El Análisis de La Ilíada de Homero
Enviado por paulausmegal • 10 de Marzo de 2013 • Reseña • 2.386 Palabras (10 Páginas) • 566 Visitas
La iliada
Su autor, Homero, el más célebre de los poetas griegos, nació hacia el año mil antes de Jesucristo.
Durante el siglo diecinueve hubo una corriente muy fuerte de opinión literaria y critica que negó la existencia real del poeta.
Ahora se admite otra vez y siete ciudades se disputan, como es costumbre, la gloria de contarlo como hijo.
Se dice que era ciego... Y en su nombre se apoya la afirmación.
"O-me-rón', quiere decir, en griego, "el que no vé".
Desde luego no lo fué de nacimiento porque no describiria las cosas tan maravillosamente.
Otros atribuyen el nombre de Homero a que el poeta, que fué soldado, como Cervantes, estuvo --también como él-- cautivo del enemigo y en griego "omeros" quiere decir "rehén".
Pero también hay quien piensa que, sencillamente, el nombre indicaba su profesión rapsoda, del mismo modo que otros nombres griegos señalaban habitualmente el oficio de los que los llevaban, como Demóstenes (que quiere decir "vigor del pueblo"), Sófocles (que significa "gloria de la sabiduria), Protágoras (que expresa "el primero en el Foro") o Aristófanes (que indica "el mejor al manifestarse").
Homero hizo la Iliada en el siglo nueve antes de Cristo, antes, por consiguiente, que la Odisea, su obra inmortal.
Tiene por asunto la cólera del caudillo griego Aquiles, que, al frente de los Mirmidónes, acudió a la expedición que los aqueos hicieron contra los troyanos para vengar la afrenta cometida por Paris, el hijo de
su Rey, que, habiendo sido huésped de Menelao, raptó a la mujer de éste, Helena, llevandosela a Troya.
Los episodios del sitio de la ciudad son la base del relato.
Hay un momento en que Aquiles, vejado por el caudillo griego Agamenón, se retira con sus huestes del combate y sobreviene entonces una serie de derrotas parciales.
Pero cuando los sitiados matan a Patroclo, Aquiles, su gran amigo, vuelve a la pelea y mata a Héctor, caudillo de los sitiados, arrastrando su cadáver alrededor de las murallas, hasta que, compadecidos de la angustia del padre del muerto, Priamo, le entregan el cadáver y se le celebran funerales suntuosisimos.
La acción es rápida y ocurre en breve tiempo. Enpieza en el año diez del sitio Troya y cuando acaba, la ciudad no ha sido tomada aún.
Unas veces se desarrolla en las llanuras que rodean la plaza y se extienden hasta el mar, en la orilla del estrecho de los Dardanelos, otras veces en el interior de la fortaleza y otras en pleno Olimpo en donde los dioses discuten constantemente e intervienen en la contienda con todos sus poderosos medios de acción, tomando parte, según su simpatias, por unos u otros.
Es, ciertamente, dificil lanzarse a leer un obra que cuenta 2,800 años de antiguedad y que comienza de modo imponente que hace suponer una lectura excesivamente complicada.
Pero no hay nada de eso. Toda la concepción de la Iliada es de una simplicidad suma. El ciclo de épica poesias comprende el cielo, la
tierra y todos los elementos naturales y sobrenaturales, pero el escenario es muy reducido, la acción es continuada y la cencillez es una de sus mejores cualidades.
La naturalidad y verosimilitud de los pasajes, corren parejas con la minuciocidad preciosa de la observación y fluye de cada página un torrente de datos geográficos, históricos, mitológicos, religiosos y filosóficos, tan precisos que --por ejemplo-- Homero se cuidó de incluir en su obra la más exacta descripción del planisferio de la época, explicado y anotado en sus menores detalles, asi como también precisiones sobre todas y cada una de las dinastias dóricas, jónicas, eólias y la genealogia exacta de cada personaje, no sólo de los protagonistas sino de los secundarios y episódicos.
Los héroes que nos presenta alcanzan un relieve enorme. Los caudillos aqueos --(Aquiles, Agamenón, Menelao, Ulises, Diómedes, Patroclo) como sus enemigos los troyanos (Priamo y su mujer Hecuba; sus hijos Héctor, Paris y Casandra y sus nueras, Andrómaca y Helena)-- son de hace miles de años pero viven ante nosotros con un vigor de actualidad, el que corresponde a su fuerte calidad humana.
El poema es --a veces-- apasionadamente divertido, como cuando aparecen los centauros interviniendo en la educación de los héroes y en la curación de sus heridas o cuando se nos presenta a las sirenas o ninfas de los mares, o los animales hablan o se nos explican los fantásticos viajes de los fenicios, las propiedades
de las hierbas y las aguas y la acción de los astros sobre el destino de los hombres.
Todo ello sostenido sobre el esqueleto de una fortisima y recta formación ética irreprochable y presentado en el artificio de no menos de 12,000 versos distribuidos en 24 rapsodias marcadas con las 24 letras del alfabeto jónico.
Ciertamente que no leyendo la obra en el griego original, en su forma primitiva dialectal poética se nos escapan muchas de las bellezas de sus magnificos hexámetros pero el esfuerzo de leer la Iliada es ineludible para toda persona culta y ofrece el premio de unas horas sobre manera gratas y llenas de enseñanzas.
Existen muchas traducciones , unas firmadas y otras anónimas, traducciones de traducciones.
Una de las más populares e interesantes es la de José Gómez Hermosilla, toda en sonoros endecasilabos castellanos, de la que existen varias ediciones muy accesibles.
Veamos algunos de los ejemplos más caracteristicos de lo que es el poema y de su perfecta comprensibilidad, que tiene como base una interpretación directa de las cosas sin perderse en interpretaciones trascendentales y en lucubraciones fantásticas.
En el libro octavo hay una escena especialmente divertida que abandonando, por un momento, la seriedad del asunto, calificariamos de escena de la "No Intervención".
Es cuando Júpiter, el padre de los dioses, cansado de las disenciones que en el Olimpo produce la guerra de Troya, prohibe a los demás dioses mezclarse,
como hasta entonces habian hecho, en la contienda.
Oigamos el comienzo de la rapsodia octava en la traducción de Gómez Hermosilla:
"Apenas empezaba de la Aurora el rosicler a iluminar la tierra, cuando ya el padre Jove en la más alta montaña del Olimpo, reunia la junta de los dioses. Y pendientes viéndolos de su voz, asi les dijo:
"--¡Dioses y diosas! Escuchadme todos, porque todos sepáis lo que este dia mi voluntad ordena... Asi, ninguno de vosotros, Dios o Diosa sea, a interrumpir se atreva mi discurso... todos obedeced y se ejecute lo que yo mando... El Dios que, inobediente, bajare a socorrer a los aqueos o a los troyanos,
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