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Análisis sobre "Don Segundo Sombra" de Guiraldes.


Enviado por   •  29 de Junio de 2018  •  Ensayo  •  2.133 Palabras (9 Páginas)  •  1.015 Visitas

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Literatura Argentina I

Análisis sobre “Don Segundo Sombra”, de Ricardo Güiraldes.

  • Romero, Maximiliano.
  • Nagurny, Belén.
  • Machado, Camila.

04/06/2018


CONSIGNA: En Don Segundo Sombra se retoman los tópicos de la gauchesca (personajes, espacio, voces, tradiciones), para modificar estética e ideológicamente dicho género en tanto instrumento de la tradición e identidad nacional.

Explique y ejemplifique de qué manera se verifican esas transformaciones.

La Argentina de principios del siglo XIX se caracterizó por afrontar a nivel político y social, consecuencias heredadas en relación a las conflictividades propias del siglo pasado.

Entre ellas encontramos las olas inmigratorias, que fueron propiciadas por las presidencias conservadoras desde la consolidación del país como nación, proceso posterior a la batalla de Pavón de 1862. La promoción inmigratoria buscada por intelectuales y conservadores venideros al poder, fue diferente a la que finalmente llegó para asentarse en el país. Así, mientras se deseaba masas provenientes de naciones como Inglaterra y Francia (ambas consideradas como la “Europa buena” y atravesadas ya en diferentes grados por la revolución industrial); lo que arribó a territorio argentino fueron grupos provenientes en su mayoría de España e Italia (la “Europa mala”, atrasada) y otras países orientales del viejo continente. Estos inmigrantes trajeron consigo ideas del tipo anarquista y socialista; aquello contrario a lo pretendido por el poder. Estas poblaciones no tardaron en comenzar a pelear por sus derechos como trabajadores, “contagiando” a gran cantidad del criollismo que había emigrado desde las provincias para concentrarse en Buenos Aires.

En este contexto de conflicto social y  penetración extranjera, políticos e intelectuales, para la época del Centenario, insistieron en la necesidad de que el Estado fomentara un sentimiento patriótico que distanciase a la población nativa de las influencias extranjeras. En palabras de Ricardo Rojas: “la restauración nacionalista”; que no significó un retroceso con respecto a la campaña de “europeización y civilización” que la misma élite había impulsado.

Podemos destacar aquí la influencia de la creación de la primera cátedra de literatura argentina en 1910: en ella, la figura del gaucho ―tan odiada por intelectuales como Sarmiento―, comenzó a apreciarse y reconstituirse como hito de la nación. Lo que se exaltó fueron los personajes míticos del folklore y sobre todo el Martín Fierro (máxima obra nacional de género gauchesco).

En síntesis, por estos años se intentó crear un ideal ciudadano que se identificara firmemente con la “patria”, y sólo empleando métodos “legales” para hacer valer sus derechos, a diferencia de los métodos violentos de protesta propios de los extranjeros de Europa.

Esta introducción nos sirve para generar un marco de comprensión del contexto argentino de principios del siglo XIX, muy necesario para poder entender y ubicar así  las obras literarias producidas en estos años; las mismas, tienen como eje esa “restauración nacional” de la que habla Rojas, y en este trabajo abordaremos particularmente la novela de “Don segundo Sombra”, escrita por Ricardo Güiraldes.

En ella, seremos capaces de resaltar una serie de distinciones y transformaciones que se han dado entre los géneros literarios, estableciendo al mismo tiempo su antecedente directo en la literatura argentina: la gauchesca.

Así, partiremos desde un rasgo esencial e inevitable, es decir, el contexto socio-histórico.

Mientras la gauchesca ha sido desarrollada primeramente a modo de afirmación independentista, y luego cuya obra culmine será “La Vuelta del Martín Fierro” de José Hernández (1879); es el caso de “Don Segundo Sombra” un hecho sumamente lejano. La misma se presenta en 1926 como una de las creaciones más importantes del S. XX. Sin embargo, en aquel período el género gauchesco en rara ocasión goza de su revitalización, ya siendo considerado uno más entre tantos en el paso de la historia literaria de la nación. Güiraldes revive un género muerto.

Mayormente se solía proponer desde la gauchesca dos bandos característicos: bien y mal, campo o ciudad. Serán en estos casos donde presenciaremos un gaucho enajenado ante la visión de la civilización, inerte de sentido, incapaz de entrever en el contenido de la modernidad rasgos identitarios; ello reflejándose en la morfología de la ciudad-campo, de la tradición-cultura que se oponen. Un paisano que no puede hallar comunicación alguna con los entes propiedad de lo urbano.

No obstante, Güiraldes propone una nueva percepción. Trata sobre la frontera.

Frontera en el sentido de relación, una oposición simbólica que, sin embargo, no se establece desde el enfrentamiento sarmientino: sino desde los ámbitos que transita el protagonista en su vida, en donde lo que antes se consideraba condena (la ciudad), luego se vuelve realidad al finalizar la historia. Ello, enmarcado en un proceso de aprendizaje transitado por Fabio Cáceres, en el cual el saber paisano de su juventud constituye un hito de la propia esencia humana (se deroga la antigua imagen de gaucho); un personaje que se desarrolla en los distintos contextos iniciando por una identificación regional hasta lo avanzado de su crecimiento, cuando Cáceres acepta su destino hacia la individualidad civilizada.

También ello se refleja en la estructuración textual de ambos géneros: en la gauchesca prima la lejanía, un narrador en tercera persona que siempre impone sus esfuerzos para tomar distancia de los dialogismos miméticos imperantes en sus protagonistas principales: los gauchos. Construcción poética en la que prima el octosílabo, otorgándole prioridad a discursos entre locutores alternantes que se realizan según un autor culto.

Por el contrario, en “Don Segundo Sombra” se pretende una conjunción de la civilización y barbarie, en tanto una lengua oral y un obrar estético que se hallan a la misma altura; una primera persona que no duda en arrimarse a las figuras de sus personajes, mas no deja de evidenciar en todo momento las herramientas con las que cuenta para desarrollar grandes expresiones retóricas, metafóricas y de elocuencia.

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