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Enviado por   •  13 de Octubre de 2012  •  491 Palabras (2 Páginas)  •  375 Visitas

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esto, dijo, la tierra está húmeda, se cava bien, vosotros descansad.

Escogió un sitio en el que no había raíces de esas que hay que cortar

con golpes sucesivos de azadón, que nadie piense que es tarea fácil,

las raíces tienen sus mañas, saben aprovechar la blandura de la tierra

para esquivar el golpe y amortiguar el efecto mortífero de la guillotina.

Ni la mujer del médico, ni el marido, ni la chica de las gafas oscuras,

ella por estar entregada a su trabajo, ellos porque de nada les servían

los ojos, se dieron cuenta de la aparición de los ciegos en los balcones

circundantes, no muchos, no en todos, debía de haberlos atraído el

ruido del azadón, que es inevitable hasta estando la tierra blanda, sin

olvidar que hay siempre una piedrecilla escondida que responde con

sonoridad al golpe. Eran hombres y mujeres que parecían fluidos

como espectros, podían ser fantasmas asistiendo por curiosidad a un

entierro, sólo para recordar cómo había sido en su caso. La mujer del

médico los vio, al fin, cuando, terminada la tumba, aplomó los riñones

doloridos y se llevó el brazo a la frente para secar el sudor. Entonces,

urgida por un impulso irresistible, sin haberlo pensado antes, gritó para

aquellos ciegos y para todos los ciegos del mundo, Resurgirá,

repárese en que no dijo Resucitará, el caso no era para tanto, aunque

el diccionario esté ahí para afirmar, prometer o insinuar que se trata de

perfectos y exactos sinónimos. Los ciegos se asustaron y se metieron

en sus casas, no entendían por qué fue dicha tal palabra, además no

estaban preparados para una revelación así, se veía que no

frecuentaban la plaza de las anunciaciones mágicas, a cuya relación,

para quedar completa, sólo faltaba añadir la cabeza de la mantis y el

suicidio del alacrán. El médico preguntó, Por qué has dicho resurgirá,

para quién hablabas, Para unos ciegos que aparecieron en los

balcones, me asusté y debo de haberles asustado, Y por qué esa

palabra, No lo sé, apareció en mi cabeza y la dije, Sólo te faltaba ir a

predicar a la plaza por donde pasamos, Sí, un sermón sobre el diente

de conejo y el pico de gallina, ven a ayudarme ahora, por aquí, eso es,

cógele los pies, yo la levanto por este lado, cuidado, no te vayas a

caer dentro de la fosa, eso es, así, bájala lentamente, más, más, he

hecho la fosa un poco honda por las gallinas, cuando se ponen a

escarbar nunca se sabe adónde pueden llegar, ya está. Se sirvió de la

pala para llenar la fosa de tierra, la apretó bien, compuso el montículo

que siempre sobra de la tierra que ha vuelto a la tierra, como si nunca

...

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