El amante: una pasión bajo el yugo de los prejuicios
Enviado por Javier García Padilla • 30 de Agosto de 2017 • Ensayo • 1.604 Palabras (7 Páginas) • 215 Visitas
El amante: una pasión bajo el yugo de los prejuicios
Andrea Valeria García Pérez
Se cree que El amante es una novela autobiográfica, donde la escritora Marguerite Donnadieu o Marguerite Duras, como se le conoce en el mundo litarario, narra cómo fue su vida, centrándose en su amor imposible: un hombre chino y con una fortuna que podría salvarlos de su miseria a ella y a su familia. Las experiencias vividas a lo largo de un corto periodo de tiempo le enseñan emociones que no creyó fueran a suceder alguna vez. Es la filosofía de una vida desde una perspectiva un tanto fría y aplastada bajo el peso de la moral e ideologías de su familia y de la sociedad expectante.
La historia se desenvuelve, principalmente en Saigón, en la Indochina francesa (hoy Vietnam), allá por los años 30’s. Marguerite, es una chica de piel blanca, proveniente de una familia integrada por su madre y sus dos hermanos. Su padre murió. La madre vive en la desesperación, hace gastos infructuosos. Se encuentran casi en la miseria; a pesar de todo, aún conservan la servidumbre. Dô, ella nunca los abandonará pase lo que pase. No pueden prescindir de ellos porque son una familia de casta blanca.
Uno de los temas esbozados en esta novela es la belleza, la banalidad del mundo, de las mujeres. “Ese faltar de las mujeres a sí mismas ejercido por ellas mismas siempre lo he considerado un error”,[1] dice Marguerite. Las mujeres viven como en un cuento de hadas, sin hacer nada más que procurar su belleza, el buen vestir, la elegancia, la espera por viajes por Europa y hablar de su existencia, su buena vida. Se reservan únicamente para el deseo y no aspiran otras metas.
Marguerite, la joven blanca de quince años y medio, no cree ser bonita, pero sabe qué existen mil maneras más de atraer las miradas. Una de ellas es el carácter. Desear ser algo y creerlo. Transmitir esa seguridad a los demás, sin importar qué tan agobiada por el dolor se encuentre. A su edad usaba ropa que no era de su medida. Eran prendas no utilizadas por su madre, como el vestido de seda azul claro que usó el primer día en el colegio francés. A su madre ya no le alcanzaba para vestir a sus hijos: ahora lucían como pobres. Tenía pocas ganas de vivir, o nada. Desde la muerte del padre todo iba de mal en peor, por sus despilfarros (la compra de la casa grande), producto a su vez de desperación.
La joven de tez blanca usaba un sombrero masculino rosa de fieltro y un par de zapatos altos de lamé dorado. Era un elemento contradictorio a lo natural, lo adoptó como una insignia personal, le daba fuerza a su carácter.
El joven chino de Cholen, un comerciante opulento de veintiséis años, observa a la chica blanca que viaja en el transbordador con los indígenas. Ella lo nota: no es blanco, es chino, viste a la europea, la observa, le ofrece llevarla en su limusina conducida por un sujeto vestido de traje blanco. Ella acepta. Desde entonces ella se olvida de viajar con los pobres, en las incomodidades. Cenará en los lugares más lujosos de la ciudad los platillos más exquisitos y se entregará a su nuevo amante.
Desde el comienzo, los dos se dan cuenta que su relación no tendrá mucho futuro. Son de razas distintas, de clases sociales distintas, con dos familias en contra y la sociedad observando. Ella sabe también que él está en sus manos. Prefiere ser tratada como cualquier mujer y es lo que pide. Él sufre porque la ama y ese sentimiento no es correspondido. Pero el dolor se transforma en gozo compartido. Ya no sufre. La joven rompió un tabú de su madre: “La madre no conoció el placer”.[2] Y ella se entregó a lo prohibido, con un hombre indigno.
El hermano mayor le roba a la madre para pagar sus vicios; la madre está enferma, es incurable. La joven hija se siente obligada a estar con su madre, ayudarla. Detesta a su hermano mayor. La situación de la familia es crítica: no hay unión, ni siquiera un poco de comunicación; sin embargo, sí hay violencia, desinterés y miseria. Lo único que parece unirlos es el lazo de sangre. Nada más.
El chino de Cholen se ofrece a ayudar económicamente a la familia de su joven amante. Los lleva a cenar a sitios caros. Ellos le pagan con indiferencia, ignorando su presencia, como si no existiera. La joven también lo hace delante de su familia, niega su amor. Dice que solo está con él por el dinero: como una prostituta. Le demuestra a su madre que piensa como ella; comparte sus ideales. No puede enamorarse de un simple chino, una raza inferior a la suya. Podemos encontrar este pasaje en el libro:
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