Capítulo 1 de la novela "The Maze Runner"
Enviado por GinaHZ94 • 16 de Septiembre de 2014 • 971 Palabras (4 Páginas) • 789 Visitas
Capítulo 1
Empezó su nueva vida poniéndose de pie, rodeado por fría oscuridad y rancio aire polvoriento. Suelo metálico contra metal; un bandazo escalofriante sacudió el suelo debajo de él. Se cayó por el movimiento repentino y se arrastró hacia atrás en sus manos y pies, gotas de sudor en su frente a pesar del aire fresco. Su espalda dio con la dura pared de metal; se deslizó por ella hasta que golpeó la esquina de la habitación. Sujetándose al suelo, empujó sus piernas hacia arriba contra su cuerpo, esperando que sus ojos se adecuaran pronto a la oscuridad.
Con otra sacudida, la habitación se sacudió hacia arriba como un viejo ascensor en el pozo de una mina. Duros sonidos de cadenas y poleas, como los trabajos de una fábrica antigua de acero, hicieron eco hasta el final de la habitación, balanceándose las paredes con un sordo, pequeño silbido. El ascensor más o menos ligero osciló hacia atrás y así sucesivamente mientras ascendía, volviendo el estómago del chico amargo con náusea; un olor como de aceite quemado invadió sus sentidos, haciéndole sentirse peor. Quería llorar, pero no tenía lágrimas; sólo pudo sentarse allí, solo, esperando.
"Mi nombre es Thomas", pensó.
Eso… eso era lo único que podía recordar de su vida.
No podía entender como esto podía ser posible. Su mente funcionaba sin defectos, intentando calcular su alrededor y situación. El conocimiento inundó sus pensamientos, hechos e imágenes, memorias y detalles del mundo y como
funciona. Dibujó nieve en árboles, corriendo por una carretera cubierta de hojas, comiendo una hamburguesa, la pálida luz de la luna fundiéndose en una herbosa pradera, nadando en un lago, la ocupada plaza de una ciudad con cientos de personas animados sobre sus negocios. Y todavía no sabía de dónde venía, o cómo se había metido en el oscuro ascensor, o quienes eran sus padres. Ni siquiera sabía su apellido. Imágenes de gente destellaron a través de su mente, pero no reconocía, sus caras reemplazadas con embrujadas manchas de color. No podía pensar en una persona que conocía, o memorizar una conversación.
La habitación continúo su ascenso, balanceándose; Thomas se hizo inmune a los ruidos incesantes de las cadenas que lo tiraban al alza. Pasó un largo tiempo. Los minutos se extendieron en horas, aunque era imposible saber a ciencia cierta porque cada segundo parecía una eternidad. No. Era más listo que eso. Confiando en sus instintos, sabía que había sido movido alrededor de media hora.
Suficientemente raro, sintió que su miedo había sido batido como un enjambre de mosquitos atrapados en el viento, sustituido por una intensa curiosidad. Quería saber donde estaba y que estaba ocurriendo. Con un gemido y luego un clonk, el cuarto creciente se detuvo; el cambio repentino sacudió a Thomas de su posición acurrucada y lo arrojó por el suelo duro. A medida que se puso en pie, sintió la sala mecerse cada vez menos hasta que finalmente se calmó. Todo quedó en silencio. Pasó un
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