Alzáa, reprimido por el capitán general, antiguo carlista pasado al ejército liberal por el Convenio de Vergara, Rafael Urbiztondo, al final Alzáa acabó fusilado. En Navarra, el viejo general Elío, sin entrar en el país, emitía una proclama para una insurrección en 1848 que no tuvo efecto.
Después de una pequeña fase de decaimiento, el conflicto se agravó aun en 1848, coetáneamente a los que aparecieron en otros lugares de España relacionados con una serie de revoluciones que sacudirían Europa en este año. Ramón Cabrera, con la confianza acrecentada tras las hazañas militares de la anterior guerra entró en Cataluña en junio, logrando reunir más de 8.000 hombres armados, los reorganizó militarmente y las acciones se recrudecieron. Se intentó instituir una Diputación general de Cataluña por obra de Tomás Bertrán y Soler. Bajo el mando militar gubernamental de Fernando Fernández de Córdova el gobierno intentó una política de atracción de los insurrectos, logrando algunas defecciones, con promesas de incorporación al ejército de los mandos entregados. El guerrillero Borges obtuvo algunas victorias sobre los gubernamentales mientras Cabrera derrotaba en Aviño al general Manzano y decidía emprender fusilamientos entre sus propias huestes para evitar nuevas defecciones, como las que habían consumado a Pep del´Oli y otros.
Al comenzar 1849, Cabrera fue herido y tuvo que retirarse, logrando a duras penas eludir su captura. Ante el desmoronamiento de la insurrección, intentó hacer venir a España al pretendiente Carlos Luis, en abril de 1849, propósito que no se consiguió al ser detenido en la frontera por la policía francesa. Bajo el mando de Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, la superioridad gubernamental se hizo más notoria: aniquiló varias partidas y derrotó al propio Cabrera en Pinós. En mayo de ese mismo año el movimiento insurreccional estaba controlado y tuvo como consecuencia una
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