EL OBSCENO PAJARO DE LA NOCHE
Enviado por cpazt • 15 de Junio de 2013 • 3.963 Palabras (16 Páginas) • 420 Visitas
EL OBSCENO PAJARO DE LA NOCHE
Autor: José Donoso, narrador, ensayista y periodista; n. 1924.
Otras obras: Coronación, Este domingo, El lugar sin límites, Casa de campo, La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria, El jardín de al lado, La desesperanza (novelas); Veraneo y otros cuentos; El charleston, Tres novelitas burguesas, Cuatro para Delfín, Taratuta, Naturaleza muerta en cachimba (relatos), y ensayos literarios.
Género y corriente: Novela del realismo mágico.
Estructura: Está compuesta por 30 capítulos.
Sinopsis: Humberto Peñaloza, el Mudito, quien al principio de la obra sirve en la Casa de Ejercicios Espirituales de la Encarnación de la Chimba, funge como narrador de los sucesos. A través de él nos enteramos de dos historias paralelas que convergen en la relación entre amos y sirvientes. La familia Azcoitía, millonarios terratenientes de abolengo, representan el paradigma económico, político y social de los integrantes de su clase, odiada, temida y envidiada por los de abajo.
Desde su infancia, Humberto fue conminado por su padre a estudiar para convertirse en "alguien"; además, con sus pocos ahorros, le compró su primer traje para que se fuera acostumbrando al "buen vestir". Mientras recorren el centro de la ciudad en busca de uno vistoso, pero barato, divisan a Jerónimo de Azcoitía, hombre alto, fornido, rubio, de mirada airosa, porte desdeñoso y vestido con una elegancia sin par, quien, sin querer, al pasar junto al niño lo roza en el hombro con su guante. Desde entonces, comenta más tarde Humberto, "un boquete de hambre se abrió en mí y por él quise huir de mi propio cuerpo enclenque para incorporarme al de ese hombre que iba pasando, ser parte suya aunque no fuera más que su sombra".
Años después, Humberto Peñaloza escribe su primer libro y pide a don Jerónimo, conocido de su padre, que le subsidie la publicación. A raíz de ello, don Jerónimo lo contrata como su secretario particular y el joven, en un doloroso proceso, comienza a sufrir la pérdida de su personalidad por sus miedos, decadencia y obsesiones, evidentes a lo largo de toda la obra.
En cuanto entra al servicio de Jerónimo, Humberto se enamora de Inés Santillana, mujer de gran belleza, prima lejana y esposa de su patrón, heredera de abolengo y tierras, como su marido, y con muchas abuelas Azcoitía.
Durante años, el matrimonio ha buscado tener un hijo, que sería el último descendiente de la familia. Pero la aparente esterilidad de Inés lo impide. Aparece entonces un personaje singular dentro de la trama de la obra, la Peta Ponce, nana de Inés, una vieja de aspecto repulsivo, "meica, alcahueta, bruja, comadrona, llorona, confidente, todos los oficios de las viejas, bordadora, tejedora, contadora de cuentos, preservadora de tradiciones y supersticiones", a quien don Jerónimo detesta.
Inés y su nana planean una forma mágica de conseguir el tan deseado embarazo. Para lograrlo, es necesario que Inés y Jerónimo hagan el amor en la casa de la vieja hechicera, pero Jerónimo no acepta esta condición.
Luego de una serie de acontecimientos imprevistos, en la covacha de la Peta Ponce, Humberto Peñaloza hace el amor con la vieja meica confundiéndola con Inés, mientras ésta y Jerónimo lo hacen en su casa. De este embrujo, el matrimonio Azcoitía logra procrear un descendiente, Boy, niño deforme y grotesco.
Ante la monstruosidad de Boy, su padre, ayudado por el fiel secretario Humberto, planea crearle un mundo ficticio en el cual no se sienta incómodo y distinto, para así protegerlo de las burlas que en la sociedad normal, llena de prejuicios, le esperan. Humberto Peñaloza es el encargado de hacer realidad esos planes, habilitando un enorme feudo, La Rinconada, donde todos los habitantes deben ser fenómenos.
Para poblar este sitio, recorre el globo en busca de seres monstruosos y tiene agentes en todas partes para poder reclutarlos. De esta forma consigue a Berta, que se arrastra como un reptil debido a sus piernas inertes; a Miss Dolly, la mujer más gorda del mundo; a Larry, marido de ésta, de brazos y piernas larguísimos y cabeza diminuta; a
Melchor, con sus facciones llenas de grumos; a la Emperatriz, la primera monstruo reclutada, parienta lejana de don Jerónimo, una enana con cara de bulldog; a Basilio, el cabezón acromegálico, y al doctor Crisóforo Azula, con su único ojo en medio de la frente y manos de ave de rapiña. Finalmente, La Rinconada queda a cargo de Humberto Peñaloza, de la Emperatriz y del doctor Azula. Los monstruos obtienen sueldos fabulosos a cambio de sus servicios y Peñaloza podrá dedicarse a escribir la historia de la familia Azcoitía. Pero pasados cinco años, Humberto huye sin haber escrito una sola línea, y La Rinconada queda a cargo de la Emperatriz.
Humberto escapa de su prisión porque el doctor Azula, acatando órdenes de don jerónimo, le está extrayendo la mayoría de sus órganos para regenerar el cuerpo y la cara deforme de Boy. Peñaloza se refugia entonces en la Casa de Ejercicios Espirituales de la Chimba y, fingiendo estar mudo, entra al servicio de la superiora de la institución.
Dicha casa es un enorme convento, parte de la inmensa riqueza de los Azcoitía y que, según se cuenta, fue construida en el siglo XVIII para albergar a Inés de Azcoitía, una niña beata de 16 años que murió en olor de santidad tres años después, encerrada entre esas paredes.
En el tiempo del relato, la casa albergaba a tres monjas, cinco huérfanas y cuarenta asiladas, casi todas viejas sirvientas de casas de ricos, abandonadas allí por sus amos. El asilo descrito por el autor es de una sordidez increíble, y constituye muchas de las mejores páginas de la novela.
El matrimonio de los Azcoitía conserva las apariencias de unidad y amor ante los demás pero, según cuenta Humberto, después de la noche cuando Boy fue concebido, Jerónimo e Inés jamás volvieron a tener relaciones conyugales.
La explicación de don Jerónimo es que no quiere dañar al niño; pero, en realidad, ha quedado impotente a raíz de la noche del encantamiento, pues la Peta Ponce hizo que su fuerza viril pasase a Humberto y, por ello, ahora Azcoitía se hace acompañar por su secretario a casas de prostitución donde sólo logra un orgasmo cuando ve a otros practicar el acto sexual.
Humberto Peñaloza, desde su fuga, es tan sólo el Mudito, sirviente en la Casa de Ejercicios Espirituales, adonde Inés acude con frecuencia en busca de pruebas de la beatitud de su parienta lejana para tramitar su canonización ante el Papa, ocasiones que el Mudito aprovecha para estar cerca de ella y ayudarla en todo cuanto se le ofrece.
De regreso de un viaje a Roma, Inés se niega a volver
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