Y nos fuimos a la revolucion

SEGUNDO IMPERIO

Este periodo histórico de México conocido como el “Segundo Imperio” abarco desde el año 1855 al 1867. Surgió a partir de que la emperatriz Eugenia confió a Napoleón III la tarea de rehabilitar a la raza latina en América, mediante un fuerte Imperio mexicano que contrarrestase el poderío absorbente de los Estados Unidos.

De esta forma Napoleón III puso manos a la obra. La idea era levantar un imperio sin imponerlo, ya que lo que él quería era crear en México un ambiente de libertad en que el pueblo, libre de "la opresiva minoría juarista", pudiese manifestar sin temor ni coacción su voluntad en pro o en contra de él. Esto suponía la ocupación militar del país, la expulsión de Juárez y la propaganda monárquica.

Después de que una Asamblea de Notables decretara la monarquía moderada, ofreció la corona imperial de México al archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo el 11 de julio de 1863. El cual puso por condición para aceptar, que el pueblo mexicano ratificase directamente el voto de la Asamblea, en otras palabras, lo que el demandaba era que el pueblo mexicano estuviese plenamente de acuerdo con esta decisión, ya que no quería ser un emperador impuesto. Así, muchos de los hombres que decidieron colaborar con el gobierno del Habsburgo creyeron que el imperio, al poner a la autoridad pública por encima de la política, al jerarquizar y centralizar el aparato de gobierno y al acotar el campo de intervención de la fuerza armada, sentaba las bases para un régimen estable

Maximiliano aceptó formalmente el trono de México el 10 de abril de 1864. Sin embargo el imperio de Maximiliano duró poco más de tres años, contados desde el día en que empezó a gobernar desde su castillo de Miramar, hasta el 15 de mayo de 1867, en que fue hecho prisionero en Querétaro. Y penosamente sólo en los últimos siete meses puede hablarse de un gobierno personal de parte de Maximiliano, ya que todo el tiempo anterior, vivió sujeto a Napoleón III, del cual esperaba dinero, ejército y dirección política. Así que hubo dos períodos principales en su imperio: tutoría napoleónica y gobierno personal.

La pasión de Maximiliano por el liberalismo, tan cordial a la ideología de Napoleón III, lo llevó a hacer muchas cosas que disgustaron a los católicos mexicanos.

Pero lo que significó la última gota que derramó el vaso de  las voluntades de conservadores y católicos, fueron sus leyes de Reforma, análogas a las de Juárez. Establecían el pase imperial para los documentos pontificios, la "tolerancia" de todos los cultos, la revisión de las operaciones de desamortización y nacionalización conforme a las Leyes Lerdo y de Reforma (de Juárez), la venta de los bienes que quedaban sin vender en manos del gobierno, la secularización de los cementerios y el registro civil.

Napoleón y Eugenia, olvidando sus propias responsabilidades, criticaron al fin, el fracaso político de Maximiliano.

En un intento por Maximiliano de solucionar la cuestión económica de su imperio, contrato a  dos empréstitos, lamentablemente el tiro le salió por la culata, ya que termino pagándoles el doble de los ingresos que generaron. También intento reorganizar el ejército mexicano y reforzarlo con soldados austriacos e inclusive buscó un acercamiento con el partido conservador.

Todos estos movimientos no eran más que esfuerzos desesperados por Maximiliano, con el fin de no perder la ayuda militar y financiera que le era brindada de Napoleón, sin embargo, en  Enero de 1866 Napoleón decide retirar sus tropas de México, debido a  las exigencias cada vez más apremiantes de los Estados Unidos  y la opinión pública francesa, la cual argumentaba que era un “mal negocio”, puesto que costaba dinero y hombres para que al final no produjera nada benéfico. Maximiliano recibe la triste noticia en Febrero.

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