Capitulo 2 Perelman
Enviado por christian_d.varg • 31 de Agosto de 2014 • 687 Palabras (3 Páginas) • 928 Visitas
Reseña la Argumentación, el orador y su auditorio
Por medio de este texto quiero dar a conocer, de una forma clara, lo que he podido entender sobre el capítulo II “La argumentación, el orador y su auditorio” de Chaim Perelman del libro El Imperio Retorico. El objetivo principal del autor es: dejar en claro la diferencia entre la argumentación y la demostración formalmente correcta a través de un paralelo de teorías y ejemplos; define la argumentación y sus consecuencias; propone representaciones centrales de orador, auditorio y cierra este orden de ideas con los géneros de discursos en retórica. Antes de entrar en materia conozcamos quien fue “Chaim Perelman”.
Perelman Retórico y filósofo del Derecho belga de origen polaco, creador de la Nueva Retórica y uno de los principales teóricos sobre argumentación del vigésimo siglo. Nació el 20 de mayo de 1912 en Varsovia y murió en enero 22 de 1984 en Bruselas. La importancia de su obra es tener claro los roles de la argumentación, el orador y su auditorio para poder emplear bien las técnicas argumentativas en un discurso.
El autor parte con la pregunta: ¿Qué es lo que distingue a la argumentación de una demostración formalmente correcta? La cual da origen a todo el capítulo; definiendo la argumentación como: “forma de influir sobre un auditorio, modificar sus convicciones o sus disposiciones mediante un discurso que se le dirige y que busca ganar la adhesión de los espíritus,”[1] Mientras que la demostración formalmente correcta “Es una demostración conforme a reglas que son explicitadas en los sistemas formalizados… Los signos utilizados deben estar desprovistos de toda ambigüedad y su fin es probar la verdad de la conclusión partiendo de las premisas”[2]
Para ambos conceptos Perelman da un ejemplo con “El status de los axiomas, siendo muy diferente en la demostración y en la argumentación: En una demostración matemática, los axiomas no están en discusión… Quien desee justificar la escogencia de axiomas deberá recurrir a la argumentación”[3] porque por medio de esta se convence o persuade un auditorio de un tema específico.
Por otro lado, para el filósofo “La argumentación se propone influir sobre un auditorio, la cual modifica sus convicciones o disposiciones mediante un discurso que se le dirige y que busca ganar la adhesión de los espíritus, en lugar de imponer la voluntad por la coacción o por adiestramiento, es ya una cualidad no despreciable la de ser una persona a cuyas opiniones damos algún valor”[4], un ejemplo de ello son las iglesias donde el padre se dirige a sus parroquianos todos los domingos y fiestas obligatorias para todos los creyentes católicos y apostólicos. Otro caso más conocido en lo académico se da con las tesis de grado de un estudiante, si este no convence, persuade a su auditorio (entre ellos profesores) bajo argumentos verídicos
...