El vínculo familia y escuela
Enviado por yecomoreno • 9 de Junio de 2013 • Ensayo • 2.994 Palabras (12 Páginas) • 422 Visitas
El vínculo familia y escuela
por Di Sanza, Silvia · 4 Comentarios
Vivimos tiempos de transformación; las formas que alcanzaron las instituciones ya no dan respuesta a las nuevas demandas que se nos plantean. Parafraseando a un autor moderno podemos decir que hoy el individuo reside insatisfecho en ellas.
La ampliación del horizonte de nuestro mundo trajo nuevos interrogantes, nuevas exigencias y desafíos, y también perplejidades e incertidumbres. Nadie elige la época que le toca vivir, pero sí elige el modo de vivirla. Desde actitudes nostálgicas se nos induce a anclar en formas que fueron exitosas en el pasado, cuando la familia era familia y la escuela, escuela, por mencionar sólo aquellas que nos interesan aquí, porque también junto a las demás instituciones, éstas parecieran haber pasado por un momento de plenitud, respecto del cual ahora estamos en decadencia. Me pregunto, ¿cómo pensar en un proyecto, o en el destino futuro de las instituciones, dándole la espalda al porvenir por mirar sólo hacia el pasado?
Otra actitud es la dramática, que declara cerrado todo porvenir, y se instala en un discurso desesperanzado advirtiendo acerca de los demonios que acechan desde el presente pregonando la resignación impotente o la desesperación inútil. Me pregunto, ¿qué sentido tiene esta prédica de fines si no se hace de ellos una chance, una oportunidad?
Los parámetros sociales, culturales y económicos desde donde se educaron las generaciones anteriores se han modificado. De ahí, la redefinición que requieren hoy las instituciones.
La escuela debe transformarse, decimos, en su estructura, organización, en sus formas de plantear el proceso enseñanza-aprendizaje, y debe adaptarse a los tiempos que corren; y esto lo señalamos como una certeza. Pero, ¿decimos lo mismo de la familia? ¿Creemos que debe transformarse o consideramos que debe resistir los embates de la época sin modificarse? ¿Pensamos en una única familia modelo respecto de la cual las demás son consideradas como formas desviadas? ¿Estamos en condición de repensar la familia tanto como estamos convencidos de que hay que repensar la escuela?
En ambas instituciones están en juego niños y jóvenes, es decir aquellos para quienes el futuro es su posibilidad. ¿Desde qué actitud padres y educadores contribuimos con ese futuro?
De ninguna manera coincidimos con quienes proponen la disolución de las instituciones, sino que, más bien, sostenemos la necesidad de su resignificación más profunda. Las instituciones son las formas en las que nuestra libertad se realiza y a través de las cuales construye el mundo. Constituyen el modo que tenemos de existir unos con otros, para satisfacer necesidades y alcanzar nuestros fines, y, por ello, son la mediación necesaria de la convivencia humana.
Creemos que no podemos prescindir ni de la familia ni de la escuela, pero sostenemos que estamos llamados a volver nuestra mirada sobre ellas pensándolas en este nuevo contexto que nos dispone la época, a la vez que atendemos a la insatisfacción que nos generan. Serán lo que nos animemos a hacer de ellas. Por eso no basta con predicar sus bondades, ni con señalar sus miserias, necesitamos un equilibrio en la mirada para que aquello que pensemos, digamos o hagamos, llegue a ser efectivo y verdadero.
Por lo que hoy estamos pudiendo ver, pensar la familia y la escuela como instituciones responsables implica replantear sus fines y su interacción.
Los fines de la familia y la escuela
Reflexionar acerca de los fines es poner la cuestión en una dimensión teleológica. El fin entendido como la meta a la que se tiende, meta que encierra en sí la perfección de la acción, porque constituye lo que da sentido a esa acción; y es desde donde nos podemos plantear la importancia de la familia y de la escuela; o bien, dicho de otra manera, los por qué de la familia y de la escuela.
El amor es el fundamento desde el cual se edifica la vida familiar. Los esposos tienen como tarea la subsistencia de la familia, el cuidado de los hijos, así como también la responsabilidad del aprendizaje de las formas de comportamiento, los hábitos, las creencias y normas que hacen posible la vida social. Su fin es formar personas íntegras, para que puedan subsistir por sí mismas y diseñar su propia vida. La familia constituye el ámbito necesario para que esto sea posible. Pero la realidad nos muestra que también resulta ser un ámbito de violencia física y psíquica, de abandono afectivo, de inhibición de capacidades. No estamos pensando solamente en las agresiones cotidianas, sino más bien en todas aquellas formas de violencia que resultan indignas e intolerables para un ser humano. Y esto no ocurre solamente en las familias socialmente marginadas; ocurre también, y en gran medida, en las mejores familias. Podemos afirmar que ha sucedido en todas las épocas, aun en aquellas que algunos añoran porque los roles estaban claramente repartidos y la autoridad era indiscutible. Pero bien sabemos que, establecida la ley, se multiplicaban las trampas.
Cada chico, cada joven, lleva al aula el estigma del ambiente familiar en el que está creciendo, y lo pone de manifiesto en múltiples aspectos de su conducta, en la satisfacción o insatisfacción que transmite, en la valoración de sí mismo y de los otros, en la actitud ante el trabajo, en la capacidad para soportar límites y frustraciones, y muchas veces en la posibilidad de aprender, por mencionar sólo algunos. Y esto es así por más empeño que los adultos pongan en disimularlo.
En este punto tenemos que ser muy cuidadosos. Cuando decimos familia, ¿qué decimos? Porque la familia hoy ha adquirido estructuras muy diversas. Hablamos de la familia constituida por el matrimonio y sus hijos, pero también hay familias ensambladas, madres solteras que viven con sus hijos, chicos que crecen con abuelos, tíos o figuras sustitutas, donde tenemos que admitir que el espectro se nos ha ampliado. ¿Cómo evaluamos esta diversidad? ¿Como desviaciones de un modelo de familia bien constituida? ¿Como formas alternativas de lograr el fin que es el sostenimiento del otro y la ayuda a su crecimiento y a la formación de la persona libre en un clima de amor?
Porque si bien es cierto que los hijos de padres separados sufren la ruptura de su núcleo, también es cierto que sufren los hijos de padres que conviven sin amor, en la agresión permanente o en la constante desvalorización de unos respecto de otros. El momento que vivimos nos enseña que no podemos creer que la estructura es el todo, ni que ésta es la garantía de la salud y la felicidad de sus integrantes.
Entonces,
...