A La Carga! Ken Blanchard.
Enviado por hellen240188 • 7 de Mayo de 2012 • 3.993 Palabras (16 Páginas) • 1.320 Visitas
¡A LA CARGA!
Ken Blanchard.
Se hace referencia a la promesa que le hiciera Pegy Sinclair a su amigo Andy Longclaw, en el cual cuenta la historia de cómo salvó a su empresa de la quiebra. Esta promesa comenzó en el Hospital Walton Memorial un día de Junio de 1994. En este hospital le hizo la promesa en su lecho de muerte a Andy Longclaw, el cual, antes de morir, le pidió que contara la historia de Gun Ho. El espíritu de la ardilla, el estilo del castor y el don del ganso. Las tres revelaciones que los habían conducido hacia el éxito.
Después de salir del hospital se percató que en auditorio del hospital acababa de culminar una reunión y mientras esperaba el cambio del semáforo notó la presencia de dos hombres que se acercaban por detrás y uno de ellos dijo una palabra que resonó en sus oídos con mucha claridad a pesar de que estaba absorta en sus reflexiones: “Los budistas dicen que el maestro aparece cuando el alumno está listo”.
Los dos hombres en cuestión eran los autores de este libro quienes no reconocieron a Peggy, en ese momento. Esta continuó su camino hacia el restaurante Denny´s. La conversación entre los autores, se refería a la mala suerte que tenían, ya que habían viajado hasta el pueblo Walton para entrevistarse con la gerente General de la Planta Walton Works #2, Peggy Sinclair, quien era considerada toda una leyenda para ese momento ya que había conseguido sacar de la banca rota a la peor planta de las 32 que tenía la compañía del mismo nombre. En la actualidad el funcionamiento de la planta era tan extraordinario que la Casa Blanca les había otorgado un reconocimiento por ser uno de los mejores sitios de trabajo de todo el país. La entrevista no pudo ser posible ya que la Sra. Sinclair se había excusado porque un colega y amigo se encontraba muy enfermo.
Blanchard y Bowles entraron también al mismo restaurante y no fue hasta que les sirvieron la comida que repararon en la figura de Peggy a quien, a pesar que tenía el rostro surcado en lágrimas, fue fácil reconocerla gracias a la foto de la publicidad realizada por el reconocimiento de la Casa Blanca. Para sorpresa de estos dos señores Peggy Sinclair también los reconoció y se acercó a ellos haciendo su presentación y pidiéndole disculpas por haber faltado a la cita, de aquí parte la escritura del libro, siendo esta la primera reunión y la cual tuvo una duración de tres horas, luego siguieron muchas otras sesiones en los meses siguientes.
La historia de Gung Ho
Esta historia es narrada por Peggy Sinclair, comienza cuando ella es nombrada Gerente general de la planta Walton Works # 2. Ella siempre había ocupado cargos ejecutivos y jamás había trabajado en operaciones. La emoción que sintió por el nombramiento no le permitió percatarse de que había caído en una trampa tendida por el presidente de la compañía el Sr. Morris. Ella pensó que el viejo Morris le había perdonado el haber redactado un informe, donde ella no estaba de acuerdo con el nuevo plan estratégico, la reacción del viejo no había sido buena, pero gracias a este informe la empresa se había ahorrado un millón de dólares. También pensó que ese nombramiento era su recompensa por el logro obtenido.
Al llegar a la planta se percató de la situación, ya que la misma era la peor de las 32 plantas de la corporación y dada la situación no tardaría mas de seis meses o un año en cerrar sus puertas; y ella desaparecería junto con la planta, se dio cuenta que la habían usado como un chivo expiatorio perfecto para la planta.
No hacía falta ser un genio para reconocer la razón de la situación de la empresa, en ella se trataba mejor a las materias primas que a las personas.
Al reunirse con los colaboradores, descubrió una luz de esperanza ya que el departamento de acabado era el más eficiente de toda la corporación, a pesar de la situación de Walton Works #2.
En total ese departamento tenía 150 trabajadores, lo que equivale a decir que solo el 10% de los trabajadores de la planta eran verdaderas joyas, mientras que los demás parecían solo trozos de carbón manipulados por hombres de las cavernas y cuyo único propósito era su auto destrucción.
Posteriormente me reuní con el gerente de división al cual le reportaba el gerente de operaciones del área de acabado. Para mi sorpresa las primeras palabras que escuché de este gerente fueron las siguientes: “ Será mejor que se deshaga lo antes posibles al gerente de operaciones". De verdad, por qué tenía yo que ser la responsable de ese despido y no él que era su jefe directo. En ese momento me interesé principalmente en averiguar la razón por la cual debía despedir al gerente de operaciones. El gerente de división insistió diciendo que Andy Longclaw era un problema ya que era de origen indio, aunque aseguró que no tenía nada en contra de los indios, pero este en particular era un guerrero que además tenía un Master en Administración de Empresas y que era una piedra en el zapato, además de que el área será aun mejor si cuando el hombre se vaya. Los siguientes comentarios relacionados con el gerente de operaciones fueron peores todavía.
No sabía si debía despachar a Andy Longclaw, dentro de seis meses posiblemente esta planta cerraría sus puertas, lo que si estaba segura era que este gerente de división no trabajaría para mí en ese lapso de tiempo.
Al día siguiente recorrí la planta en la mañana antes que culminara el tercer turno. Se sorprendieron de ver a un gerente general recorriendo la planta a tan tempranas horas. Pude observar que los supervisores eran buenos pero el problema era la falta de interés. Si los trabajadores estaban sorprendidos, los gerentes de división casi mueren al verme en la planta durante el segundo recorrido, vinieron corriendo tratando de convencerme para que me entrevistara con ellos en sus oficinas, diciendo que los resultados y gráficos lo tenían en sus oficinas. Faltaba por recorrer el departamento de acabado y para ello me lleve al gerente de división, esperaba que se redimiera por su bien. Al llegar al departamento pude notar la limpieza reinante y los aviso alusivos a Gung Ho colgaban por todas partes lo más importante era el entusiasmo que tenía la gente, todos se sentían orgullosos y alegres en su trabajo, llevaban uniformes rojos impecables y el orden y el aseo brillaba a cada paso. El gerente de división no cambió en lo absoluto, siguió hablando mal del gerente “indio” de operaciones y de las personas del departamento. Y para colmo noté como observaba los anuncios de Gung Ho, como si nunca lo hubiera visto, selló su salida de la empresa al sugerir “por que contratar a un indio cuando hay disponibles
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