El Almacen De Las Palabras Terribles

alía era una niña que estaba harta de las peleas de Ana y Miguel, sus padres. Una noche volvieron a discutir. Ana repetía una y otra vez -: ‘‘no aguanto mas, me quiero ir de acá’’, Talía no soporto y furiosa le contestó -: ‘‘ándate de acá y no vuelvas mas, ya no te queremos’’. Su mamá quedó sorprendida al ver la reacción de su hija, se sintió tan triste que termino yéndose.

Al otro día, Talía estaba en un parque llorando, un señor extraño se acerco a preguntarle que ocurría, ella le contó lo sucedido y este sin dudarlo, le recomendó que fuera a lo que el llamaba ‘‘El almacén de las palabras terribles’’ y que ahí la ayudarían a remediar y cambiar sus palabras.

Al llegar al lugar, Talía se encontró con un chico llamado Pablo de más o menos diecinueve años que iba a lo mismo que ella, ambos entraron y fue como si para ellos se detuviera el tiempo. Los dos se encontraron con dos personas, que no se les distinguían los rostros y que harían de sus guías. En ese lugar le enseñaron todo sobre sus palabras, cuales eran las buenas y las malas y que a veces se solían usar como un cuchillo.

Para Talía y Pablo no había tiempo y lo que no sabían era que afuera estaban internados, en coma, y era como si todo lo que estaban viviendo en ese lugar fuera un sueño, por eso los guías les advirtieron que si querían seguir aprendiendo podían quedarse pero el día, en que decidieran regresar, todo podría haber cambiado. Talía pensó mucho, le gustaba estar ahí, pero creía que era hora de regresar. En cambio Pablo, decidió quedarse un poco más porque no aprendió lo suficiente para volver y remediar sus hechos.

Ella despertó y sus padres estaban a su lado muy felices. Con el tiempo le dieron el alta y Talía pude pedirle perdón a su mama. Todo quedó en el olvido y volvieron a ser una familia unida.

Talía iba todos los días al hospital donde también se encontraba Jaime, el amigo de Pablo

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