Donde Vuelan Los Condores
Enviado por criss2219 • 18 de Abril de 2015 • 5.245 Palabras (21 Páginas) • 515 Visitas
Resumen: Donde vuelan los cóndores
Una puesta de sol deslumbrante para un día muy especial
Gioconda observa emocionada la puesta de sol, había ingresado a Ingeniería Informática en la Universidad Federico Santamaría en Valparaíso, su sueño hecho realidad. Venia de Iquique y se instalaría en una pensión universitaria que le consiguieron unos amigos muy queridos de sus padres. Allí la dueña, Sra. Luisa , la acogió cariñosamente , igual que a los demás jóvenes, a quienes veía como sus hijos.
Su primer día de clases comenzó temprano y aprovecho de conocer los jardines. A las 2 comienza la segunda jornada, pero en medio de la clase ingresaron 3 jóvenes y el profesor se retiró.
-Nos van a mechonear – comenta Margarita.
Pero Gioconda ya estaba advertida y usaba la ropa más vieja.
Fueron pintadas por sus captores y lanzadas a la piscina para reírse de sus poleras mojadas, pero Gioconda no se desanimo con sus burlas y se divirtió nadando hasta el atardecer.
Al salir buscó su bolso y se dirigió a las escaleras cuando un joven le dio que fuera al gimnasio a cambiarse ropa.
-¿ Donde queda?- pregunta Gioconda.
La llevo y le consiguió un buzo de la universidad.
-¿Cómo te llamas?
-Héctor, sabes, nadas como un pez.
-Me gusta nadar.
Gioconda se cambio ropa, le agradeció a Héctor y se retiró.
Yoko Uno no es una japonesita lejana
No estoy de acuerdo con el mechoneo, creo que atenta contra la dignidad de las personas, pero por curiosidad me acerque a la piscina y me llamo la atención esta chica alta y delgada que parecía disfrutar la situación. Más tarde me la encontré toda mojada, me recordó a Yoko Ono por su
figura estilizada y su largo cabello negro, pero al verla de cerca no tenia ningún parecido, pues sus ojos eran alegres e inquietos a diferencia de la japonesa.
La lleve al gimnasio para que se cambiara ropa y debo confesar que me sentí atraído por ella, su figura atlética y hombros erguidos pero sobretodo por su fascinante sonrisa y su juvenil vitalidad.
Desde entonces todos la llamamos la Yoko.
Más adelante nos encontramos, ella se acercó para agradecerme lo del buzo. Me sentí torpe al ver su cautivadora sonrisa y solo atine a decir:
-No es nada ¿vas a almorzar?
-Si ¿tú también? – Preguntó ella.
-Si , ¿vamos?
Almorzamos y luego cada uno volvió a sus tareas. Me sentí ligero, felizmente enamorado. Como si hubiese encontrado la princesa de mis cuentos infantiles.
La princesa en su castillo encantado
Nunca había escrito un diario de vida, sin embargo ahora siento la necesidad de expresar tantas emociones y de dejar constancia de vivencias que más tarde se pueden desfigurar en el recuerdo.
Esto me permite comunicarme conmigo misma y reflexionar. Siento que ya he cumplido un objetivo, pues con el papel y la pluma me siento feliz de decidir mis acciones con la responsabilidad de afrontar la vida.
Me siento en mi castillo encantado, la universidad Santa María es como un sueño, es un mundo diferente, donde las cualidades de las personas predominan sobre todas las cosas, y puedes expresar tus inquietudes de muchas formas. Este mundo me ha ayudado a superar la distancia de los amigos y la familia.
Hubo un compañero de Ingeniería Electrónica que se fijo en mi, me ayudó a conseguir ropa para cambiarme. Es muy varonil y desde entonces nos encontramos en el casino. Me atrae pero no me vuelve loca, pero es bueno tener a alguien con quien conversar.
El recuerdo de Ricardo era algo extraño, lo llamé por teléfono y le escribí, pero comenzó a reprocharme cosas pasadas. Me sentía enamorada pero el recuerdo de Tony, el muchacho que conocí en mis últimas vacaciones, el único hombre con el que había tenido relaciones sexuales.
Recién ahora comprendo la razón de que su recuerdo no me fuera muy grato.
Una semana muy agitada, una ciudad mitológica y el comienzo de un amor
La vida de Gioconda estaba llena de actividades entre estudiar, el deporte y espectáculos. Sin embargo algo distinto se acercaba, la llamada semana Mechona.
El curso de Gioconda formó parte de la alianza azul donde debían juntar puntos para lograr la coronación de su reina.
Gioconda participó en “El hecho insólito” que entregaba 5000 puntos a la alianza.
Para este hecho insólito se reunieron alumnos en bicicleta y caballo frente al Congreso Nacional, simulando ser ecologistas. Se detuvo el transito a los gritos de “Queremos aire puro”, las fuerzas especiales de carabineros intentaron disuadirlos pero Gioconda se acercó al comandante y con su simpatía y dulzura le pidió tiempo, pues solo querían entregar una carta al Presidente del Senado, Sr. Valdés y se retirarían. En esos momentos el Sr. Valdés sale del congreso acompañado de un representante diplomático y quedaron sorprendidos al ver la manifestación y solicitó hablar con los representantes del grupo, Gioconda llegó con otros 2 representantes y no demoró en explicar lo que los reunía.
-Buenos días senador, queremos hacerle llegar un manifiesto donde los estudiantes de la Universidad Santa María dejamos constancia de nuestro anhelo de un mundo no contaminado, además queremos decir que la candidata de nuestra alianza azul es la favorita para la elección de reina.
-Si es tan bonita como tú, seguro que va ha ganar – acotó sonriendo el Sr. Valdés – tendremos presente su intención , ahora retírense en orden y ojala ganen.
De los jóvenes brotaron gritos de triunfo y se retiraron tranquilamente.
Lejos está Gioconda de sospechar que en el futuro tendría una entrevista privada con el Presidente del Senado.
Héctor la invitó al baile de la fiesta final de la cual se retiraron de la mano , comenzando una relación sin formalidades.
Paseaban por la calles de Valparaíso, conociendo cada rincón. Héctor le hacia ver que Santiago no era como ella creía, pero Gioconda anhelaba conocerlo.
Diez días que quisiera borrar
Recién llevaba un mes en la universidad y ya estaba comprometida con dos muchachos, Ricardo no merecía este engaño, mis intenciones fueron solo dedicarme a los estudios y ser fiel, no lo cumplí. Héctor es muy atractivo , tierno e inteligente , temo que pueda convertirse en algo perturbador.
Siempre espero
...