El Realismo Mágico En Memorias De Altgarcia De Salvador Garmendia
Enviado por Osaly • 1 de Noviembre de 2013 • 1.244 Palabras (5 Páginas) • 360 Visitas
La literatura latinoamericana a partir de los años sesenta a se ha abierto espacios en canon hasta alcanzar el reconocimiento merecido pues, con el movimiento editorial generado en esa época denominado el Boom Latinoamericano, las obras literarias que talentosos escritores nuestros habían venido creando, fueron conocidas en Europa y el resto del mundo. A pesar ser una literatura con notoria influencia del viejo continente, la evidente diversidad cultural producto del mestizaje es una característica particular que la distingue claramente, pues la raíces aborígenes no se perdieron del todo y las costumbres afroamericanas dejaron también su huella impresa en el patrimonio cultural de nuestros pueblos, de allí la constante necesidad del artista latino de perpetuar su historia a través de sus creaciones artísticas y que éstas a su vez sean voz y espejo de su propia tradición.
Una marcada herencia que aún en nuestros días se mantiene vigente es la constante tendencia a mitificar las situaciones o fenómenos de la cotidianidad, la superstición se hace presente en el diario acontecer y esto es reflejado ampliamente en las producciones escritas, las cuales constituyen toda una estética propia contemplada en lo que la crítica ha denominado “realismo mágico”, término introducido en la literatura hispanoamericana por Uslar Pietri quien destaca en narrativa venezolana, la consideración del hombre como misterio en tanto que involucra su estado onírico, su amplia imaginación y la subjetividad de sus pensamientos en medio de datos realistas, es decir, la distorsión de la realidad por la inserción de elementos fantásticos asumidos con total naturalidad por parte de los personajes y por ende, del lector a quien se le dificultará delimitar una frontera concreta entre lo real y lo maravilloso.
En este orden de ideas, uno de los autores que ha representado este género es el venezolano y además larense Salvador Garmendia, quien en su obra Memorias de Altagracia muestra nítidamente la conciencia fantástica un niño que narra los recuerdos más emblemáticos de su infancia. Esta obra compuesta por dieciocho relatos, contiene elementos mágicos/fantásticos percibidos por los personajes como parte de la normalidad, lo cual según Víctor Bravo un rasgo distintivo del género, como se evidencia en el siguiente fragmento:
“No era extraño para mí encontrarlo, de pasada, en los trenes que eran desaforados y rugientes; otros más silenciosos, tintineantes más bien, encristalados, que circulaban muchas veces por las habitaciones de la casa; cruzan de golpe las puertas, doblan las esquinas de los corredores sin llegar a tropezar un mueble ni derribar un solo objeto y así hasta perderse en los extremos de la casa, o hundirse en las paredes, dilatando la desaparición del último vagón que se veía temblar por un instante como la cola de un lagarto” (p.34)
Se puede notar cómo el niño narrador ve con total naturalidad los trenes atravesando las paredes de su casa y logra a demás mediante de un discurso limpio la persuasión del lector hacia la misma naturalidad.
De igual forma se plantea que existe una experiencia sensorial como parte de la percepción de la realidad: “Es una telita delgada de agua sólida que hace ondas o se deshace por los lados o se destruye por completo en trozos desunidos y trémulos, entre los cuales se suceden visiones repentinas de ojos y pedazos de piel”, es evidente la subjetividad de esta descripción puesto que se nos presenta un simple estanque a través de la mente temerosa del niño narrador. Esta cualidad permite al lector un nexo más íntimo en su relación con el texto y una mayor aprehensión del mundo interior del escritor, puesto que proporciona una perspectiva privilegiada de la realidad descrita.
La presencia de mitos y leyendas pertenecientes al acervo cultural de nuestros pueblos es también
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