En la colonia penal – Franz Kafka

En la colonia penal – Franz Kafka

“Es una máquina única -dijo el oficial al viajero, y recorrió con una mirada de admiración aquel artefacto, que le era tan familiar” (Kafka, 1987, p. 71). Estas son las primeras líneas del relato de Kafka en el que desde al inicio se presenta el proceso de extrañamiento, puesto que inicia in media res y entra de lleno a la descripción del artefacto y a la previa ejecución del condenado, sin un preámbulo. La máquina descrita es idolatrada como un niño emocionado por un juguete nuevo, por el oficial como un ser que imparte justicia, se aliena por completo la imagen del condenado y la atención se centra en la ejecución como tal, deja de ser un ser humano para convertirse en un mero objeto que sirve para demostrar el funcionamiento de la máquina.

Esta máquina, más que ser un aparato para castigar, es tomada para cumplir con la función de instaurar disciplina, orden, es un ente que sirve para enseñar al condenado lo que no debe hacer puesto que la sentencia la llevará en el cuerpo, “El hombre comienza a descifrar la inscripción […] no es fácil descifrar la inscripción con los ojos; pero nuestro hombre la descifra con sus heridas”. (Kafka, 1987, p. 85) el cuerpo humano es tomado como un objeto de escritura, un simple lienzo en el cual se establece una sentencia -“nuestra condena no es tan severa. Por medio del rastrillo se inscribe en el cuerpo del condenado la disposición que ha violado”. (Kafka, 1987, p. 77) que lleva a la inminente muerte del condenado.

Pasando a un plano más amplio y refiriéndonos a la colonia penal misma (la isla), es un rezago del mundo, apartado del resto, y en la mentalidad del oficial se encuentra la idea de que lo propio, es decir, su ideología sobre cómo impartir justicia mediante la tortura, hasta llegar a la pena capital a través de la máquina, es correcta y su profundo rechazo a las prácticas del nuevo comandante, quien a su vez rechaza el antiguo sistema, es errónea. La conciencia colectiva se reúne en el oficial como un ejemplo de lo difícil que puede ser la transición de un sistema, en este caso ideológico, a uno completamente distinto, Sarraute (Nueva novela y realidad, 1975) dice “las categorías mentales antiguas que persisten en la conciencia de la mayor parte de las gentes, les impide aprehender la nueva realidad” (p. 190).

Antes de abordar a los personajes del relato, habrá que referirse un poco a la ideología a la cual estaba sometido el oficial y plantear una cuestión, ya que el régimen por sí mismo (incluyendo al antiguo comandante) fungen como una superestructura que rige a todos los subalternos, y por tal motivo, el oficial actúa en interés de ésta siendo sólo un peón que se encarga de mantener viva una tradición por demás degradada y obsoleta, ya que el nuevo comandante ha expuesto su rechazo a dicho sistema. Es aquí donde surge la pregunta: En el antiguo régimen ¿se castigaba con la finalidad de impartir justicia, o se hacía por mero placer? La deshumanización se devela ante este cuestionamiento puesto que en los tiempos de auge del antiguo régimen pareciera que se realizaban las ejecuciones por placer, por mero entretenimiento, más que por el deseo de impartir verdadera justicia, esto queda en evidencia en la emoción que desborda el oficial al recordar: “¡Qué distinta era la ejecución en otros tiempos! Ya el día anterior el valle estaba colmado de gente; todos querían ser testigos de la ceremonia […] ¡Cómo absorbíamos todos la gloriosa transfiguración del rostro martirizado!¡Cómo bañábamos nuestras mejillas en el resplandor de esa justicia por fin alcanzada y que tan pronto desaparecería! (Kafka, 1987, pp. 89 -90).

...