Trabajo de investigacion politica

La obra del jurista austríaco Hans Kelsen ha ejercido una de las más poderosas influencias en el pensamiento jurídico del presente siglo. Esta afirmación, corroborada  por detractores del célebre creador de la así llamada teoría pura del derecho, conserva en la actualidad una plena validez, puesto que si hoy podemos ver más de lo que Kelsen explicó con su obra.

“El Estado es una ordenación de la conducta humana” (Hans Kelsen, Teoría del Estado, México, 1992, pág. 107). Con esto Kelsen nos quiere decir entre líneas la importancia de un contrato social entre los individuos; pues se refiere al vínculo que nosotros como seres sociales hemos creado, todo esto y con conductas recíprocas se forma el tan llamado Estado. Ahora con ordenación, es importante destacar ese término, pues he ahí la importancia de nuestra convivencia como sociedad. Citando un poco a John Locke él decía “Los hombres ceden parte de su poder autorregularse a sí mismos y se lo ceden a una comunidad y que dicha comunidad tendrá el deber de mantener el orden y buscar el bien común” como ya bien dije, esa comunidad a la que se refería Locke, es el Estado y pasando a Kelsen, en mi opinión quiere transmitir lo mismo; donde la palabra ordenación puede ser ambigua, es decir, puede tener diferentes significados, pero lo que Kelsen destaca es que se va a referir más a la creación no de leyes, sino de normas y preceptos que nosotros mismos vamos a crear para autorregularnos y así mantener un orden en esta sociedad.

Es importante destacar que Gobierno y Estado no es lo mismo, muchos cometen el error de confundirlos y creer que es lo mismo pero no, tomemos de nuevo la cita que hicimos hacia Kelsen él decía que “el Estado es una ordenación de la conducta humana” por tanto podemos decir que el Estado es un fragmento de la estructura de gobierno, es decir, que  es parte del gobierno y que el gobierno tiene la obligación de mantener en control y estabilidad al Estado porque habiendo inestabilidad, no se podrá alcanzar el bien común; por ello la importancia de la creación de un marco jurídico para velar por el orden social y hacer valer las leyes que mantengan en orden a esa sociedad. Esto es cuanto al ámbito social, ahora pasemos a un contexto jurídico.

“La justicia es elemento y condición de la sociedad civil, pues el derecho es norma de la convivencia civilizada y la práctica del mismo consiste en la determinación de lo justo” (Humberto Cerroni, introducción al pensamiento político, pág. 6, siglo XIX, México)

Como ya hemos visto, Cerroni dice que las normas y el derecho son necesarias para tener una convivencia civilizada. Es importante decir que esto es muy cierto, pues si no fuera así ningún gobierno del mundo actual ni de épocas anteriores hubiera tan siquiera tenido una norma, incluso el gobierno más dictatorial y despótico debía de tener normas que lo ayudaran a preservar su poder.

Actualmente en muchos países, la sociedad se rige bajo una carta magna o constitución que está a cargo del gobierno y que éste mismo debe procurar su responsable y correcto funcionamiento para que se lleve a cabo un excelente Estado de Derecho.

Particularmente en México, se dice que el poder recae del pueblo, pues en su constitución el Artículo 39 lo señala diciendo “los ciudadanos tienen el poder de quitar a su gobernante si éste no cumple con las exigencias de los ciudadanos”.

Una cosa es lo que diga la ley y otra cosa es lo que hace su sociedad para exigir que se cumplan sus leyes.

“En todas las sociedades humanas se ha presentado el fenómeno jurídico, de ahí que se haya afirmado frecuentemente que: donde existe la sociedad hay Derecho(…)” “El Derecho es un producto cultural, que no se puede explicar en función de elementos individuales, tales como la creación personal del hombre de gran talento o genio jurídico sino por el contrario con la intervención de elementos sociales, tales como el deseo de seguridad o certeza que experimentan los hombres que pertenecen a un conglomerado humano cualquiera que sea”(Leandro Sánchez Azuara, sociología, Madrid España, pág. 285)

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