Analisi De La Obra Lolita
Enviado por carlosramos9 • 9 de Febrero de 2015 • 2.000 Palabras (8 Páginas) • 418 Visitas
TEMA:
LO ROMÁNTICO EN LA OBRA “LOLITA DE VLADIMIR NABOKOV”
En el epílogo forma parte de la edición que guió el presente comentario, Nabokov nos da las claves de la historia íntima de la novela Lolita y nos ayuda a entender sutilmente que en su obra hay un sesgo freudiano, el cual en realidad, es mencionado solamente de pasada. Nabokov habla de: ´´mi vieja amistad con el vuduismo freudiano´´ en el contexto de un recuento de las reacciones que tuvo la novela Lolita entre los críticos lectores. Pero ahondando más en estos indicios de la presencia de un padecimiento clínico psicopatológico en el personaje Humbert Humbert, delineado como efecto de la comprensión sicoanalítica del Nabokov narrador, hallamos que en este aspecto la obra cumple al detalle la personificación matemática de la conducta del abusador infantil.
La obra misma Lolita es un quiebre de la percepción moral en occidente moderno, ante los avances y retrocesos del pudor entre las mujeres jóvenes y a la par la liberación sexual de los adultos, ambas definen un tiempo que excluye del juego a los menores, quienes paradójicamente pasan a ser contemplados cada vez más como sujetos de protección, tutela, modelamiento y formación inducidas, retrasando cuanto se pueda su necesario despertar. En sociedades más tradicionales como las latinoamericanas, tal retraso es evidente y fruto de muchas confusiones, incubada entre muy cosmopolitas concepciones del niño como investigador explorador, curioso e inocente, el ser en formación que descubre nuevos mundos con la imaginación, el hombre en su estado más próximo a la naturaleza.
El yo del narrador en primera persona, narrador personaje de Lolita, es un yo irónico, cínico y corrompido. Pero esto es nada más que la apariencia moral, objetiva de un hombre abominable que es producto de un despojo existencial. Su infancia misma y su iniciación, su hallazgo del amor verdadero, son experiencias truncadas. ´´H.H.´´ conoce el amor y la muerte, el dolor y el placer en su continuidad y su sociedad trágicas, a una edad muy temprana. Por lo tanto, está condenado a buscar esa destrucción que lo destruyó a él.
Nabokov escribe, en el prólogo de la edición del El Comercio (colección que se publico el año 2000) lo siguiente, sobre el personaje de su novela:
´´No tengo la intención de glorificar a H. H. Sin duda es un hombre abominable, abyecto, un ejemplo flagrante de lepra moral, una mezcla de ferocidad y jocosidad que acaso revele una suprema desdicha pero que no puede ejercer atracción. Su capricho llega a la extravagancia. Muchas de sus opiniones formuladas aquí y allá sobre las gentes y el paisaje de este país son ridículos. Cierta desesperada honradez que vibra en su confesión no le absuelve de pecados de diabólica astucia. Es un anormal. No es un caballero.´´ (p. 11)
En dicho prologo Nabokov encarna a John Ray, hombre de letras a quien le hacen llegar el manuscrito de un reo que prefiere mantenerse en el anonimato bajo el seudónimo de Humbert Humbert. El manuscrito se tituló Lolita. Confesiones de un viudo de raza blanca. El nombre de Humbert es una máscara tras la cual se oculta un intelectual europeo que al azar vive en América donde conoce y es víctima de la pasión por una niña de doce años. Un encuentro del viejo mundo y el nuevo, una cultura libre y en ascenso frente a una cultura decadente, envejecida, plagada de errores y falsas ilusiones, cargada de estigmas y crímenes, así como de esperanzas y genialidades. El personaje de Nabokov es un desarraigado, un hombre que huye del pasado de una Europa en la que él mismo es una sombra de sus propias posibilidades, arrastrando consigo el mal de la nínfula, esa manía por iniciar y gozar a las mujeres núbiles. Un primer apunte de especulación sicológica en torno a este antihéroe, este anormal de la novela de amor, yace precisamente en esa confusión de espacios, en ese juego de espejos que se vuelven los exilios para los solitarios que se hunden en la tristeza y en las exacerbaciones de la sensualidad; el desarraigo es un patrón recurrente entre los hombres culpables.
En la construcción de su personaje Nabokov utiliza a veces la tercera persona: ´´Annabel era, como el narrador, de origen híbrido: medio inglesa, medio holandesa´´ Pero cae nuevamente en la primera persona; en lugar de continuar con esa distancia, sigue después: ´´Hoy recuerdo sus rasgos con nitidez…´´
En el mismo párrafo, Nabokov se mete a explicar una teoría subjetiva sobre las clases de memoria visual y utiliza el plural científico: ´´Nosotros recreamos diestramente una imagen…en el laboratorio de nuestra mente… evocamos instantáneamente…´´ para luego sumergirse en su confesionalismo intimista, en su fruición nostálgica, poniendo entre paréntesis el tácito y anónimo, el enmascarado Humbert Humbert, ´´(y así veo a lolita)´´.
Es éste confesionalismo intimista el que le da ese aire de confianza al lector del libro, que se desliza ante revelaciones extraordinarias de cómo puede llegar a ser abyecto un hombre al tratar de seguir sus bajas pasiones. El retrato sorprendente que se obtiene gracias a la construcción de estos rasgos, aparece sin disimulo, entre los alegatos difusos y estéticos a favor de la afición pervertida del personaje por ciertas menores de edad: ´´El lector que ya me conoce…imaginará con facilidad como me cubría de polvo y me acaloraba al tratar de obtener un vislumbre de nínfulas (siempre remotas, ay) jugando en Central Park…´´ (p. 36)
Nabokov intenta que el protagonista, el personaje narrador, entable un diálogo y una empatía con el lector. Y se esfuerza en toda la obra por rodear su búsqueda abusiva de la mujer iniciática de una atracción y una gracia, de una candidez, que hacen olvidar la motivación de toda la obra, su angustia culposa, por maltratar la infancia de Lolita, y su sed de venganza por el que se la arrebata de las manos.
Cuando el personaje realiza su transgresión y se siente dominado por
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