El Juego - Nelken
Enviado por Cedei2008 • 8 de Noviembre de 2017 • Resumen • 5.024 Palabras (21 Páginas) • 405 Visitas
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Clase 1
El Juego. Divertirse es cosa seria.
Aportes desde la teoría winnicottiana.
Lic. Andrés Nelken
El niño que juega, habita en una región que no es posible abandonar con facilidad, y en la que no se admiten intrusiones. Esa zona de juego está fuera del individuo, pero no es el mundo exterior. Tampoco es una
realidad psíquica interna.
D.W. Winnicott
Introducción general:
El juego es una actividad inseparable del espíritu de diversión de la humanidad. Desde tiempos remotos es una actividad usual de los hombres. Actividad que se ve sometida a una o más reglas, y se puede ganar o perder o simplemente hacerlo por el hecho en si mismo. Puede ser una actividad física o espiritual, que no posea aplicación inmediata. Se puede decir que para la conciencia del que juega lo hace por el placer mismo que produce el hecho de hacerlo. Además, desde el punto de vista pedagógico es un recurso formativo muy adecuado para el desarrollo del individuo.
Definiciones varias:
Tenemos diversas conceptualizaciones o mejor dicho, definiciones varias para la palabra juego. En el Diccionario Webster, se dice que el juego es una actividad que implica placer o entretenimiento, se le opone al trabajo. Hay actividad, pero se enfatiza la ausencia de cualquier objetivo que no sea entretener. María Moliner en su Diccionario del Uso del Español, define al juego como “cualquier ejercicio que sirve para divertirse”. Se aplicaba la palabra “jocus a las fiestas y regocijo públicos que se organizaban en Grecia y Roma”. Además señala entre tantas entradas de la palabra juego, una acepción que es: “un juego de niños”, a la que señala como “frase calificativa que se aplica a una actividad o asunto que no tiene dificultad seria o que se hace sin darle importancia”. Respecto del jugar, jocari, la misma autora nos dice: “moverse o hacer cosas con la única finalidad de divertirse”.
Winnicott dice que los niños juegan por varias razones. Una de las innegables, es que lo hacen por el placer de hacerlo, ya que gozan de toda la experiencia al hacerlo tanto en lo físico como en lo emocional. También juegan para mostrar agresión u odio, y es sumamente relevante que el adulto comprenda que si el niño efectivamente “libera” agresión, lo está haciendo de una manera socialmente aceptable, que es a través del juego. Es decir que tiene que tener un entorno que le favorezca poder hacerlo reconociendo el esfuerzo social que hace el niño. Pueden jugar para controlar ansiedades que de otra manera aflorarían con el temor de no poder controlarlas. La ansiedad siempre subyace al juego de los niños. Si hay amenaza de exceso de ansiedad entonces puede aparecer el juego compulsivo o el juego repetitivo. Puede jugar un niño para adquirir experiencia y ningún lugar mejor que el jugar para ello. Al jugar los niños entablan relaciones sociales y esto implica encontrar amigos pero también enemigos dentro del juego. El juego tiende a la unificación y la integración general de la personalidad.
El juego en psicoanálisis:
Cuando se trata de darle un sentido “corriente” o usual a la palabra juego o a la actividad del jugar, encontramos que varios “definidores” encuentran en el juego un cúmulo de conductas sin importancia ni trascendencia alguna. Existe una tendencia a nombrar como juego casi cualquier conducta cotidiana que realizan los niños, sobre todo los más pequeños. En este sentido, saltar, correr o hacer algún tipo de movimiento físico espontáneo, podría ser un juego. Estar divirtiéndose con alguna actividad, sea entendible o no para el observador, puede ser un gran juego para unos niños.
Es para nosotros, los analistas, que el juego y el jugar adquiere una dimensión tan singular como lo es cualquier otro tipo de discurso, porque puede posibilitar que dos personas puedan comunicarse, y además comunicar cosas, o estados de ánimo o cualquier tipo de sentimientos y emociones. Quizá, uno de los sentidos más importantes que tenga el juego es el de pretender, hacer “como si”, estar actuando una realidad que es propia de esa misma situación y que probablemente tenga que ver con algún aspecto de la realidad de la persona que juega.
El juego es un elemento modificatorio de la personalidad, porque el juego es sorpresa, es insight. Winnicott dice que el juego en si mismo es estimulante. Cuando uno juega, hace, y cuando hace, crea, y crear es sorprenderse. Para que una persona juegue, es necesario que la experiencia sea sostenida por otra persona. Es decir, que se pueda generar una confianza endopsíquica para poder jugar. Sería la tarea de la madre, o del analista, aportar a la situación a fin de que el juego pueda desarrollarse. Esto está emparentado con el concepto winnicottiano sobre la capacidad de estar a solas, en presencia de alguien. Ese alguien que está cerca y que aporta al entorno emocional. Siguiendo el desarrollo del niño, este avanzará hacia una etapa en la cual podrá jugar en superposición con el jugar de su madre. Siempre hablamos de una madre capaz de jugar de acuerdo a las capacidades de su hijo de poder aceptar ese jugar, y habiendo además una posibilidad de rechazar alguna de las formas del jugar de la madre. El corolario de esta etapa sería la posibilidad de jugar juntos dentro de una relación.
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