Apreciaciones sobre la Historia de la Sexualidad de Michel Foucault.

Historia de la sexualidad 1: La voluntad del saber

Michel Foucault

Autores como Bourdieu, Douglas, Goffman o Ana Martinez Barreiro concuerdan en que el cuerpo es un producto social y cultural, afirmación que sustenta una serie de indagaciones sobre las prácticas sociales de regulación y dominación de los cuerpo, que han conducido a un desequilibrio notable en la percepción de los cuerpos, aquellos que han  conducido a un desequilibrio notable en la percepción sobre el control de nuestro cuerpo y sobre la sexualidad. Tal vez, este fue el punto de partida de Foucault, el cual, sumado a sus estudios sobre las instituciones sociales, nos introduce en su trabajo sobre la historia de la sexualidad humana, alcanzando a publicar tres volúmenes.

Y es que sus dos obras anteriores nos dejaron en claro que la “voluntad de saber” de Foucault se encuentra en un callejón sin salida, esto no se debe a su manera de pensar el poder, sino más bien a que se encuentra en el callejón sin salida en el que nos mete el propio poder, tanto en nuestra vida como en nuestro pensamiento, a los individuos que nos vemos ínfimos dentro de este. Dicho esto, debemos tener en claro dos cosas. Por un lado, este callejón sin salida se guía netamente por la concepción Foucaultiana del poder, siendo la concepción panóptica del poder, lo que nos permita abordar las cuestiones con la sexualidad humana. En segundo lugar, el estudio de las pautas de acción y formas de pensamiento en torno al sexo conduce a Foucault hacia un replanteamiento de la función de la subjetividad. En cualquier caso, como tenemos previsto desarrollar en el trabajo, podremos ver que mediante el acercamiento a los clásicos, va descubriendo que la subjetividad no es solo un punto de resistencia, sino también la base para construir la nueva ética. Pero antes, es necesario tener algunos conceptos de la obra aclarados.

Para comenzar, debemos tener en claro que Foucault postula una “voluntad de saber sobre el sexo”. A partir del siglo XVII se encuentra una proliferación sobre discursos sobre el sexo, la exhortación a hablar y escuchar sobre él. Con esto, es que se postula la llamada “hipótesis regresiva”, que supone que la sexualidad ha tenido que ser rechazada y reprimida por la modernidad burguesa. Este nacimiento de la represión coincide con el desarrollo del capitalismo, lo que la relacionaría con los modos de reproducción, si el sexo es reprimido con tanto rigor, o si es incompatible con una dedicación al trabajo general e intensiva^[1].  

        En este sentido, lo que marca nuestros tres últimos siglos es la variedad, la amplia dispersión de los aparatos inventados para hablar del sexo, para obtener que el hable por sí mismo, para escuchar, para registrar, para transcribir y redistribuir lo que se dice. Alrededor del sexo, se desarrollar toda una trama de discursos variados, específicos y coercitivos: se trata de una incitación a los discursos regulada.

        Por otro lado, el sexo no es sólo un asunto de placer, sino que de él se debe extraer un saber y una verdad. La llamada “verdad del sexo” se lograría entonces mediante una confesión. Ante esto, el propósito de Foucault es demostrar que la libertad sexual que suponemos se logra, es un dispositivo falso que presten distraer de aquello que verdaderamente debe ser objeto de lucha en nuestra sociedad: el control de nuestro propios cuerpos y propios deseos.

Dicho esto, el siguiente trabajo, busca abordar la problemática de la sexualidad ilegítima presente en La Historia de la sexualidad, en donde la relación entre el sexo y el principio del silencio han derivado en prohibiciones relativizadas acorde al tiempo y la cultura. A partir del autor, el problema integrar la práctica del sexo con normalidad en el ámbito del yo social, se encuentra mucho más limitada y enfocada respecto a los principios que se aplicaban en la antigua Grecia. La idea de esto, es identificar prácticas que actualmente -desde el ámbito sexual- nos limitan, en donde en el primer tomo de la obra, abordaremos el dispositivo de la sexualidad, buscando aspecto que den cuenta de la dificultad de la integración.

El dispositivo de sexualidad es la cuarta parte del libro. Aquí, Foucault dilucida la relación entre el saber y el poder. Para él, el dispositivo está determinado por las prácticas sociales y el poder que las atraviesa, a través de formaciones discursivas y no discursivas (actos de dominación). Para el caso del sexo y del deseo entonces, existen mecanismos de poder que al producir sexualidad engendran sistemas represivos. Sin embargo, plantea que el placer y el goce son vías privilegiadas para acceder al poder, conforman un andamiaje en donde hay uno que ejerce dominio sobre el otro, siendo el mismo acto, una acción de dominación

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