50 Cosas Que Hay Que Saber Sobre Literatura
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50 cosas que hay que saber sobre literatura
Por Eduardo Larequi, el 31 de mayo de 2011
50 cosas que hay que saber sobre literatura, de John Sutherland
Aunque los estudios de teoría de la literatura no se cuenten entre mis lecturas más habituales, de vez en cuando me gusta sumergirme en las densas páginas de esos libros, sobre todo si versan sobre narratología, retórica o literatura fantástica y de ciencia ficción. Sobre un famoso manual de narratología, el de la profesora holandesa Mieke Bal (Teoría de la narrativa, Cátedra, 1985), velé mis primeras armas como reseñista, hace ya muchísimos años (RILCE, III, 1, 1987, pp. 165-168). Muy de vez en cuando vuelvo sobre aquellos primeros pasos (véanse mis artículos sobre Las cien mejores novelas de ciencia ficción del siglo XX o Los mecanismos de la ficción), pero aunque no haya escrito demasiadas reseñas de este tipo de libros, no es raro que les dedique atención. Tengo que confesar, no obstante, que a menudo no los termino de leer, o que incluso los compro para llevar a cabo una lectura deliberadamente fragmentaria, a la búsqueda de un dato, de un concepto, o de confirmación y apoyo para las ideas que luego desarrollo en los artículos que forman parte de la sección de Libros de La Bitácora del Tigre.
Por ejemplo, coincidiendo con la lectura de la novela Solar, de Ian McEwan, me encontré hace poco en los expositores de una de mis librerías favoritas con el libro 50 cosas que hay que saber sobre literatura, del profesor y crítico literario inglés John Sutherland. Como el índice me pareció atractivo, y además mencionaba en dos o tres ocasiones a McEwan, compré el libro, y comencé a leerlo con tanto gusto que, en desacuerdo interno con mis objetivos iniciales (pues me había propuesto tenerlo a mano como material de consulta), lo he terminado en apenas una semana.
Estoy seguro de que el libro de Sutherland me servirá en el futuro para mucho más que para el chiste con el que inicié la reseña de Solar. En todo caso, conviene destacar desde un principio que estamos ante una obra poco convencional, pues no se trata de un prolijo manual al estilo de la obra ya citada de Mieke Bal, ni tampoco de un estudio exhaustivo de carácter sistemático, sino más bien de un libro de divulgación (aunque muy subjetivo e idiosincrásico), destinado a un público ya versado en la materia, aunque no necesariamente especializado en ella. A los profesionales universitarios de la crítica y de la teoría de la literatura, y quizás también a la mayoría de los colegas profesores de instituto, tal vez se les quede algo corto en su alcance, pero a cambio su lectura es pródiga es ideas chispeantes y en referencias y enfoques muy aprovechables.
De la Introducción con la que se abre el volumen (pp. 8-9), me gustaría destacar dos ideas fundamentales: la primera, que el libro se propone ofrecer al “lector bien equipado” las mejores herramientas para comprender las obras literarias, y de aquí la variedad de enfoques y perspectivas que ofrece Sutherland. En cuanto a la segunda, constituye toda una declaración de intenciones, con la que resulta difícil no estar de acuerdo: “en última instancia, el objetivo de la literatura es el placer. Y la lectura inteligente es uno de los mayores placeres que puede ofrecernos la vida” (p. 9). El humor, el eclecticismo y la distancia irónica que a menudo se toma Sutherland con respecto a los escritores consagrados y a los gurús de la teoría literaria constituyen claros síntomas de esa actitud sabiamente epicúrea con la que el autor observa la inagotable variedad del hecho literario.
El grueso del volumen está organizado en breves capítulos (ninguno pasa de las cuatro páginas), cada uno de los cuales está dedicado al desarrollo de una de entre las cincuenta ideas fundamentales sobre literatura. A su vez, éstas se organizan en seis secciones diferentes, a saber:
Cuestiones básicas: mimesis, ambigüedad, hermenéutica, el clásico, intencionalidad, la falacia afectiva, narrativa/historia, épica, lírica/prosodia, gótico, la paradoja de la traducción.
Maquinaria: cómo funciona: cultura, el medio, base/superestructura, el canon, el género, el cierre, el cambio de paradigma, propiedad, autoridad crítica, estilo.
Recursos literarios: alegoría, ironía, la imagen, alusión, extrañamiento, bricolaje, metaficción, la sensación de realidad.
Nuevas ideas: estructuralismo, deconstrucción, textualidad, doble vínculo, posmodernismo, heteroglosia, nuevo historicismo, poscolonialismo, semiología, teoría de la recepción, política sexual.
Crímenes universales: el plagio, obscenidad, difamación, blasfemia, permisividad, mentiras literarias, “negros”.
Futuros literarios: fanfic, el e-book, inundación literaria.
Todos los capítulos constan de los mismos elementos: el análisis del concepto literario, que ocupa la mayor parte de su extensión; una cronología que figura en la parte inferior de las primeras dos páginas; algunas citas ilustrativas, en general de
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