El último refugio

Metro 2033 El último refugio

Metro 2033 de Dmitry Glukhovsky es una novela de ciencia ficción y futurismo distópico ambientada en el mundo postapocalíptico del año 2033, cuando sólo 20 años antes había tenido lugar la más devastadora de las guerras nucleares, que convirtió a la mayor parte del planeta en un desierto de escombros y cenizas, sepultando bajo la radiación, los escasos cuarenta mil supervivientes que lograron escapar de la catástrofe se refugiaron en los túneles y estaciones de metro de Moscú que se extendían bajo la ciudad arrasada como un búnker de gigantescas dimensiones .

 Es en estas circunstancias que se nos presenta ante nuestro protagonista y ciudadano de la BDK. Al principio sólo conocemos el funcionamiento relativamente normal y ordenado de esta estación y los extraños sucesos que en ella tienen lugar. Pero la historia no comienza realmente hasta que el joven Artyom recibe la misión de viajar hasta la Polis, la legendaria ciudad subterránea que se alza en el centro del metro para alertar a los dirigentes sobre el mortal peligro que se avecina sobre la VDNKh y que amenaza con extenderse a toda la red. De este modo es que seguimos Artyom en su camino a la Polis, en lo que será su difícil viaje a través de las diferentes estaciones de metro que se han ido convirtiendo en pequeñas ciudades-estado cada una con una ideología, creencia u objetivo distinto. Y es que cuando las sociedades establecidas desaparecen, lo que queda es un todo vale, en el que los más astutos tienen una facilidad para adquirir posiciones de poder y dominar al resto. Así es como encontramos a los fascistas, a los comunistas, a los comerciantes que dominan la línea de circunvalación, a los devotos del único Dios verdadero, a los que claman con la única idea de alcanzar el infierno, a los fanáticos caníbales o a los que sólo pueden preocuparse por mantener a los mutantes a raya para preservar así su supervivencia.  La raza humana, al borde de la extinción y más desequilibrada que nunca, es sin duda lo peor que uno puede encontrarse, además todos los peligros tales como radiación, mutantes o gases alucinógenos, que solo complican más el viaje de nuestro protagonista con esta mezcla de factores.

Nos encontremos ante una novela repleta de incertidumbre, acción y tensión, miedo y es de este miedo de lo que me gustaría hablar un poco más profundamente y es que a lo largo de toda la narración tenemos la sensación de estar ciegos, porque por un lado actúa la oscuridad inherente a los túneles con esa falta de electricidad y por otro, la ceguera ante la incertidumbre de no saber a qué nos enfrentamos o qué nos depara el próximo lugar a donde vamos.

Creo que, en este sentido, la opresión que ejercen los túneles está muy bien descrita. El no saber a qué nos enfrentamos o no tener un nombre con qué describir esa amenaza es asfixiante y que Artyom lo describe muy bien a través de su miedo y sus pensamientos.

...