El Cisne Negro

Ensayo del Cisne Negro de Nassim Nicholas Taleb

La mayoría de las cosas que conocemos de los hechos reales de la vida, las aprendimos desde niños por medio de nuestros sentidos. La esencia de este libro trata de decirnos que ese empirismo tiene limitaciones. Al experimentar sucesos sistemáticos, nuestra mente y conceptualización se vuelven sistemáticas también. Nuestra mente no codifica sucesos que desconoce, por ende, no nos percatamos ni nos interesa lo desconocido.

Al generalizar una idea o un concepto conlleva el riesgo de que se presente un solo caso que la contradiga, invalidando así cualquier pensamiento generalizado derivado del primer supuesto. Esto es un cisne negro. Un suceso del cual desconocemos absolutamente todo, pero podemos imaginar como puede afectarnos, es la lógica que juega el cisne negro.

Por lo tanto, lo desconocido se vuelve más importante que lo conocido, aunque ciertamente nunca conoceremos lo desconocido por su naturaleza propia. Esa incapacidad de no saber qué pasará mañana, o al rato, significa no saber en qué momento puede suceder algo extraordinariamente bueno o algo extraordinariamente malo, pero estaremos preparados, aunque no importe cuando pase.

Es por ello que es imposible predecir el curso de la historia, podremos darnos una vasta idea y conceptualizarla, pero nunca será de tal forma como nosotros nos la imaginemos. Un ejemplo que Taleb explica basado en una pequeña fábula de Russel, que se basa en una idea de Hume, es el pavo. Esta explica como un pavo por medio de la observación y de pruebas llega a una conclusión que para él podría ser universal.

Sin embargo aquí vale la pena hacer una pregunta ¿existen leyes universales? Hasta donde sabemos y la ciencia ha podido descubrir, están vigentes algunas leyes. ¿Pero qué pasará el día en que no se cumplan? ¿Qué pasará el día que no salga el Sol? O ¿el día que un cuerpo pueda ocupar el mismo espacio al mismo tiempo que otro? Entonces ¿es una cuestión de suerte? ¿Existe la suerte?

Este pensamiento sistemático es el que evita que podamos aceptar otras alternativas. Quizás también no existan cisnes negros, sino simplemente circunstancias no contempladas. Quizás lo que necesitemos, es abrir nuestra mente y tener en cuenta cualquier cambio que pueda ocurrir, sin importar cuando, simplemente contemplar el suceso posible.

Sería magnífico no mal educar el pensamiento de los niños conforme van creciendo, creo que ellos a pesar de su corta edad, podrían comenzar a conceptualizar un cisne negro, siempre y cuando tomen en cuenta todas las posibilidades imaginables e imaginables.

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