Budismo Zen
Enviado por Clalupur • 7 de Julio de 2013 • 552 Palabras (3 Páginas) • 476 Visitas
CONCLUSIONES
Podemos concluir, pues, que la arquitectura japonesa contemporánea resguarda en su interior los principales conceptos de la filosofía Zen. El vacío define la idea primaria de los proyectos arquitectónicos, los cuales renuncian por completo al abigarramiento decorativo y abogan por la simplicidad y austeridad que proponen las nociones de sabi, wabi y shibui. Si bien no podemos otorgarles a las noveles edificaciones la trascendencia mística que sí tuvieron las antiguas construcciones budistas, no cabe duda de que de un modo latente e implícito, aún persiste el carácter introspectivo y esencialista del arte Zen.
Las estructuras constructivas parten de la idea del vacío, del espacio, como noción fundamental. Los arquitectos no anulan el espacio, sino que lo despojan de cualquier elemento innecesario y superficial. Lo barroco se rechaza y la sencillez de las formas geométricas aflora como un procedimiento expresivo cardinal. La pureza de la geometría formal, la absoluta economía de recursos compositivos, el candor de las texturas de los materiales constructivos, las líneas simples en el diseño, así como la rudeza de ciertas estructuras son características presentes en todos los proyectos arquitectónicos previamente enunciados, que denotan la profunda incidencia de los principios Zen.
La armonía con el entorno natural, tan característico de los jardines Zen y de cualquier otro tipo de edificio budista, es una preocupación constante para los arquitectos contemporáneos. La concepción holística del universo, donde la naturaleza no se percibe como una entidad separada o superior, sino como el lugar de la realización plena del sujeto, determina que los proyectos se ocupen siempre de integrar el edificio con su entorno. La fluidez de los interiores con los exteriores, la utilización de materiales provenientes del medio circundante y la importancia de la luz natural en los diseños constituyen ejemplos de las soluciones a esta preocupación.
En general, podemos observar en todos estos artistas y sus obras un ánimo que gusta de la sencillez y de las atmosferas místicas; conciben los edificios como estructuras orgánicas, fluidas, cambiables en el tiempo y flexibles al uso cotidiano. El movimiento de las líneas compositivas sigue siempre un camino sereno, quieto, asimétrico e imperfecto en ocasiones, donde abundan los huecos, las luces, las sombras, los elementos naturales, pero escasean los decorados profusos y accesorios, las complicaciones formales o la extravagancia egocéntrica. La cultura de la quietud, propia del Zen, reina también en estas obras, donde el vacío, la introspección, la naturaleza y la esencia última de las cosas se develan en formas simples y sobriamente expresadas.
La incorporación de Japón al mapamundi occidental no ha significado, entonces, la pérdida total de sus tradiciones, sino que, en los últimos años, ha devenido proceso de recuperación
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