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Análisis del capítulo 5: Esclavos de la pasión


Enviado por   •  20 de Febrero de 2019  •  Tarea  •  1.993 Palabras (8 Páginas)  •  1.202 Visitas

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Análisis del capítulo 5: Esclavos de la pasión

El dominio de uno mismo es el poder afrontar los contratiempos emocionales que el destino nos deparan, siendo esta una virtud desde los tiempos de Platón. Una vida carente de pasión se puede considerar cómo una tierra yerma indiferente que se hallaría escindida y aislada de la fecundidad de la vida misma. Aristóteles decía que el intento de acallar las emociones conduce al embotamiento y la apatía, mientras que su expresión desenfrenada puede terminar abocando en situaciones extremas al campo de lo patológico. La vida está sembrada de altibajos, pero debemos mantener el equilibrio en las cuestiones del corazón es la adecuada proporción entre las emociones negativas y positivas la que determina nuestra sensación de bienestar.

Poder dominar las emociones constituye una tarea tan ardua que requiere una dedicación completa y por lo tanto la mayor parte de nosotros sólo podemos tratar de controlar el estado de ánimo que nos embarga. El arte de calmarse a uno mismo constituye una habilidad vital fundamental es por esto, que en teoría los niños emocionalmente sanos aprenden a calmarse tratándose a sí mismos del modo en que han sido tratados por los demás, siendo así como se vuelven menos vulnerables a las erupciones del cerebro emocional.

El diseño del cerebro manifiesta que tenemos escaso o ningún control respecto al momento que nos vemos arrastrados por una emoción al igual que disponemos de mucho margen de maniobra sobre el tipo de emoción que nos inquietará. Uno de los indicadores de la autorregulación emocional es el hecho de poder reconocer en qué momento la excitación crónica del cerebro emocional es tan intensa como para requerir ayuda farmacológica.

El enfado se puede considerar el estado de ánimo más persistente y a su vez difícil de controlar; es la más seductora de las emociones negativas teniendo un monólogo interno que lo alienta con argumentos convincentes para justificar el hecho de poder descargarlo con alguien dando como resultado algo energizante e incluso euforizante. Existen diferentes tipos de enfado, en el extremo del circuito emocional el neocórtex tiende a fomentar un tipo de enfados un tanto más calculador como la venganza fría o reacciones que suscitan a la infidelidad y la injusticia. Este estado desde un punto de vista puede ser totalmente evitado; en primer lugar se debe tratar de encontrar la fuente que alimenta el enfado, mientras más “buenas razones” y más justificaciones encontremos se seguirá alimentando. Los pensamientos obsesivos son un factor grande a la hora de alimentar el fuego de la ira, lo cual este sólo podrá extinguirse contemplando las cosas desde un punto de vista diferente. Se puede considerar que el detonante universal sea la sensación de hallarse amenazado (tanto física como simbólica para nuestra autoestima). El maestro tibetano Chogyam Trungpa dice que el mejor modo de relacionarse con el enfado: “Ni lo reprimas ni te dejes arrastrar por él”

El primer modo de combatir el enfado consiste en prestar la mayor atención y ver que pensamientos desencadenan la primera descarga de enojo. La segunda forma es aplacar la excitación fisiológica ligada a la descarga adrenalínica en un entorno que no haya peligro de que se pueda producir más situaciones. Según Zillmann “las distracciones son un recurso sumamente eficaz para modificar nuestro estado de ánimo por la sencilla razón de que es difícil seguir enfadado cuando uno se lo está pasando bien” es como darse un permiso para que el enfado se enfríe mientras disfrutamos de un agradable momento.  Este período de enfriamiento no resulta fructífero si se sigue alimentando la cadena de pensamientos, convirtiéndose en un pequeño detonante. Redford Williams recomienda que la persona aprenda a utilizar la conciencia de sí mismo para darse cuenta de los pensamientos irritantes o cínicos al instante que aparecen y automáticamente registrarlos por escrito, así se pueden afrontar y considerarse desde una perspectiva más adecuada.

El ciclo de la preocupación suele comenzar con un relato interno que salta de un tema a otro y no suele incluir la representación imaginaria del infortunio en cuestión, siendo estos más de carácter auditivo que visual. Este ciclo es un factor desarrollador del insomnio, que su principal problema en una persona que lo padece son los pensamientos intrusivos; se trata de aprensivos crónicos que no pueden dejar de estar preocupados sin importar que tan cansados estén. La única forma de conciliar el sueño es alejar su mente de las preocupaciones focalizándolas en las sensaciones producidas por el ejercicio de algún tipo de relajación. El primer paso para trabajar la preocupación consiste en tomar conciencia de uno mismo, registrar el primer acceso de preocupación de inmediato. El siguiente paso consiste en adoptar una postura crítica ante las creencias que sustentan la preocupación.

La tristeza proporciona una especie de refugio reflexivo frente a los afanes y ocupaciones de la vida cotidiana, que nos sume en un período de retiro y de duelo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período donde podemos llevar a cabo ajustes psicológicos pertinentes y establecer nuevos planes que permitan que sigamos con nuestra vida. La depresión por el contrario no es algo útil, es un estado de ánimo que tiende a perpetuarse y a eclipsar incluso las distracciones elegidas por el sujeto. La táctica más eficaz para combatirla son las actividades sociales, compartir algún tipo de actividad con los amigos o con la familia resultando ser muy eficaces siempre que quede claro el objetivo a lograr que es olvidar la tristeza; preocuparse por aquello que nos deprime sólo contribuye a que se agudice la depresión y se prolongue.

Wenzlaff dice que: “las asociaciones de pensamientos no sólo se basan en su contenido sino también según el propio estado de ánimo. Las personas contamos con un repertorio de pensamientos negativos que acuden a nuestra mente con mayor facilidad cuando estamos alicaídos. Quienes son más proclives a la depresión tienden a establecer fuertes lazos asociativos entre estos pensamientos, de modo que, una vez que se ha evocado un determinado estado de ánimo negativo, resulta mucho más difícil suprimirlo. Por más irónico que pueda parecer, las personas deprimidas tienden a distraerse recurriendo a otros pensamientos depresivos, con lo cual lo único que consiguen es profundizar todavía más su depresión”. Uno de los antídotos más eficaces contra la depresión es la reestructuración cognitiva, es decir ver las cosas desde otra perspectiva. Otro eficaz elevador del estado de ánimo consiste en ayudar al necesitado, puesto que la depresión se alimenta de obsesiones y preocupaciones en torno a uno mismo, ayudar a quien lo necesita contribuye a que nos olvidemos de este tipo de preocupaciones.

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