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“CONSECUENCIAS DEL MODELO NEOLIBERAL”


Enviado por   •  17 de Enero de 2018  •  Ensayo  •  2.206 Palabras (9 Páginas)  •  815 Visitas

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“CONSECUENCIAS DEL MODELO NEOLIBERAL”

INTRODUCCIÓN. Para poder lograr entender este ensayo es necesario comprender en primer lugar que es el Neoliberalismo, por lo que a continuación se dará una breve explicación de él siguiendo con un poco de la historia de su origen en México.

El neoliberalismo es aquella teoría política con la que se pretende lograr la máxima reducción casi nula de la intervención del Estado en el gobierno. Se encuentra asociado al libre mercado y al capitalismo.

El neoliberalismo surge como reacción a la intervención del Estado como aval  de una mayor justicia social, es decir, del estado benefactor y toma fuerza gracias a los desastres de la economía capitalista del siglo XX.

Para el neoliberalismo, el Estado debería cumplir únicamente sus funciones fundamentales como organismo administrador en la organización de la sociedad, de modo que se opone a su intervención en el funcionamiento de la economía, para así mantener a raya las regulaciones e impuestos al comercio y las finanzas.

Favorece la privatización de empresas y servicios que estaban en manos del sector público, bajo la premisa de que el sector privado es más eficiente. Es partidario de la reducción del gasto social, de propiciar la libre competencia, de las grandes corporaciones, y de debilitar y desintegrar los sindicatos. (Betto, 2005)

El neoliberalismo considera que la economía es el principal motor de desarrollo de una nación, por ello, además de considerar que todos los aspectos de la vida de una sociedad deberían estar subordinados a las leyes de mercado, defiende el libre comercio para propiciar una mayor dinámica en la economía, lo cual debería generar mejores condiciones de vida y de riqueza material.

En México, el neoliberalismo surge en la década del ochenta, en un escenario de crisis económica, durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, quien inicia la implementación de una serie de reformas neoliberales la principal es la sustitución de importaciones denominado como desarrollo estabilizador; las otras reformas se caracterizarían por la privatización de empresas estatales, la disminución del Estado, la reducción del gasto público y una apertura de la economía, distinguida por el incentivo a la inversión de capitales extranjeros, la introducción al país de empresas multinacionales, etc.

Las políticas neoliberales en materia económica, impuestas tanto por el Fondo Monetario Internacional como por el Banco Mundial, serán continuadas por Carlos Salinas de Gortari y sus sucesores en la jefatura del Estado mexicano, lo que dará paso a que México firme el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá en los años noventa y otorgue autonomía al Banco de México, entre otras medidas.

México inició la construcción del estado benefactor en el periodo de 1940 – 1960. Los gobiernos mexicanos se encargaron de invertir el gasto público en la creación de infraestructura para que el estado pudiera operar como agente de la producción y mantener el pleno empleo.

El estado invirtió en la creación de empresas productoras de bienes y servicios, subsidiando los precios de éstos, inició la organización del sistema financiero creando instituciones como NAFINSA.

DESARROLLO. El capitalismo senil y el nuevo caos mundial.

Es indudable que la historia del capitalismo está constituida por sucesivas fases de expansión y de profundización, atravesadas por momentos de transición más o menos caóticos. La interpretación más tradicional de esta historia se fundamenta en la formulación de la teoría de los ciclos largos, elaborada por Kondratiev.

Pero un sistema senil no es un sistema que dejará pasar con tranquilidad sus últimos días. Por el contrario, la senilidad genera un clima de renovada violencia. El sistema mundial no ha entrado en una nueva fase “no imperialista”, que podríamos eventualmente definir como “postimperialista”. La naturaleza de un sistema imperialista exasperado (pues siente que está perdiendo sin recibir) es exactamente, lo contrario. El análisis que Negri y Hardt realizan acerca de un “imperio” sin imperialismo, de hecho limitado solo a la tríada, sin tener en cuenta al resto del mundo, se inserta, por desgracia, en la tradición del occidentalismo y en el actual discurso dominante.

Las diferencias entre el nuevo imperialismo y el anterior se deben buscar en otra parte. Mientras que el imperialismo del pasado se conjugaba en plural (los “imperialismos” en conflicto), el reciente es colectivo (una tríada). En consecuencia, los conflictos entre los socios de la tríada tienen un carácter menor, mientras que asumen mayor importancia los conflictos entre la tríada y el resto del mundo. La disolución del proyecto europeo ante la hegemonía norteamericana se explica por el hecho de que, mientras la acumulación, en la fase imperialista, se basaba en el binomio centros industriales/periferias no industrializadas, en las condiciones actuales el contraste se desarrolla entre los beneficiarios de los nuevos monopolios de los centros (tecnologías, acceso a los recursos naturales, comunicaciones, armas de destrucción masiva) y las periferias industrializadas, aunque subordinadas a estos monopolios. Negri y Hardt, para fundamentar su teoría, tuvieron que elaborar una definición estrictamente política del fenómeno imperialista (la proyección del poder nacional más allá de sus fronteras), sin relación alguna con las exigencias de la acumulación y la reproducción del capital.

Esta definición, elude los problemas reales. Los discursos utilizados hacen referencia a una categoría de imperio  histórica, y confunden, de forma festinada, imperio romano, otomano, austro-húngaro, ruso, colonialismo británico y francés, sin preocuparse por considerar las especificidades de estas construcciones históricas, irreductibles unas a las otras. El nuevo imperio, en cambio, es definido como una “red de poderes”, cuyo centro está en todas partes y en ninguna, reduciendo así la importancia de la instancia representada por el Estado nacional.

Por lo demás, esta transformación se atribuye al desarrollo de las fuerzas productivas (la revolución tecnológica). Sin embargo, se trata de un análisis ingenuo, que aísla el poder de la tecnología del marco de las relaciones sociales en las que actúa. Una vez más se encuentran referencias al discurso dominante, vulgarizado por los diferentes Rawls, Castells, Touraine, Reich y otros, de la tradición del pensamiento político liberal norteamericano. Los problemas reales planteados por la articulación entre la instancia política y la realidad de la globalización, que deberían ser el centro del análisis de las verdaderas novedades en la evolución del sistema capitalista, se evitan con la afirmación según la cual el Estado casi ha dejado de existir. En realidad, incluso en las fases precedentes del capitalismo globalizado, el Estado no había sido nunca “omnipotente”. Su poder había estado siempre limitado por la lógica que regía las globalizaciones de la época. En este sentido, Wallerstein llegó a atribuir a las determinaciones globales un carácter decisivo sobre el destino de los Estados.

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