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Alguna vez leí en la caratula de la película: Primero les robaron el oro, y ahora les roban el agua


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2013  •  Síntesis  •  2.331 Palabras (10 Páginas)  •  473 Visitas

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Alguna vez leí en la caratula de la película: Primero les robaron el oro, y ahora les roban el agua.

Decidí cambiar mi trabajo por hacer una reflexión sobre la película que vimos en clase “También la lluvia” la cual, sin dejar su propósito de ser una película con fines lucrativos. Pone de manifiesto la problemática sobre las Guerras del Agua en Bolivia. Debo confesar que la primera vez que vi esta película la vi de manera superficial y la aborrecí, tal vez por el prejuicio que tenía sobre el actor.

Tiempo después por razones académicas tuve que empaparme de información sobre los conflictos actuales de Bolivia lo que me llevo a investigar más sobre el tema.

Según un párrafo de una consulta en internet:

En septiembre de 1999, impulsada por el Banco Mundial, la multinacional Bechtel firmó un contrato con Hugo Banzer, presidente electo y antiguo dictador de Bolivia, para privatizar el servicio de suministro de agua a Cochabamba.

. Y es que los conquistadores españoles, hombres aventureros, que arriesgaron su vida por su país hace 500 años para descubrir las Américas, no fueron tan “héroes” como nos los pintan. En el colegio se olvidaron de contarnos la forma cruel, y brutal de cómo fundaron sus colonias.

La situación del siglo XV se mezcla y compara con la que se vivió en el año 2000, conocida como “Guerra del agua”. En esta ocasión, el gobierno boliviano codiciaba el agua, y quiso privatizarla, pero las gentes del municipio de Cochabamba se resistieron. Esta protesta se recordará siempre como la primera rebelión del siglo XXI.

Los personajes principales de la trama son Costa (Luis Tosar), un productor de cine , Sebastián (Gael García Bernal) director joven e idealista, que deciden rodar en Bolivia la llegada de los conquistadores españoles a América, centrándose en su brutalidad, y en el coraje de algunos miembros de la iglesia que lucharon defendiendo la liberación de los esclavos indígenas. Lo que no se imaginan es que mientras intentan sacar el rodaje adelante, estalla la Guerra del Agua, y entonces sus convicciones y modos de ver la vida cambian hasta tal punto que se tambalea el objetivo principal del viaje, terminar la película.

“También la lluvia” es un retrato de la codicia del ser humano, pero también de su dignidad. Muestra su lado más salvaje, y nos hace sentir culpables, haciéndonos partícipes junto a los colonos de todo el sufrimiento que causaron. Pero a su vez, nos redime, mostrándo el aspecto generoso y altruista del ser humano en los momentos más duros.

Los siglos pasan, las costumbres cambian, el mundo evoluciona, se transforma, pero las luchas siguen teniendo la misma fuerza, el mismo fondo, la misma naturaleza, el mismo objetivo: SOBREVIVIR.

El contrato fue oficialmente adjudicado a una empresa denominada Aguas del Tunari, un consorcio empresarial en el que Bechtel participaba con el 27,5 por ciento. Poco después, surgieron quejas sobre el aumento de las tarifas del agua (servicio del que se carecía hacía varios años en la ciudad); las mismas se habían elevado en más de un 50 por ciento. Todas estas acciones culminaron en las protestas de la guerra del agua de 2000. Muchas personas se vieron obligadas a retirar a sus hijos de las escuelas o a dejar de visitar médicos como consecuencia de los precios del agua. Se declaró la ley marcial y la policía boliviana mató al menos a una persona (Víctor Hugo Daza, de 17 años) e hirió a 170 participantes en las protestas. En medio del colapso de la economía nacional y el aumento de los disturbios, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con Bechetel.

En 2001, la empresa de ingeniería Bechtel inició un proceso legal contra el gobierno de Bolivia, reclamando indemnizaciones por daños por valor de 25 millones de dólares. Bechtel argumentó que el contrato únicamente le permitía administrar el sistema de aguas, que era un servicio deteriorado y que fue el gobierno local quien subió los precios del agua. La batalla legal atrajo la atención de los movimientos anticapitalista y anticorrupción. Este tema es tratado en el documental realizado en 2003 La Corporación (o The Corporation en su original inglés) y en la propia página web de Bechtel. En enero de 2006, Bechtel y otros socios internacionales retiraron la demanda contra el gobierno boliviano después de intensas protestas.

Ley 2029

Para asegurar la legalidad de la privatización, el gobierno boliviano aprobó la ley 2029, que verificó el contrato con Aguas del Tunari. Para muchos, la ley parecía conceder a Aguas del Tunari el monopolio sobre todos los recursos de agua. Muchos temieron que esta agua incluyera la usada por los campesinos para el riego, así como los recursos de la comunidad, que habían sido independientes antes de la regulación. La ley consideraba “permitir la venta de los recursos de agua” que nunca habían sido realmente parte de SEMAPA. Esto hizo pensar que los sistemas comunales independientes del agua, que todavía no estaban conectados con SEMAPA, serían expropiados por la nueva concesión. Aguas de Tunari no solo podría haber instalado las conexiones necesarias para conectarse a los sistemas comunales independientes, sino que también habría podido cobrar a los residentes por la instalación de estas conexiones. La ley indicaba además que la población requeriría una licencia para recoger el agua de lluvia, una política inaplicable. El primero en plantear interrogantes sobre el alcance de la ley fue Omar Fernández, dirigente de la Federación Departamental Cochabambina de Regantes (FEDECOR). FEDECOR estaba compuesta por profesionales locales, incluyendo ingenieros (SIB-Departamental CBBA con el Ing. Maldonado a la Cabeza) y ecologistas, una federación de los granjeros campesinos, y la Central Obrera Boliviana dirigida por Oscar Olivera. Estos grupos se unieron y formaron la Coordinadora para la defensa del agua y de la vida, ente que se convirtió en la base de la oposición a la política.

Aumento de la tarifa

Como una condición del contrato que convino Aguas de Tunari, se tenía el pago de 30 millones de dólares de la deuda acumulada por SEMAPA. También acordaron financiar una extensión del sistema del agua, y comenzar un programa de mantenimiento muy necesario sobre el sistema existente del agua. Dider Quint, director del consorcio, mencionó “Éramos conscientes que podríamos poner este programa en ejecución en un período del tiempo más corto que el que estaba requerido por el contrato. Para lograr esto teníamos que aumentar la tarifa de agua, y nivelar por todos los aumentos que no habían sido puestos en ejecución antes.”

Además, para asegurar el contrato Aguas del Tunari tuvo que prometer el

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