El Entenado
Enviado por silviajustina • 26 de Julio de 2016 • Apuntes • 3.162 Palabras (13 Páginas) • 480 Visitas
CONQUISTA.
Juan José Saer inscribe la narración de El entenado en el marco del Descubrimiento y la Conquista de América; pero sustrae toda referencia histórica concreta: no hay fechas, nombres ni datos históricos que se presenten de forma explícita. El discurso trabaja para convertir las leves huellas de lo en “datos”, en “hechos”. La palabra histórica intenta colmar el vacío dejado por el pasado.
En El entenado, la tierra desconocida se resiste a toda conquista y a toda apropiación tanto material como simbólica. Así lo registra el protagonista al describir el absurdo final reservado a quien debía conducir sus naves hacia las Malucas: el desengañado capitán y un grupo de marinos –entre los que se encuentra el narrador- se asoman a la costa del ancho río, tras una expedición de reconocimiento a la problemática tierra descubierta
El encuentro con esa radical otredad que plantea El entenado actualiza los temas y pensamiento en los que se asentaron la Conquista y del Descubrimiento y, también permite reflexionar sobre algunos elementos constitutivos del discurso historiográfico.
La íntima necesidad de la tribu de contar con un testigo es inversa a la voluntad por conocer al otro propia de una identidad que se considera autosuficiente. A la estrategia de enviar barcos para averiguar quiénes son los otros, los colastiné contraponen el gesto desesperado de arrojar al río una pequeña canoa con la esperanza de que, en el testimonio que los contiene, se conserve algo de su constante lucha por ser.
---“El entenado” presenta bases históricas que se corresponden con ciertos acontecimientos y personajes de la Conquista del Perú.
2222La memoria en este caso, podría considerarse como un acto solidario, un trabajo de duelo por la identidad perdida. Desde esta perspectiva, podríamos pensar que se intenta recrear fenómenos del pasado que pongan
de manifiesto los rituales de este tipo de comunidades para poder dejar en evidencia la presencia de un personaje colectivo, posible sólo a través de la imaginación como “reveladora de un personaje secreto de la historia”( Ricci, 2011. P.139)
En la obra, Felipillo es el encargado de hacer conocer al lector las características de la comunidad indígena colastinés, y lo hace a través de vaivenes en el tiempo:
Y sin embargo, por momentos las imágenes crecen, con tanta fuerza, que el espesor se borra y yo me siento como en un vaivén, entre dos mundos: el tabique fino del cuerpo que los separa se vuelve, a la vez, poroso y transparente y pareciera ser que es ahora, ahora, que estoy en la gran playa semicircular, que atraviesan, de tanto en tanto, en todas las direcciones, cuerpos compactos y desnudos, y en la que la arena floja, en desorden a causa de las huellas deshechas, deja ver, aquí y allá, detritus resecos depositados por el río constante, puntas de palo negros quemados por el fuego y por la intemperie, y hasta la presencia invisible de lo que es extraño a la experiencia. (Saer, 2012, p. 79)
222Entonces, es a través de los relatos que se evidencia un sentimiento de melancolía por el pasado anhelado. 222Se intenta recordar un tiempo que empieza a resultar lejano, y que sólo es posible de reconstruirse a través de la memoria. Por eso es que el personaje intenta plasmar una serie de recuerdos en una especie de
diario de viaje, ya que está tomando conciencia de que el paso del tiempo representa una ruptura con ese pasado tan anhelado, y a la vez conflictivo, tal como puede evidenciarse a través de la siguiente cita:
Las paredes blancas, la luz de la vela que hace temblar, cada vez que se estremece, mi sombra en la pared, la ventana abierta a la madrugada silenciosa en la que lo único que se oye es el rasguido de la pluma y, de tanto en tanto, las piernas que, acalambradas se remueven debajo de la mesa, las hojas que voy llenando con mi escritura lenta y van a encaminarse con las ya escritas, produciendo un chasquido particular que resuena en la pieza vacía –contra este muro espeso viene a chocar, si no es un entresueño rápido y frágil después de la cena, lo vivido. Si lo que manda, periódica, la memoria, logra agrietar este espesor, una vez que lo que se ha filtrado va a depositarse, reseco, como escoria, en la hoja, la persistencia espesa del presente se recompone y se vuelve otra vez muda y lisa, como si ninguna imagen venida de otros parajes la hubiera atravesado (…) (Saer, 2012, p.79)
MEMORIA
Cuando, en su vejez, rememore su vida en las playas del enorme río, se detendrá especialmente en el anual banquete antropofágico y en la orgía que le sucede. Ya anciano, escribe con minucia la voluptuosidad de la comida y los excesos sexuales a los que se entrega, ensimismada, la tribu. Es a través de esta fiesta que el entenado (y con él, el lector de sus memorias), ingresa a la vida americana: el primer encuentro entre el huérfano y la otredad. La voyeurística demora de El entenado remite al género discursivo sobre el cual se asentaron durante siglos las conquistas occidentales y la construcción de la imagen del otro: el relato de viajes. Esta literatura, base de la antropología y la etnografía actuales, llevó a cabo un particular proceso de apropiación del salvaje que tuvo como resultado la erotización del cuerpo del otro. Según el examen de Michel de Certeau, desde su conceptualización moderna:
“el salvaje queda asociado a la palabra seductora. La literatura de viajes está produciendo al salvaje como cuerpo de placer […] La erotización del cuerpo del otro –de la desnudez y de la voz salvajes- va parejo con la formación de una ética de la producción. El viaje, al mismo tiempo que obtiene una ganancia material, crea un paraíso perdido que se refiere a un cuerpo-objeto, a un cuerpo erótico. [De Certeau: 223]
El placer que, respecto al objetivo principal del viajero, puede considerarse un “resto” o “desperdicio”, se asocia a “lo efímero e irrecuperable” y “escapa a la economía de la historia”. Al narrar con morosa delectación la fiesta, Saer elije trabajar con la zona más alejada de la “ganancia” objetiva del discurso producido por el narrador- testigo, dilatando el aspecto más marginal de la literatura de viajes.
Una marginalidad que no sólo se define en relación al discurso etnológico, sino que se actualiza también en los discursos políticos y literarios contemporáneos a la escritura de la novela. Premat (1996) e Iglesia (1994) han analizado la tribu antropofágica de Saer en relación a “El informe de Brodie” (1970) de Jorge Luis Borges. Ambos críticos señalan que la morosidad con que el narrador de El entenado describe el comportamiento sexual de los colastiné puede leerse como respuesta al silencio explícito que guarda el relato borgeano con respecto a la vida sexual de la tribu de los Yahoos, donde el narrador anuncia: “Traduciré fielmente el informe ... sin permitirme otras omisiones que las de algún versículo de la Biblia y la de un curioso pasaje sobre las prácticas sexuales de los Yahoos” [Borges: 451].1
A esta sub-versión de la palabra hegemónica dentro del canon literario argentino, Premat suma otra interpretación, que volvería a poner de manifiesto el carácter marginal y cuestionador del relato saeriano. negativo, accediendo a una instancia de abstracción que trasciende la convencional objetividad de los hechos [Bermúdez Martínez]. Las correspondencias establecidas por su literatura entre lo actual y lo inactual permiten alcanzar reflexiones más amplias sobre la condición humana; evidenciando el carácter de antropología especulativa con que Saer definía la ficción. [Saer 1997:16].
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