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Tragicomedia Mexicana 2


Enviado por   •  25 de Marzo de 2015  •  2.582 Palabras (11 Páginas)  •  516 Visitas

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Tragicomedia mexicana 2

La matanza de Tlatelolco enluto al país, quedo claro que los poderosos del régimen eran muy endebles y que el “milagro mexicano” fue un juego de ilusionismo, el sistema mostro su verdadero rostro autoritario y quedo clara la urgencia de una democracia auténtica y ya no simulada. Los cambios del 68 se fueron manifestando poco a poco en todas las áreas de la vida nacional.

Se requerían cambios muy profundos para reencausar a un país que había perdido su camino. El artífice de la estrategia contra los mejores jóvenes del país fue el secretario de gobernación Luis Echeverría, quien así aseguro el dedazo de Díaz Ordaz.

Ya presidente Luis Echeverría anuncio que enmendaría los errores de los emisarios del pasado que eran políticos de diazordasistas. El expresidente no daba crédito a lo que sucedía y decía que era un pendejo por a ver elegido a Echeverría. Este por su parte se había metamorfoseado y parecía lleno de vida, con una energía inagotable. El operador del aplastamiento del movimiento estudiantil, dos años después no dudaba en lucrar al máximo con el 68. Él era el presidente de los jóvenes, promovió su delirante apertura democrática y armo un gobierno de tecnócratas llamados los aperturos.

El presidente se mostraba como heredero de Lázaro Cárdenas, pero no mediante grandes obras como la expropiación petrolera, si no, en lo superficial; le gustaba la ropa y las artesanías indígenas y por eso, para fastidio de los invitados, en las celebraciones oficiales se servía agua de chía, de horchata o de Jamaica, en vez de los acostumbrados wiskis y coñac. Lleno los pinos de muebles coloniales y equipales. La esposa del presidente María Esther Suno se vestía con trajes de Tijuana solo que a diferencia de Frida Kahlo ella parecía mesera.

Echeverría a su vez puso de moda las guayaberas. Pronto se distinguió por que el tiempo no le alcanzaba ni iba al baño. ¡No mea!, exclamaban sus funcionarios quienes por imitarlo contenían hasta diez horas la necesidad de orinar, a pesar de que, se les salían las lagrimitas.

En realidad a Echeverría la fascino ser monarca sexenal para fastidiar a sus sub alternos. Asia acuerdos colectivos con todo el gabinete que duraban hasta la madrugada, ahí tenían que estar todos haciéndose bolas; si no llamaba a sus colaboradores casi al amanecer para verlos llegar con la pijama bajo el traje y chinguiñas en los ojos.

Pero los efectos del 68 se hicieron sentir, una parte de jóvenes descontentos, sin titubeos pasaron a la guerrilla; se iban con Genaro Vázquez quien cayó en 1972 o con Lucio Cabañas abatido en 1974 después de que secuestro al gobernador de Guerrero Rubén Figueroa, gran cacique de la zona y tan folclórico como Don Luis. Otros crearon guerrillas urbanas que a menudo, iban a China o a Corea para entrenarse, casi todos eran jóvenes de clase media, que de buena fe se disponían a sacrificarse y que murieron torturados, ejecutados, o simplemente desaparecidos. Los más destacados fueron el frente urbano zapatista y la liga 23 de septiembre.

La lucha contra la guerrilla resulto una verdadera guerra sucia y la Procuraduría, la Federal de Seguridad, la paramilitar, Brigada Blanca y el Ejército, infiltraron, espiaron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a miles de opositores. Como si eso fuera poco el presidente siguió su propio modelo ejecutado el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971 repitió el numerito para desarticular otra serie de protestas estudiantiles originadas en Monterrey. El batallón Olimpia para entonces eran los Halcones, igualmente se infiltraron en una marcha de estudiantes y combinados con el Ejército y la policía provocaron una nueva masacre. Con esta jugada asesina el presidente se quitó de encima al diazordasistas gobernador de Nuevo Leon, Alfonso Martínez Domínguez un presidenciable muy incómodo, y entonces regente del Distrito Federal, y además freno brutalmente cualquier rebelión estudiantil y consolido poder omnímodo.

Por otra parte el presidente se la paso viajando con cortejos de sultán que incluían indígenas para que hicieran tortillas y trato de dirigirse como líder de tercer mundo. Nada más entre 1975 y 1976 recorrió Guyana, Senegal, Argelia, India, Tanzania, Arabia, Kauai, Egipto, Israel, Jordania, y Cuba. Su único gran acierto fue embullar a Cárdenas y apoyar a los chilenos que sufrieron el golpe de Estado contra Salvador Allende en 1973. Pero al final rompió inútilmente con España y después se peleó con Israel quien lo ridiculizo y obligo al canciller Emilio Rabasa a disculparse. Don Luis furioso despidió a Rabasa y proclamo: “El mexicano nunca pide perdón”.

Echeverría y su interactividad lo llevaron a criar centros turísticos como Cancún, a fomentar invasiones de campesinos con fines políticos, a burlarse y a humillar a sus funcionarios, eliminar enemigos políticos como el líder electricista Rafael Galván, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México Pablo González Casanova y el gobernador poblano Bautista O’Farril; o a gente suya que no le respondió como quiso como, el joven gobernador de Sonora Carlos Biebrich.

También invento partidos políticos como el socialista de los trabajadores para contra restar el PMT el mexicano de los trabajadores Roberto Castillo, quien a pesar de las intimidades gansteriles se negó a tranzar con Echeverría. El único que se opuso al presidente y lo freno fue Jesús Reyes Heroles presidente del PRI, quien le impidió imponer al gobernador de Veracruz y después lo paro en seco.

En 1975 Echeverría quiso reelegirse, al final se decía: ¡El presidente se volvió loco! Se peleó con el grupo Monterrey a causa del asesinato de Eugenio Garza Sada y de paso con televisa que apoyo a los regiomontanos.

Después fue toda la clase empresarial la que repudio al presidente quien después de todo como sus predecesores les había permitido enriquecerse a su gusto. Las derechas soltaron campañas de rumores, la gasolina se acababa, los libros de textos gratuitos eran comunistas, el gobierno aplicaba vacunas esterilizadoras y una devaluación era inminente. Además se propagaron incontables chistes, algunos muy buenos de que Echeverría era un pendejo, Díaz Ordaz estaba feliz; “a mí me reprocharon ser feo, no ser pendejo” decía.

Ya que no pudo reelegirse el presidente cuando menos intento el Maximato, con ese fin busco al que creyó el más manejable del gabinete, quien resulto su viejo amigo de la infancia José López Portillo, a quien Echeverría metió en la

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