El Hombre Light
Enviado por davlet • 23 de Enero de 2013 • 8.604 Palabras (35 Páginas) • 409 Visitas
R E S U M E N
y
R E F L E X I O N P E R S O N A L
sobre
“ E L H O M B R E L I G H T “
UNA VIDA SIN VALORES
de Enrique Rojas Montes
PROLOGO
La trayectoria de nuestra rica sociedad del bienestar occidental es inquietante, si observamos que de entre sus miembros emerge lo que el autor llama el “hombre light”, propugnando una filosofía nihilista apoyada en el hedonismo, consumismo, permisividad y relatividad, ensamblado todo por el materialismo, y en cierta forma parecido a los también llamados ‘productos ligth’: sin calorías, ni grasas, ni alcohol, ni glucosa, ni nicotina, ni cafeína, ni azúcar, etc., y, en definitiva, sin contenido, sin moral, sin referentes; entregado al dinero, al poder, al éxito, al placer sin restricciones; a pesar de lo cual, -y aunque lo tiene casi todo-, no es feliz.
Ha marginado la cultura humanista y el valor del compromiso con los ideales, cerrándose a la trascendencia y olvidando la búsqueda del sentido de su vida, al tiempo que se entrega a ciegas en manos de un falso progreso humano, falto de un adecuado fondo moral.
I. EL HOMBRE LIGHT
Perfil psicológico
Los grandes avances científicos de nuestro tiempo no han sido acompañados por un progreso similar por una gran parte de los seres humanos que integran nuestra civilización occidental, de forma que, al igual que algunos productos dietéticos, también se ha ido generando una clase de hombre superficial, indiferente y permisivo, sin sólidos criterios
de conducta y con gran vacío moral, que pudiéramos llamar ‘light’; que no se mueve más que por lo práctico y la moda.
El ideal aséptico
Es la ilusión oculta de este tipo de hombre, que ha vuelto la espalda a la trascendencia y no busca más que el poder, la fama, el placer y el dinero, por encima de todo, sin percatarse de que está cada vez más desorientado y vulnerable a la manipulación, en una inconfesable ignorancia, e incapaz de contrarrestarla.
II. HEDONISMO y PERMISIVIDAD
El final de una civilización
Puede que nos encontremos en una coyuntura similar en decadencia moral a la del final del Imperio Romano o la etapa histórica de los S. XVII al XVIII, en lo que al mundo de las ideas y a su reflejo en la conducta humana se refiere, con dos notas distintivas, ensartadas por el ‘materialismo’, a saber : - el ‘hedonismo’ , -búsqueda del placer, por encima de todo, y del que mana el consumismo- , y ,
- la ‘permisividad’, -según la cual todo esta permitido-.
Revolución sin finalidad y sin proyecto
La apabullante oferta publicitaria vuelve al hombre que la sigue cada vez más débil lo que, unido a las notas características anteriores, genera una revolución sin finalidad ni programa que produce vidas vacías sustituyendo los ideales por la notable profusión de lo demás, conduciendo al relativismo, -no hay nada totalmente bueno ni malo-, a la indiferencia y a la ética del acuerdo basado en la opinión de la mayoría; y, paralelamente, a la más absoluta incoherencia: se
pide libertad, respeto a los derechos humanos, mayor justicia social, etc., pero nos apoltronamos en posiciones ambiguas que no humanizan al hombre, sino que lo hacen cada vez más hedonista, permisivo, consumista, relativista, … y vulnerable.
Hemos de caer en la cuenta de que ese vacío moral sólo puede ser superado con humanismo y trascendencia, pues no hay auténtico progreso si no se desarrolla en clave moral.
III. ¿QUÉ ES EL HOMBRE?
El hombre buscador de la libertad
Característica del hombre, que le diferencia de los animales, es la libertad, que no tendría sentido si no es para aspirar a lo mejor, al bien, lo grande, lo noble y lo hermoso. Se observa hoy que la verdad objetiva interesa cada vez menos, ya que cada cual se fabrica su propia verdad particular: la que más le guste y le comprometa menos. En consecuencia, disminuye el peso de la libertad, y más cuando el hombre tergiversa los nombres, y a la prisión la llama libertad, al sexo libre lo confunde con amor. y al nivel de vida lo identifica con la felicidad.
En parte, es algo que suele pasar en casi todos los finales de siglo: el hombre no sabe a dónde va. Está perdido y desorientado; tenemos ejemplos en el consumo de drogas por parte de los jóvenes, en la proliferación de las separaciones matrimoniales, etc.
¿Para qué sirve la verdad?
Ante las vicisitudes de la vida urge disponer de criterios sólidos, uno de los cuales es saber en qué consiste la verdad, lo que nos ayudará en nuestra visión de la realidad y en el enfrentamiento
de la misma con el aplomo debido.
Desde su vertiente conceptual, la idea de ‘libertad’ se relaciona con el concepto griego ‘α̉λήθεια’ (= alezeia: lo que está claro, en el presente), el latino ‘veritas’ (lo que es exacto, fiel, ya sucedido), y el hebreo ‘אֱמוּנָה ’ (= ĕmûnāh: asentir confiando, sobre todo en lo venidero). Las tres etimologías, ligadas, nos facilitan saber qué hacer y cómo actuar.
Y la ‘verdad’ puede ser : - de uno mismo (el pasado, el presente y, deduciendo, el futuro), - de las cosas (lo externo),
- de las circunstancias (conocimiento de la situación), y , - coherente (armonía entre teoría y práctica)
La búsqueda de la verdad es una pasión por la libertad y sus consecuencias. Tristemente, el pensamiento nihilista acecha al hombre de hoy, y hace que se desvanezcan valores como ‘verdad’, ‘libertad’, ‘razón’, ‘humanidad’ o ‘Dios’, lo cual constituye una de las tragedias del ser humano porque, para llenar el vacío que dejan, se abandona luego al hedonismo y consumismo, permisividad y subjetivismo, articulado todo por el materialismo.
Verdad y libertad
Al jugar irresponsablemente con las palabras y denominar una cosa por otra caemos en la confusión, como la de llamar ‘amor’ a las simples relaciones sexuales. Pero lo propio de la verdad no consiste en su utilidad: por los datos que nos llegan, debería notarse que mejora la condición humana y que el hombre aumenta en sabiduría y dominio del mundo; pero no parece que los resultados marchen por
ese camino, sobre todo cuando constatamos que los medios de comunicación muchas veces manipulan y deforman los contenidos, y aunque
...