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UNA APROXIMACION AL CONCEPTO SALUD ENFERMEDAD


Enviado por   •  24 de Julio de 2012  •  16.410 Palabras (66 Páginas)  •  819 Visitas

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UNA APROXIMACION AL CONCEPTO SALUD ENFERMEDAD.

Por: Fred G. Manrique Abril

INTRODUCCION El contenido gira en torno de la teoría general de la salud, abordándola como un concepto aplicable al ser humano, tanto en el contexto de su pertenencia social como en forma particular al individuo.

Se aspira a señalar los elementos centrales de la discusión sobre este tema, del concepto y la teoría de la salud, partiendo de una visión global acerca de su evolución histórica y desglosando analíticamente la definición y el enfoque actuales de la Organización Mundial de la Salud.

En forma complementaria, en el documento se plantea un análisis sobre los factores determinantes y condicionantes del proceso salud-enfermedad, procurando destacar los aspectos de mayor relieve y haciendo énfasis en la relación integral y de la interdependencia entre ellos, tanto intrínseca al fenómeno como en relación con el desarrollo general de la humanidad.

1. ASPECTOS GENERALES DE LA EVOLUCION DEL CONCEPTO DE SALUD

Conviene comenzar por dar una revisión rápida a las tendencias históricas que ha enfrentado el problema de la conceptualización sobre la salud, advirtiendo que no se hace aquí ninguna precisión cronológica sobre las diferentes etapas que se insinúan en el texto.

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Antes de entrar a discutir sobre el concepto de salud que se maneja actualmente, conviene hacer algunas reflexiones sobre lo que pudo ocurrir en tiempos pretéritos alrededor de la forma como el ser humano pudo ir construyendo las abstracciones necesarias para entender o para explicarse la salud y la enfermedad. Partamos de una época indefinida con un ser homínido pedestre, lo bastante evolucionado como para poder elaborar pensamientos explicativos de la realidad que enfrenta.

Desde los albores mismos de los tiempos, el hombre, en su relación dinámica con el medio natural, se vio envuelto en situaciones difíciles y peligrosas que ponían en riesgo su integridad física y hasta su vida misma, ya fuera por los riesgos inherentes a la naturaleza salvaje y a los accidentes geográficos propios del territorio que habitaba, o por la presencia de otros animales que competían con él en ese espacio.

Para garantizar su supervivencia en ese medio tuvo que enfrentar necesariamente situaciones de peligro; lo hizo mediante acciones directas de lucha con sus enemigos naturales de otras especies, o de la suya propia, o corriendo los riesgos naturales que le ofrecía el mundo físico por el que tenía que desplazarse en búsqueda de alimentos.

Como consecuencia de su empeño instintivo por resolver las situaciones críticas a su favor, de seguro en las peleas o a su paso por lugares inhóspitos y peligrosos, muchas veces se provocó o le ocasionaron heridas y lesiones físicas, transitorias o permanentes. De igual modo, cuando enfrentó problemas, luchas y peligros, también debió experimentar temor, angustia y hasta situaciones de zozobra grupal que debieron afectar su ánimo y su mente. Pero en ambos casos, de inmediato le fue posible reconocer las causas de las lesiones o del miedo, mediante la asociación simple de eventos, de tipo instintivo, o por una percepción primaria algo más compleja que ya debería empezar a diferenciarlo de las otras especies de vertebrados.

Como resultado de enfrentar dichas situaciones de riesgo, dañinas o peligrosas, paulatinamente fue tomando conciencia de su vulnerabilidad ante el medio natural en que se movía; la experiencia vivencial acumulada le permitía evitar conscientemente los riesgos conocidos, cada vez con resultados más adecuados al estímulo, es decir, con mejores resultados ante riesgos cada vez más complejos. Tal es el caso de la actitud que debió asumir ante las posibles heridas provocadas en combate, las lesiones óseas por caídas de altura, las mordeduras de animales ponzoñosos, los fenómenos telúricos, las aguas tormentosas, el rayo, el fuego, el ahogamiento, etc.

En dichas circunstancias de permanente relación objetiva y dinámica con el entorno, el hombre primitivo tuvo que ir elaborando un concepto claro de su relativa fragilidad ante la naturaleza, admitió su vulnerabilidad, -podía ser muerto o herido por causas reconocibles- y debió asumir actitudes conscientes para evitar esos riesgos o para buscar la mejor manera de controlar sus consecuencias.

Tal vez de manera recíproca, al evitar conscientemente los riesgos conocidos, podía estar admitiendo inconscientemente cierto estado de no-alteración o de salud física y de tranquilidad; en otras palabras, fue la alteración de su estado rutinario de normalidad funcional la que lo impulsó a pensar en lo deseable de no estar herido o temeroso. Eso por lo menos desde nuestra visión actual de lo que pudo ocurrir, siguiendo un curso lógico de reconocimiento del peligro y del daño, tal como ocurre con el aprendizaje natural que hace un niño actualmente.

Teniendo en cuenta lo anteriormente planteado, no podemos afirmar que el hombre primitivo hubiese llegado a elaborar un concepto de prevención de esos riesgos que ya podía reconocer; es posible que más bien haya actuado instintivamente frente a ellos partiendo de la experiencia, tanto individual como colectiva, es decir de aquellas vivencias que iba compartiendo e internalizando gracias a su instinto gregario y a su pertenencia a un colectivo socializante.

Pero aparte de esas causas de daño que logró reconocer y que le ocasionaron dolor y muerte, también experimentó el dolor, la disfunción, la discapacidad y la muerte misma, por causas que no pudo explicar mediante el mismo mecanismo de pensamiento desarrollado como producto de las circunstancias hasta aquí señaladas, es decir, por la vía del razonamiento empírico basado en la experiencia objetiva, percibida cotidianamente.

Tal vez fue el dolor de cualquier tipo, intenso y creciente, no asociable a alguna causa conocida, lo primero que impulsó a nuestro hombre primitivo (lo mismo que a cualquier paciente corriente de hoy) a buscar una explicación a ese nuevo estado de alteración perceptible claramente, o de "enfermedad", que además le provocaba temor e inseguridad. De cierto modo era como si estuviese de nuevo ante un enemigo peligroso al cual no pod_ EC \O(',i)_a combatir solo y, lo que es peor, ante un adversario al que no podía ver ni reconocer, es decir frente a lo desconocido.

Pero no fue sólo el dolor el único motivo de sus inquietudes. Muchos otros estados de alteración orgánica o psíquica que le ocasionaron síntomas alarmantes como el vómito, la diarrea, la tos productiva intensa o con sangre, los desmayos, las convulsiones, los ataques de locura y hasta

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