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El Lobo sí Se Viste De Oveja


Enviado por   •  7 de Octubre de 2011  •  2.097 Palabras (9 Páginas)  •  894 Visitas

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El día en que me fijé en el lobo realmente no sé que le vi. Estaba totalmente alejado de lo que yo buscaba en alguien, no era alto, ni moreno, tampoco tenía el cabello rizado como me gusta, pero fuera de esa superficialidad que me caracteriza, en su personalidad había algo que me era muy llamativo. El lobo era alegre, risueño, gracioso y por sobre todas las cosas tenía mucho tema de conversación. El día en que lo vi con “otros ojos” no pude sacarlo de mi mente, me obsesioné con él, me dedicaba día a día a pensar en que hacía o pensaba, y aunque no quisiera hacerlo se me hacía imposible. Hasta que un día, así de la nada, me acerqué y le dije; textualmente: “me gustas”. Su rostro no mostró precisamente alegría, mas bien turbación y ahora entendiendo el porqué de su reacción. Su respuesta fue extraña: “necesito pensarlo”, dijo. Al siguiente día no se apareció, por lo cual me imaginé que su respuesta sería negativa, sin embargo, al final de la jornada se aproximó al lugar donde me encontraba. Conversamos alrededor de una hora, a decir verdad, él no estaba seguro de lo que quería, hasta que de repente acercó sus labios a los míos y estuvimos unos minutos besándonos. Realmente es indescriptible lo que sentí, era como volar en una esponjosa nube y luego caminar sobre un colorido arco iris.

El lunes siguiente sentía vergüenza de acercarme al lobo, pese a esto me atrapó en alguno de los pasillos y con un gran beso de telenovela me saludó. Los días siguieron tal cual el primero, conversábamos y también compartíamos un poco de saliva. Era muy encantador y tierno, sin mencionar lo bien que se comportaba conmigo, jamás una falta de respeto, todo era fantástico. Yo estaba muy entusiasmada y creía que él pensaba igual, aunque ahora me doy cuenta de que no era así.

Yo feliz escuchaba todas las cosas que me decía, y eran muchas, me contaba sobre su familia, relaciones anteriores, amigos y otros tales como, noticias, películas, en fin, tenía mucho que expresar. Y así fue como cada vez comencé a tomarle más aprecio.

Cuando todo me parecía perfecto, con apenas dos meses de relación, de la nada el lobo me pidió que termináramos, la relación había llegado a su punto culmine, pero en ese momento no lo entendí. Desilusionada acepté, a decir verdad no tenía otra salida. Mis días siguieron normales, continué con mi vida y me entregué por completo a mis estudios que estaban pasando por una de sus peores crisis, pero aun así seguía pensando en el lobito. Mi mamá, que siempre me ha apoyado trataba de consolarme en vano. Así fue mi vida por el mes siguiente y un día de la nada este lobito se me acercó y casi por obligación me besó como un adolescente impetuoso que es y seguirá siendo. Debo confesar que no me obligó y le correspondí en seguida. Rendida, nuevamente, caí en su garras aparentemente inofensivas por dos cortas semanas, ¿el problema? Su actitud, cuando quería me saludaba, a veces me esquivaba y, en fin, no mostraba estar entusiasmado como yo, era una persona distinta a la que yo había conocido. Cuando le propuse un nuevo fin no se opuso. Pero de ahí mi dolor, sentí que lo perdía nuevamente y esta vez por mi culpa. Pasé alrededor de un mes y medio tortuoso, quería volver a estar junto a él.

El aniversario del colegio, como todos los años, se celebró con una fiesta, ahí estaba el lobo y también yo. Nada sucedió durante el día, pero cuando llegó la noche no pude resistir y caía otra vez en sus poderosas redes. Lamentablemente, sólo fue un beso y todo quedó hasta ahí. Pero algo había cambiado, mi amor propio estaba cada vez más bajo. Se preguntarán en qué pienso, de echo ni siquiera yo sé en que pensaba, incluso hasta el día de hoy.

Para retomar la idea debo confesar que lo evadía, trataba de no toparme con él bajo ninguna circunstancia, sin embargo, un día me mandó a llamar. Con cero amor propio me acerqué al lobo para saber que se le ofrecía y a medida que me aproximaba una llamita de esperanza crecía en mi corazón. El lobo en su faceta de oveja me dio un largo discurso acerca de lo que fue nuestra relación anterior y me ofreció disculpas por todo. También me confesó que jamás había logrado sentir algo por mí y que siempre estuvo loco por su mejor amiga aunque ella nunca lo tomó en cuenta. Finalizó con un “Si quieres puedes tratar de conquistarme” y me abrazó tiernamente, otra vez sentí ese aroma que me encantaba, ese calor que me entregaba su cuerpo y la seguridad que me daban sus brazos. Cuando me retiré lo primero que vino a mi mente fue "¿será verdad?” pero luego volví a la realidad y a mi mente perturbada se le ocurrió pensar en un "y éste, ¿qué se cree?” Y así renuncié a toda posibilidad de estar con él con firmeza. Al fin y al cabo, ya estaba terminando el año y no tendría por qué volver a verlo. ¡Pero no! El lobo tenía que volver con su disfraz de ovejita buena y proponerme que nos diéramos una nueva oportunidad. Pese a que yo no quería y a demás lo había prometido me vi prácticamente obligada. Él sujetó mi rostro con rudeza y sin ningún consentimiento volvió a besarme y yo, con aun menos amor propio volví a acceder.

Ya era verano y casi no nos veíamos, hasta que un día se atrevió a venir a mi casa para estar más tiempo conmigo. Mis padres lo conocieron en su faceta de oveja encantadora y a ambos les agradó. En ese momento comprendí que esta vez era distinta a las otras y que su promesa de “trataré de remediar el daño que hice” estaba dando frutos muy productivos. Feliz de la vida seguimos nuestra relación llena de barreras, hasta que un día me contó que se iba a Santiago por una temporada. Triste como cualquier niña de quince años le deseé suerte, nada más podía hacer. Gracias a la grandeza de los actuales medios de comunicación jamás perdimos la comunicación, por eso me pasaba horas frente al computador o al teléfono. Sabía todo lo que él pasaba

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