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Vida Amorosa Y Sentimental De Simón Bolívar Y Amantes


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2013  •  2.699 Palabras (11 Páginas)  •  792 Visitas

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VIDA AMOROSA DE SIMÓN BOLÍVAR

María Teresa Rodríguez

El sueño comienza a realizarse el 19 de Enero de 1.794 va a cumplir 17 años. La despedida en la Guaira es muy emotiva. Su tío Esteban había sido nombrado residente algo así como Viceministro de Hacienda de España. También es amigo del Marqués de Ustariz. En la casa del Marqués de Ustariz es centro de reuniones culturales. Posee una enorme biblioteca que el entusiasma. Le apasiona leer libros filosóficos. . En la casa de Ustariz no sólo aprende a pensar y a expresarse con profundidad, también conoce a una noble dama que le roba el corazón, se llamaba María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza. Tiene un enamoramiento tan repentino como ardiente. Simón quería casarse con ella enseguida. El papá de ella se opone por razones de edad ¡los dos son demasiados jóvenes! Tuvo que esperar dos años. Se veían con frecuencia porque Bolívar había encontrado en ella la ternura y el cariño que le faltaron desde la muerte de su Mamá. María Teresa Rodríguez del Toro, además era muy bella, muy dulce y muy sentimental.

Por fin la boda se celebraba en Madrid el 24 de Mayo de 1.802. Ella tiene 20 años, el tiene 19. Bolívar no tuvo a su lado ningún pariente inmediato, pues de sus dos tíos Esteban y Pedro ninguno estuvo presente en su matrimonio. Llenos de amor y ilusiones la juvenil pareja regresa a Caracas. Los parientes reciben con fiestas. La luminosidad y colorido del trópico deslumbran a María Teresa. Visitan también la hacienda San Mateo. Allí precisamente contrae una enfermedad tropical. El 22 de Enero casi a los ocho meses de casada, muere entre asombro y consternación de la familia. La prematura viudez fue un suceso decisivo en la vida de Bolívar, el mismo comprendió así:

- Miren ustedes lo que son las cosas; si no hubiera enviudado quizá mi vida hubiera sido otra; no sería el General Bolívar, ni el Libertador, aunque convengo en que mi genio no era para ser Alcalde de San Mateo.

Nuevamente el corazón de Simón Bolívar sufre un golpe de amarga soledad. Más tarde daría a un amigo:

"Quise mucho a mí esposa y su muerte me hizo jurar que no volvería a casarme". Y así lo hizo. La necesidad de olvidar el luto abatimiento y la soledad afectiva le impusieron a planificar otro viaje a Europa. Nunca más buscó otro amor como este, que le exigió constancia y pureza.

Amantes de Bolívar

Todo hombre importante tiene en su haber una mujer cercana que le impulsa para la conquista de los bellos ideales. Y como su fin permanente era la gloria, a Bolívar las glorias femeninas debían acercarse como signo de inspiración y estimulo. Bolívar tuvo numerosas amantes las cuales a cada una entregó su corazón y amor. Las más resaltantes fueron:

María Ignacia Rodríguez

Así podemos decir que su primera relación formal fue cuando se encontraba en la ciudad de Méjico, en el navío “San Idelfonso” -Veracruz .Viajaba con su familia, donde la fuerza de los protocolos del Oído de la Real Audiencia Don Guillermo Aguirre y Viana entra en relación con María Ignacia Rodríguez, cuyas amistades le llamaban “La guerra Rodríguez”, significando así el color de la piel y el cabello de esta bella mujer. Faltaba entonces un año escaso para completar el siglo XVIII. Ojos azules como el cielo, rasgados, inmensos y rubia sin dudar, talle elegante, con facilidad, gracia y popularidad se movía a sus anchas en la sociedad mejicana de la época por sus dotes personales que llegaban a compensarle los “pecadillos reiterados”, y además por ser hija de don Antonio Rodríguez de Velasco Osorio y de doña María Ignacia Osorio y Bello, gente de valimiento en aquella corte asentada sobre las aguas lustrales y el poder reprimido de Tenochtitlan. Mujer “ de fuego”, la “ guerra” también superaba a Bolívar en un lustro de edad y entre los olores de códices, libros becerros exhalaciones aromáticas de huertos y jardines, el caraqueño la encontró en la casa esquinera de su hermana María Josefa, también de armas masculinas a tomar, la marquesa Uluapa ( Estrada y Galindo por la vía nobiliaria), en cuya señorial y apropiada mansión de Chapultepec se hospedara el viajero. Entonces aquel flirteo emocional, ya herido el corazón de otro, fue de tal importancia como para constituir el primer amor efímero del Libertador cuidado si el primer descalabro de la “guerra”, “ el caraqueñito” allá llamado.

Fanny Du Villard

Aquel torbellino en la desgracia familiar le obliga de súbito a renunciar a la paz de su espíritu, y pronto, con apenas veinte años encima y unos bigotes nuevos decide regresar al continente europeo, la de los placeres y confabulaciones, para así dentro de la nostalgia olvidar y ala vez saborear en su mundo el complemento romántico de cuanto ha perdido. El joven Simón Bolívar rodeado de amigos, derrochando ilusiones, aprendiendo cada día más los lazos de la vida y a la espera de tropezar con alguien para llenar su corazón. Al cabo de poco tiempo aparece frente a el, ella, de cuerpo entero bautismos y enlaces connubiales llamada Fanny Louise Denisse Dervieux du Villard, mundana, hija del barón de Trobriand de Kenreden, pariente lejano por la sangre Aristeguieta que por el país vasco la enredaba en fantasías y que mantuviera entonces en espléndida casa “digna de una embajada”, un salón de tertulias apreciado en aquel Paris revolucionario y altanero. Ella, blanquísima mujer de cabellas tirando a rubio oscuro, frívola por demás, coqueta, de refinamiento y gracia elegante pese a ser un tanto gruesa, de boca fina, los ojo azules, sonrosada la piel, hábil, encantadora, rodea bale un magnetismo propio “con esa burbujeante picardía de la mujer francesa” y en todo momento fue ávida de confidencias.

Pues y desde un comienzo, en la vida de Bolivar, a pesar de los compromisos sociales, para intimar con aquel viudo solitario de veinte años, pleno de una fuerza desbordante que en igualdad transmite ala que por entonces estuviera casada desde 1.796, como se dice, en camas distintas, con un cansado Bartolomé Dervieux, coronel y conde a lavez, venido a menos en las esferas políticas cambiantes de la época y como complemento, con veintiséis años mayor que ella.

Teresa Lesnais

Antes de partir de aquel Paris, Bolívar habría de acariciar otros sentimientos y de apurar el cáliz juvenil en otros corazones. Así, preparado para una larga caminata europea de instrucción, que lo llevara por el centro del viejo continente acompañado esta vez del Robinson filosofo, es decir de su maestro Simón Rodríguez, y de su cuñado Fernando Toro, mientras se recibe francmason conocido de veras e intimo en esa Lutecia eternal calle de Vaugirard, del rococo y Chateaubriand, con su

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