Cartas a Pedro de Loretta Cornejo
Enviado por MafeZapa • 1 de Marzo de 2016 • Ensayo • 659 Palabras (3 Páginas) • 756 Visitas
El libro “cartas pedro” de Loretta Cornejo, relata una serie de factores que hacen de la psicoterapia, un arte lleno de complejidades en donde se hace necesario ir más allá de una teoría, de una sensación y de una historia. Esta terapeuta describe a lo largo del libro, un deseo implícito de transmitir el conocimiento que ha adquirido a lo largo de los años, para así resolver muchos de los cuestionamientos y temores que surgen al trascender de la cátedra a la práctica.
Uno de los factores más importantes al iniciar un contacto responsable con otro ser humano, es la disposición a los detalles, al ambiente, a una taza de té, una sonrisa o un apretón de mano, ya que esto conforma el primer paso a la creación de un puente que permite un acercamiento a un vínculo positivo en función del sostén y el apoyo.
Cabe resaltar que el papel de psicólogo no lleva a abandonar la condición humana para entrar en la vanidad del saber, pues se requiere de esto para entender la angustia con la que un ser humano puede llegar a consulta, para entender la necesidad de una escucha y un entendimiento que se aleje de los prejuicios personales, pues como menciona Loretta “La psicoterapia es cuestión de piel, es cuestión de poros y de olfato.” (Cornejo, 2000) . Sin embargo, esto requiere de práctica, y es normal que no solo se presente la expectativa de quien decidió llegar a consulta, sino también la del terapeuta ante la exploración de un nuevo mundo, y para quienes apenas inician en esta práctica, una serie de temores, de ansiedades y expectativas, ante hechos como la posibilidad de captar pequeños detalles de una manera espontánea sin temor a fallar, a no tener la palabra precisa, o al no cumplir todas las expectativas, que como se dijo anteriormente, la práctica irá resolviendo en el tiempo.
Otro de los factores importantes en esta labor es el papel del “terapeuta tonto”, ese que se despoja de la vanidad de saber con exactitud la subjetividad de cada individuo, es decir, de saber lo que el otro siente o debe pensar en determinadas situaciones; este terapeuta tonto, como lo llama Loretta, es el que trasciende en las respuesta para no perderse la riqueza de la simbolización presente en las palabras, las sensaciones, el pensamiento y la conducta.
Muchas veces el reto va en la escases de las palabras, en aquellos pacientes a los que se les dificulta hablar de sí mismo, manifestar sus estados de ánimo y sus percepciones, sea porque no encuentran una palabra que abarque todo esta carga, o porque se da una resistencia ante la movilidad del dolor, y es aquí donde se hace necesario un préstamo de palabras, de términos, de indicios que les permitan desarrollar un discurso que aleje las inferencias y le permita al terapeuta respetar lo que el otro quieran hablar y hacer, sin perder la seguridad y credibilidad en el proceso y en las capacidades del otro, además, sin olvidar que la dirección se propone sesión a sesión por parte de los dos.
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