Desarrollo A Escala Humana
Enviado por kmii1031 • 26 de Marzo de 2013 • 9.349 Palabras (38 Páginas) • 1.426 Visitas
Reflexiones para una nueva perspectiva
¿Hay algo que aportar a lo que ya se ha dicho?
La bibliografía sobre las necesidades humanas a las que pueden recurrir los interesados es vasta y, en muchos casos, contiene aportes contundentes. La temática ha trascendido los ámbitos de la filosofía y la psicología para convertirse en centro de atención de las disciplinas políticas, económicas y sociales en general. Los organismos internacionales, preocupados por la promoción del desarrollo, han hecho suyo en los últimos años el criterio de que este debe orientarse preferentemente hacia la satisfacción de las llamadas necesidades básicas. Más aún, el informe de DAG HAMMARSKJÖLD (1975) Qué hacer: Otro desarrollo, colocaba tal propósito como uno de los pilares fundamentales del nuevo tipo de desarrollo que debía desencadenarse urgentemente a fin de superar la desoladora miseria que sufría la mayoría de los habitantes del Tercer Mundo.
Hoy es aceptado casi como un lugar común que el desarrollo y las necesidades humanas son componentes de una ecuación irreductible. Sin embargo, en esta línea de reflexión queda aún mucho por aportar.
En primer lugar, está el hecho de que el nuevo enfoque no puede reducirse a mero arreglo cosmético de un paradigma en crisis. Implica, desde la partida, la apertura hacia una nueva manera de contextualizar el desarrollo. Ello significa modificar sustancialmente las visiones dominantes sobre las estrategias de desarrollo, en el sentido de entender, por ejemplo, que ningún Nuevo Orden Económico Internacional podrá ser significativo si no está sustentado en la reformulación estructural de una densa red de Nuevos Ordenes Económicos Locales.
Significa, además, reconocer la incompletitud e insuficiencia de las teorías económicas y sociales que han servido de sustento y orientación a los procesos de desarrollo hasta el presente. Significa tomar conciencia, concretamente, de que en un mundo cada vez más heterogéneo por su creciente e inevitable interdependencia, la aplicación de modelos de desarrollo sustentados en teorías mecanicistas acompañados de indicadores agregados y homogeneizantes, representa una ruta segura hacia nuevas y más inquietantes frustraciones.
Un Desarrollo a Escala Humana, orientado en gran medida hacia la satisfacción de las necesidades humanas, exige un nuevo modo de interpretar la realidad. Nos obliga a ver y a evaluar el mundo, las personas y sus procesos de una manera distinta a la convencional. Del mismo modo, una teoría de las necesidades humanas para el desarrollo debe entenderse justamente en esos términos: como una teoría para el desarrollo [3].
Tal como una piedra tiene atributos distintos para un geólogo que para un arquitecto, las necesidades humanas adquieren visos distintos en el ámbito de la psicología clínica a en el ámbito del desarrollo. Esto no implica, empero, sugerir la construcción de nuevos reduccionismos. Los ámbitos y los atributos están imbricados en ambos casos. De lo que se trata es de una cuestión de forma y de énfasis, es decir, de enfoque.
El desafío consiste en que los políticos, los planificadores, los promotores y, sobre todo, los actores del desarrollo sean capaces de manejar el enfoque de las necesidades humanas para orientar sus acciones y aspiraciones.
La necesaria transdiciplinariedad
Los aportes que siguen apuntan a ese propósito. Es decir, hacer entendible y operativa una teoría de las necesidades humanas para el desarrollo. El esfuerzo no puede sustentarse, sin embargo, en ninguna disciplina particular porque la nueva realidad y los nuevos desafíos obligan ineludiblemente a una transdisciplinariedad.
La evidencia central es que las nuevas calamidades sociales se nos revelan, cada día más, ya no como problemas específicos, sino como problemáticas complejas que no pueden seguir atacándose satisfactoriamente mediante la aplicación exclusiva de políticas convencionales inspiradas por disciplinas reduccionistas.
Tal como la enfermedad de una persona puede traducirse en un problema médico, y esa misma enfermedad transformada en epidemia trasciende el campo estrictamente médico, del mismo modo nuestro desafío actual no consiste tanto en enfrentar problemas, como enfrentar la tremenda magnitud de los problemas.
Es la cuestión de la presente magnitud y complejidad la que determina la transformación de problemas con claros contornos disciplinarios en problemáticas generadoras de difusos entornos transdisciplinarios.
Exclamaba el MARQUÉS DE SADE, en medio del terror de la Revolución Francesa: «Ya no existe ninguna hermosa muerte individual». De manera análoga podemos exclamar nosotros, en medio de una realidad actual que nos agobia: «Ya no nos queda ningún hermoso problema particular».
Solo un enfoque transdisciplinario nos permite comprender, por ejemplo, de qué manera la política, la economía y la salud han convergido hacia una encrucijada. Descubrimos así casos cada vez más numerosos donde la mala salud es el resultado de la mala política y de la mala economía.
Si las políticas económicas diseñadas por economistas afectan totalmente —como, de hecho, lo hacen— a la totalidad de una sociedad, los economistas ya no pueden pretender que su única preocupación sean los problemas económicos. Tal pretensión sería poco ética, puesto que implicaría asumir la responsabilidad por la acción, pero no por las consecuencias de la acción.
Nos enfrentamos a situaciones desconcertantes, donde cada vez entendemos menos. De ahí que las cosas estén realmente mal, y se volverán peores, a menos que dediquemos mucha más energía e imaginación al diseño de transdisciplinas coherentes y significativas. Vivimos una época de transición trascendental, lo cual significa que los cambios de paradigma no sólo son necesarios, sino imprescindibles.
Tres postulados y algunas proposiciones
El desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. Este es el postulado básico del Desarrollo a Escala Humana.
Aceptar este postulado —ya sea por opciones éticas, racionales o intuitivas— nos conduce a formularnos la siguiente pregunta fundamental: «¿Cómo puede establecerse que un determinado proceso de desarrollo es mejor que otro?» Dentro del paradigma tradicional, se tienen indicadores tales como el Producto Geográfico Bruto (PGB)[4], el cual es, de alguna manera y caricaturizándolo un poco, un indicador del crecimiento cuantitativo de los objetos. Necesitamos ahora un indicador del crecimiento cualitativo de las personas, «¿Cuál podría ser?».
Contestamos la pregunta en los siguientes términos: «El mejor proceso de desarrollo será aquel que permita elevar más la calidad de vida de las personas». La pregunta siguiente se desprende
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