VANGUARDIA, INTERNACIONALISMO Y POLITICA.
Enviado por Nikolashomework • 13 de Noviembre de 2016 • Ensayo • 1.363 Palabras (6 Páginas) • 305 Visitas
Ensayo
Mestizajes estéticos bajo la iglesia y la corona
Hablan de las manifestaciones estéticas producidas en la Colonia en nueva España y el Perú, centros culturales, ambos que fueron prolongaciones de los asentamientos humanos de los aztecas y de los incas, respectivamente. Tenemos conciencia de su insuficiencia porque se nos han evidenciado dos verdades: la desventaja de seguir aplicando acríticamente los criterios occidentales de arte y nuestra obligación y capacidad de cuestionarlos y de crear otros. El choque de las culturas indígenas con las europeas, en general, y la colisión de las estéticas precolombinas con los españoles, en particular produjeron durante casi tres siglos los diferentes grados de nuestro mestizaje o de nuestra identidad plural, en el mestizaje racial, cuando hoy solo cuenta el cultural con la pluralidad de su grado singular de heterogeneidad. Estamos obligados, en fin, a cuestionar las ideas fundamentales de arte difundidas por Occidente para adaptarla a nuestras realidades estéticas concretas p mejor para gestar las requeridas por la singularidad de nuestras culturas estéticas. Es cierto que para enfocar nuestras estéticas coloniales ya no podemos ir de lo particular, que es el arte, a lo general estético. Incurriríamos en articentrismo; de cierta forma nos reduciríamos a las obras arquitectónicas, escultóricas y pictóricas, para omitir muchas manifestaciones estéticas. En todo caso la realidad concreta de nuestra Colonia es compleja.
La separación entre la estética hegemónica y la popular se ahondo tremendamente en la Colonia y se inició nuestra escisión estética o, si se quiere, la religiosa. La iglesia Católica recordémoslo se enfrasco en la contrarreforma y se aferró a los medievalismos de su inquisición, pese a tener entre sus sacerdotes algunos de criterios recentistas o, lo que es igual, avanzados. La llegada de los españoles al continente, hoy denominado América, pudo tener variados móviles: la búsqueda de Asia como fuente de especias aromáticas y sazonadoras, el encuentro de mundos de quimera, la curiosidad científica, la ambición de oro o la mera aventura. Después de la conquista, y a mediados del siglo XVI, se inició el virreinato, o la Colonia, en que España impuso sus intereses como paladin de la Contrarreforma con sus marianismos, santos patrones y la inquisición, organismo medieval.
La iglesia conservaba rasgos feudales, aunque una pequeña minoría de sus religiosos iniciaba a comprender los adelantos renacentistas, hubo prohibición de las magias, mitos y ritos precolombinos, mientras los extirpadores de idolatría no dejaban piedra sobre piedra en los centros ceremoniales ni en las efigies grandes o pequeñas. Los sacerdotes por su parte construían templos para difundir sus ritos y narraciones míticas de la vida de Cristo, de los santos y de las vírgenes, entre los indígenas, el catolicismo medieval de los españoles y las manifestaciones mágico – religiosas indígenas tuvieron muchos puntos de contacto hoy no solo desaparecidos sino incomprensibles para nosotros. Por ejemplo los unía una teratología muy alejada de la belleza y el naturalismo, ideales renacentistas, los elementos mágico – religiosos fueron incorporándose en los ritos y mitos católicos, y en otros casos estos fueron interpretados por la mentalidad mágica de los indígenas. Lo mismo sucedió en las prácticas católicas recién aprendidas por los sacrificios traídos como esclavos. El indígena corriente se vio de repente sin su clase dirigente y sin poder practicar sus ritos; En consecuencia, siguieron el único camino: guarecerse con sus magias, mitos y ritos en el catolicismo, hasta transformarlo o imprimirle los rasgos psíquicos de los indígenas o africanos , entonces como ahora pertenecientes a los estratos más bajos de las sociedades virreinales, se dice que la costumbre de nosotros a decir que los bienes, hoy estéticos para nosotros, estaban al servicio de la religión. En realidad son lo mismo si pensamos como el hombre precolombino y el feudal europeo miraban tales bienes: lo importante en un bien estético no era este como referente o significante con sus formas, sino lo referido, vale decir, la realidad o irrealidad referida. El bien estético era, en suma, un simple medio. La imagen se tornó en espectáculo y dejo de ser rito, como diría Walter Benjamín. El bien estético devino en fin en sí mismo y empobrecido gravemente nuestras relaciones con la naturaleza y con nuestros semejantes, finalidades dignamente humanas hasta hace poco, para las cuales los bienes estéticos eran simples medios, de cierta manera se puede deducir que ni los indígenas ni los colonizadores tenían preocupaciones estilísticas. Unos y otros eran hombres profundamente religiosos. De ahí la promiscuidad estilística del siglo XVI en nuestra colonia y luego la sucesión de estilos como adopción de actitudes progresivas. Cuando en nuestra Colonia un sacerdote o noble encargaba al artesano de su elección una pintura de tales o cuales rasgos estilísticos, no necesariamente intervenía la mentalidad ni la sensibilidad consustancial a dichos rasgos. En la mayoría de los casos ni el sacerdote, ni el artesano las poseían. De ahí la complejidad de la formación estilística durante nuestros virreinatos: la coexistencia, hasta en una misma obra, de elementos románticos y góticos, mudéjares y barrocos, platerescos y renacentistas, neoclásicos e indígenas, además de los africanos. Otro parentesco entre las culturas precolombinas y la feudal ibérica fue la importancia que tuvieron para todas la oralidad, la música, el baile y la canción. Entre las manifestaciones estéticas destacaban en importancia los sermones, los libros de caballería y el teatro religioso con sus actos de fe y representaciones de moros y cristianos, así como del Arcángel y Satanás. Los sistemas de producción de imágenes, acciones y objetos de ambas estéticas muestran también algunas similitudes: la primacía del templo o centro ceremonial; las pinturas y las esculturas al servicio de la arquitectura religiosa. Dicho sea de paso, en lo urbano si hubo hondas diferencias: mientras España tuvo que seguir con ciudades de trazo medieval, en las que fundo en sus colonias el cupo la satisfacción de utilizar la cuadricula renacentista. La Colonia por su parte puede importar los avances culturales ya hechos y derechos y usarlos plácidamente. Los sistemas de producción de bienes estéticos dependieron en la Colonia como en toda sociedad de los adelantos tecnológicos o, lo que es lo mismo, de la cultura material. Varias fueron las imposiciones de los españoles: los cambios en la agricultura; el imperio de la minería; las transformaciones de la producción manual; los nuevos productos de uso religioso y el práctico, los gremios abastecían los bienes religiosos y los de consumo de la nobleza y altos funcionarios de la Iglesia y la Corona. El bien de uso religioso recibía su correspondiente bendición: devenía así sagrado y por ende, invendible en el que se importaban pocos productos, pero si muchos artesanos españoles.
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