El Jurista Y El Simulador Del Derecho
Enviado por annngie • 27 de Septiembre de 2014 • 1.554 Palabras (7 Páginas) • 300 Visitas
INTRODUCCIÓN.
La mayoría de las frases que caracterizan al abogado denigran a los verdaderos juristas, es decir a los verdaderos estudiosos del derecho. Frases como “El que no tranza, no avanza”, “Los abogados son deshonestos”, “Si hablamos de corrupción hablamos de abogados”, ejemplifican a todos los profesionales del Derecho.
El jurista y el simulador del derecho, de Ignacio Burgoa Orihuela, nos presenta los valores que debe tener un verdadero jurista, el cómo debe comportarse en la sociedad, ya que es precisamente ésta la que necesita de una normatividad para poder tener una buena convivencia, y nos explica también lo que es un simulador del derecho. Para los que pensábamos que el Derecho era solo una ciencia, nos aclara que también es un arte, por lo que requiere de un especial conocimiento de la moral en su aplicación.
El maestro Ignacio Burgoa Orihuela en esta obra tiene la finalidad de resaltar la importancia y trascendencia de la ciencia jurídica y las características que conlleva también ser un arte jurídico, así como enfatizar la función social que tiene un jurista en sus diferentes categorías, como jurisprudente, abogado, maestro y juez. Además de engrandecer el derecho, reconoce cuando hay una simulación de éste, haciendo al estudiante despreciar por completo la situación de simular, y efectuando correctamente, conforme a valores y principios, la ejecución del Derecho. Se presenta entonces un punto comparativo de las dos partes para referirse a cada uno de ellos de una manera deontológica.
El mundo del deber ser, es decir el mundo del derecho, refiere que el jurista debe de comportarse de cierta manera, ya que todos los actos que se realizan en la sociedad llevan consecuencias que están regulados por las normas tipificadas del Derecho, y es de esa manera en la que debemos conducirnos, respetando aquellas normas consuetudinarias, normas bilaterales, imperativas y coercitivas para una mejor convivencia, ya que sin dicha normatividad no puede existir una sociedad. Todas y cada una de ellas son necesarias para el crecimiento de una colectividad, de manera económica, cultural, social, política, religiosa, etc.
Un verdadero jurista debe estar capacitado para modificar y perfeccionar el orden jurídico, además de vigilar que se vaya actualizando cada parte de esa normatividad a cada situación que se presente en la sociedad, ya que al trascurrir el tiempo van cambiando las necesidades colectivas, y el jurista debe estudiar y actualizarse para que actué en éstas circunstancias de manera adecuada y capaz, haciendo permanecer la justicia y la seguridad, es un servidor a la sociedad. A consecuencia de esto el jurista debe tener un conocimiento amplio del Derecho, es decir en su manera de ejercicio, aplicación y perfeccionamiento, o sea el saber y el cómo actuar, llevando al Derecho como arte, como ciencia y como fenómeno social. Se habla entonces de que el jurista no debe tomar al Derecho como una simple ciencia, sino un arte, un saber y un actuar, llamado Cultura Jurídica. Por lo tanto el saber de derecho no es solo conocer de casos concretos, sino el saber los principios jurídicos de la ley.
La sabiduría del jurista, con un constante estudio del derecho, estableciendo los preceptos adecuados para su buena realización, nos va dirigiendo a la profesión de abogado, que se califica como un jurisprudente, ya que es el que asesora con su sabiduría a las partes en el litigio. El abogado, además de asesorar, debe de imperar en él el amor y la pasión por la justicia e independencia en sus actos. Por consecuencia, presentarse con bastos conocimientos ante un juez, quien no administra justicia, sino que aplica el derecho conforme a las controversias del litigio, aun cuando las considere jutas o injustas. Además de ser imparcial, el juez debe resistir a toda clase de influencias que provengan del poder público del estado, y de cualquier otro agente que busque su propio beneficio.
Es entonces que el abogado debe de ser libre, no estar sometido a ningún sector público, privado o social, lo que refiere no ser asalariado, ni tener un patrón que le diga que hacer o que no hacer, ya que es completamente libre, debe de ser quien dirija y no al que le manden, no debe de tener capacidad de obediencia, ya que la libertad profesional es sagrada; en sentido estricto es libre de escoger los casos en concreto. Cuando decide tomar un asunto le debe fidelidad al cliente, además de profesionalidad y dedicación, ya que dichos asuntos en particular le estiman justos, honrados y están respaldados por el Derecho. Es así que tiene la libertad de defender al trabajador o al patrón, al rico o al pobre, poder atender cualquier caso independientemente de la situación de las partes, teniendo en mente que se trabajará
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