El cerebro es un órgano demasiado complejo
Enviado por kmoya22 • 28 de Agosto de 2017 • Resumen • 8.772 Palabras (36 Páginas) • 303 Visitas
Introducción
El cerebro es un órgano demasiado complejo, y aunque han pasado un muy largo tiempo desde que nosotros llegamos a este mundo, no hemos logrado descubrir todos los misterios del cerebro, ya que es un órgano maravilloso que utilizamos día a día, pero esta maravilloso que nosotros no nos damos cuenta que lo utilizamos o ni siquiera tenemos que pedirle que haga toda las coas que queremos, él lo hace por inercia, ya que con el tiempo va adquiero más habilidades que hacen que sea aún más complejo y nos ayude a desarrollarnos en nuestro entorno cotidiano.
En este libro escrito por Tere Vale, podremos entender un poco más las funciones que tiene el cerebro y podremos tomar en cuenta muchos aspectos para ayudar a que se desarrolle y que no se vea afectado por situaciones o aspectos que hacemos en nuestra vida cotidiana. También aquí nos relata cómo ha sido investigado con el tiempo, y cuales han sido los investigadores más destacados en la búsqueda de todas las incógnitas que hemos desde la antigüedad, porque obviamente no nacimos sabiendo toda la información que tenemos hasta el día de hoy.
De la construcción de la conciencia
Nacer no es el principio de todo. Más bien es la consumación de un largo camino, la concentración de un proceso extraordinariamente dificultoso que comienza en el momento de la concepción, o quizá mucho antes.
Los chinos, calculan la edad a partir del momento en que comenzó todo, el de nuestra concepción. Para esta milenaria cultura oriental, los bebes tienen 9 meses en el momento de su nacimiento, se considera una difícil transición en la que pasamos abruptamente de un mundo oscuro y acuoso a un pleno de aire y luz en el que vamos a desenvolvernos el resto de nuestras vidas.
La concepción tampoco es el principio de todo, sino que desde la generación del ovulo y del espermatozoide que dieron origen a cada uno de nosotros se inicia la batalla por la individuación y la supervivencia. Ahí se determinó mucho, ahí se definieron muchas de nuestras características físicas, grandes rasgos de nuestra personalidad, y en el supremo momento de la reunión de estas células se logró la constitución de un milagro que aun no acabamos de comprender plenamente: la construcción de un ser humano, diferente, único, original y absolutamente distinto a los demás.
Este proceso de crecimiento y desarrollo se logra gracias a la maduración del sistema nervioso, que de ser un tubo neutral en las primeras semanas de desarrollo fetal, se convierte en pocos días en una estructura rugosa, vesiculosa y compleja.
El cerebro es la estructura más compleja del universo. Cien millones de neuronas se aprestan a recibir información, tender redes, enviar señales eléctricas y a realizar intercambios bioquímicos hipercomplejos para lograr la maduración.
Para el recién nacido, los estímulos visuales, auditivos, motores y propioceptivos son materiales de construcción indispensables para lograr a mediano plazo la autosuficiencia. Cientos de millones de conexiones se establecen entre neuronas con el propósito de conseguir que un envidio sostenga su cabeza, que sea capaz del bip estación, de reír, de llorar, de asir, de soltar, parpadear, gatear, caminar, correr y fundamentalmente, de recordar y hablar. Cuanto estimulo ambiental se produce es aprovechado para producir más y más entrecruzamientos, enlaces, vías rápidas que se traducen en conductas siempre más ordenadas y complejas. Durante los primeros años de vida se construye la conciencia, esa estructura invisible y resbalosa que nos hace saber que sabemos y de la que, paradójicamente no sabemos casa nada. Los lóbulos occipitales nos preparan para descifrar símbolos, percibir en tercera dimensión, saber que es figura y que es fondo, conceptualizar imágenes, archivarlas y codificarlas y decodificarlas a nuestro antojo. Los lóbulos temporales se especializan en la audición, procesan sonidos memorizan fonemas, tonos, ruidos y cuanto estimulo auditivo se les presenta, atienden, orientan, responden. Las áreas motoras y sensitivas de la corteza cerebral coordinan la acción, el movimiento, los mil y un giros de la lengua necesarios para la verbalización, la motilidad de nuestros dedos.
Finalmente, se va construyendo la ominosa conciencia, que se define en términos generales como el conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestro entorno. Pueden también definirse como la interacción, interpretación y asociación con estímulos externos, denominados realidad.
Todo pensamiento y en especial la percepción de uno mismo y la autoconciencia, son procesos que va mucho más allá de la computación de datos mediante algoritmos adecuados, la conciencia es más que una consecuencia de lo que corre convencionalmente en el cerebro. Las computadoras en el mejor de los casos, resuelven problemas, a veces extraordinariamente difíciles, pero no saben que lo están haciendo. La ciencia de tipo humano, no puede entenderse propiamente en términos físicos, computacionales o científicos, es tan compleja que es imposible su comprensión científica.
La corteza, suponemos por su alta complejidad, es la región del cerebro que genera la conciencia del medio y de uno mismo, aunque la investigación sobre la formación de la ciencia esta aun en un estado incipiente.
La conciencia humana y la percepción de nosotros mismo como individuos se genera en la corteza cerebral y a partir de las reacciones bioquímicas del cerebro; Francis Crick considera que el comportamiento de nuestro cerebro puede explicarse totalmente por la interacción de las células nerviosas. La conciencia, dice Crick, entonces está determinada por las interacciones eléctricas y bioquímicas que se dan entre neuronas. Nos dice que la conciencia es el resultado de una serie de procesos físicos que no son computables, no son susceptibles de simularse en una computadora.
En resumen, estas teorías proponen que el estado consciente es una consecuencia de la operación física de la materia, de algún modo, la mente debe reproducir estos mecanismos físicos para producir los estados de conciencia.
Presuponiendo que existen mecanismos físico-cuánticos operando en la mete, se especula sobre la posibilidad de construir en el laboratorio una entidad consciente. Es imprescindible haber descubierto los procesos funcionales psicobiofisicos que producen la conciencia, y puesto que la física actual, incluso la cuántica, no parecen capaces de explicar el fenómeno de la conciencia, se requiere de estudiar o casi inventar una nueva física para tal propósito.
Para Roger Penrose, la conciencia es el producto del fenómeno de coherencia cuántica en el cerebro, la misma coherencia que la luz presenta en un rayo láser. El cerebro se parecería a una computadora óptica que, en vez de servirse de impulsos eléctricos para trasmitir la información, se serviría de luz coherente, es decir, de ratos laser que transmitirían, no información, sino conciencia, que es bastante más que lo anterior, ay que decir que la idea de la operación de la mecánica cuántica en el cerebro no es nueva. Los aspectos de la conciencia que se ven reflejados en estas aproximaciones tienen que ver con los atributos no computables, no algorítmicos de la conciencia como la estética y la intuición, lo que confirma que el cerebro es un sistema dinámico, complejo y no un simple procesador de información, como hasta ahora sugerían lo especialistas en inteligencia artificial, en su afán por construir una mente artificial.
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