El Llano En Llamas
Enviado por AziriaGuadalupe • 6 de Junio de 2014 • 1.736 Palabras (7 Páginas) • 381 Visitas
INTRODUCCIÒN
El reporte de lectura que a continuación presentaré es con el único objetivo de ejercitar la redacción y etapas de lectura así también como el de escritura.
En este corto libro se encontraran diecisiete series de cuentos en los que Juan Rulfo trata entre otros asuntos, el problema de la tierra.
Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52. La reputación de Rulfo se asienta en dos pequeños libros: El Llano en llamas, compuesto de diecisiete pequeños relatos y publicado en 1953, y la novela Pedro Páramo, publicada en 1955.
En sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios mexicanos, y sus personajes representan y reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico.
DESARROLLO
Un grito que decía “¡Viva Petronilo Flores!”. Se escuchaba por las barrancas hasta que llegaba a donde estaban ellos.
Por un buen rato, el viento que venía desde abajo trajo muchas voces juntas, haciendo un ruido muy parecido al que hacia el agua que rodaba sobre los pedregales. En seguida se escucho otro grito por la curva de la barranca, volvió y llegó todavía con fuerza junto a ellos y volvía a decir lo mismo esa voz.
“¡Viva mi general Petronilo Flores!”
La Perra despacio, quitó el cartucho a la carga de su carabina y lo guardó en la bolsa de su camisa. Después fue en donde estaban los cuatro hermanos y les dijo “Síganme, muchachos, vamos a ver qué toritos toreamos”. Los hermanos Benavides se fueron detrás de él, volteando para abajo. Luego se vieron la cara para poder ver otra vez hacia arriba y mirar las ramas bajas que les daban tantita sombra.
Un grupo de indígenas que venía de allá abajo salía a cada rato de la barranca y les sacudía el cuerpo para que se durmieran. De repente se escucha un tiro. Eso hizo que las cosas despertaran. -¿Qué fue? -preguntó Pedro Zamora, todavía medio dormido por la siesta.Chihuila se levantó y, arrastrando su carabina se encaminó detrás de los que se habían ido.
El chirriar de las chicharras aumentó hasta que los dejo sordos y no se dieron cuenta de la hora en que aparecieron allí. Llega la señal. Se oyó un chiflido duradero y comenzó los balazos lejos por donde se había ido la Perra.
Los vivos ya no estaban, era como si se hueviaran desaparecidos. Después volvieron a aparecer. Algunos de ellos gritó: “¡Viva Pedro Zamora!”
De lejos respondieron con una voz muy baja: “¡Sálvame patroncito! ¡Sálvame! ¡Santo Niño de Atocha “! Luego comenzaron los balazos por los matorrales. Sentían las balas debajo de los talones.
Ellos seguían disparando. Todavía después que habían subido hasta el otro lado. Gritaron nuevamente “¡Viva mi general Petronilo Flores, hijos de la tal por cual!”
Se quedaron escondidos detrás de unas piedras muy grandes y boludas. Solamente miraban a Pedro Zamora preguntándoles con los ojos qué era lo que les había pasado. Pedro también los miraba sin decirles nada, era como si jamás hubieran hablado, no decían ni una sola palabra. Sus ojos los tenía todos rojos como si anduviera desvelado, los contaba uno por uno y lo más extraño era de que ya sabía cuántos eran, pero dudaba por eso repasaba contándolos una y otra vez. Faltaban algunos: once o doce, sin contar a la Perra y al Chihuila. El Chihuila bien pudiera ser que estuviera arriba de algún amole. Esperaban que se fueran los federales. Los Joseses, los dos hijos de la Perra, fueron los primeros en levantarse.
En seguida, con mucho coraje les gritó a los Joseses: “¡Ya sé que falta su padre, pero aguántense, aguántense tantito! Iremos por él!” . Una bala disparo e hizo volar una parvada de pájaros. Los pájaros cayeron sobre la barranca y rebotaron cerca de ellos. Cuando empezó a bajar la noche llegó el Chihuila acompañado de uno de los Cuatro. Les dijo que venían de la Piedra de la Lisa.
Pero no supieron decirles si ya se habían ido los federales o no. Pero por lo visto parecía estar todo.De vez en cuando se oían los aullidos de los coyotes.
Pedro Zamora le dijo que fuera a ver qué le había pasado a la perra. Y que si estaba muerto que solamente lo enterrara y que hiciera lo mismo con los otros, los que estuvieran con alguna herida los dejara arriba de ellos para que los vean los soldados.
Cuando llegaron al lugar donde habían encerrado la caballada se dieron cuenta que ya no estaban los caballos y solo estaba un burro que desde hace mucho tiempo vivía ahí. “Pensaron”deseguro los federales se fueron con los caballos.
Se pusieron a buscar a la Perra, no la encontraron, así que imaginaron que se la habían llevado para enseñarla al gobierno. Pero aun pensando eso siguieron buscándola
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