Tras los muros del olvido: los secretos revelados de Juana “la Loca”

24 de junio de 1550

Tras los muros del olvido: los secretos revelados de Juana “la Loca”

Hay oportunidades que se obtienen una sola vez en la vida. Primicias irresistibles, por las cuáles uno se ve obligado a aceptar un trabajo, aún sabiendo que podría ser lo último que se le permita escribir.

La primicia esperaba al final de un largo viaje a Tordesillas, la pequeña ciudad ubicada en la provincia de Valladolid, en la región de Castilla y León. Al comenzar a ver con más frecuencia los pintorescos paisajes pueblerinos y sentir el retumbe de las calles empedradas, uno puede darse la idea de que está llegando a destino.

Dentro de Tordesillas se encuentra el Monasterio de Santa Clara, donde está recluida la reina Juana I de Castilla hace ya 41 años. Rodeada por la ornamentación gótica de la fachada del edificio, Juana “la Loca” vivía apartada en una estancia modesta y austera, acorde con su condición, alejada de la vida pública y política.

Juana tiene 70 y, a pesar de que se la ve bastante lúcida, los años comienzan a pesarle. Está vestida con un humilde hábito de monja, que apenas cubre las marcas de golpes en sus brazos y pies, producto de la violencia ejercida por los carceleros de la institución. Sin preguntar, preparó dos tazas de té, costumbre que mantiene desde su vida cortesana, dando a entender que la infusión era sólo una excusa para dar inicio a la conversación.

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La tercera hija de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, comienza a relatar su historia con desesperación, como si sintiera por primera vez en su vida que alguien se interesaba en ella. Sentía que tenía que escupir toda la información posible antes de que ese interés fuera interrumpido.

Cuadro de Vicente Palmaroli:“Escena musical” o “Juana la Loca en Tordesillas”.

 El lienzo representa a dos mujeres cantando ante la reina Juana I de Castilla.

Su infancia, cuenta, fue muy diferente a la de sus hermanos: al ser una “heredera improbable”, recibió una educación escasa, basada en la obediencia y los buenos modales, sin ningún tipo de preparación para la vida política. Al finalizar sus estudios, fue obligada a casarse con Felipe I "el Hermoso", archiduque de Austria e hijo del emperador Maximiliano I de Habsburgo, para fortalecer los lazos entre España y Austria.

• Si bien fue un matrimonio arreglado, yo sentía que lo nuestro era amor a primera vista. Ahora con el tiempo reconozco que el enamorarme perdidamente fue lo que arruinó mi vida.

Se dice que el desamor es una de las vivencias más dolorosas y desgarradoras que nos toca enfrentar. Es todavía más grave el calvario para una figura política tan relevante, ya que en toda España se corría el rumor de que Felipe “el Hermoso” había perdido el interés en su esposa y se dedicaba a serle infiel con diversas mujeres. Incluso, para evitar los reproches y los celos de Juana, él ordenó que se la enviara lejos de su residencia en Flandes.

Mientras hablaba sobre el desprecio con el que fue tratada por el amor de su vida, los ojos de la reina se pusieron borrosos, y su entusiasmo inicial por hablar se apagó por unos instantes.

• Yo solicité muchas veces regresar a casa con Felipe, pero mi madre se negaba. Me inventaba excusas sobre la guerra entre España y Francia y sobre cómo era imposible el traslado por tierra. Debió cansarse de mi insistencia, porque en vez de volver, acabé encerrada en el castillo de la Mota. Fue en ese momento en el que conocí lo que era el encierro, el aislamiento y la soledad.

Este encierro duró 1 año, ya que en 1504 falleció su madre, no sin antes quitarla de su testamento. La falta de catolicidad y devoción por Dios que demostró desde temprana edad inspiraron a la reina Isabel I a tomar esta decisión. Sin embargo, Fernando se “apiadó” de su hija y, unos meses después, firmó la Concordia de Salamanca, un tratado que establecía un gobierno conjunto entre Juana, Felipe y él.

A pesar de seguir teniendo el título de reina de Aragón y de Navarra, Juana no tiene ningún poder efectivo desde 1506. Gran parte de su destierro político se debe a su apodo.

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