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Ensayo De Franz Kakfa


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  9.001 Palabras (37 Páginas)  •  420 Visitas

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1. Introducción

He escogido El Proceso, de Franz Kafka porque a) se adelantó a situaciones que suceden frecuentemente en nuestro mundo actual y b) podemos interpretar esta obra desde categorías de la Información y de la Comunicación.

Como ha sido mi norma en artículos anteriores sobre otros autores (Valbuena, 1999 y 2000), he decidido no leer estudios sobre Kafka para escribir este artículo. Mi proceder ha sido partir del plano oblicuo de la Literatura y llegar al plano recto de la Teoría General de la Información. Para dialogar con otras interpretaciones políticas, religiosas, sociológicas, literarias... sobre esta obra de Kafka, hemos de contar con nuestra propia explicación. Para que haya interdisciplinaridad, primero tiene que haber disciplinas. De lo contrario, nos encontramos en una noche hegeliana, en que todos los gatos son pardos.

Joseph K., protagonista de esta obra, es un personaje apasionado por buscar información que le lleve a interpretar lo que le está pasando. El personaje de Kafka se nos queda también grabado como alguien que no se dedica a juegos psicológicos, a eludir la responsabilidad, sino que toma su vida en sus manos y está dispuesto a averiguar la verdad aunque le cueste la vida. Como veremos, su mayor grandeza está en su independencia; su mayor debililidad, en que no sabe establecer relaciones duraderas para colaborar con otras personas.

2) Lo que le puede ocurrir a cualquier persona que vive inmersa en el ambiente de los medios de comunicación

El Primer Capítulo –Arresto. Conversación con la Señora Grubach. Después, la Señorita Bürstner– comienza así:

«Alguien debió de haber calumniado a Josef K., puesto que, sin haber hecho nada malo, fueron a arrestarlo una mañana. La cocinera de la señora Grubach (su patrona), que cada día le traía el desayuno hacia las ocho de la mañana, no vino esta vez. Era algo que jamás había ocurrido y esperó aún un momento; desde su almohada veía a la anciana que vivía en la casa de enfrente y que observaba con una curiosidad nada habitual en ella; luego, sin embargo, desconcertado y hambriento a la vez, tocó el timbre. Acto seguido llamaron a la puerta, y un hombre a quien jamás había visto en la casa entró en su habitación.» (página 65.)

Kafka presenta algunos de los efectos de esa posible calumnia. El arresto conlleva que los vecinos le tomen por sospechoso. Al principio, es una anciana que se ha vuelto curiosa. Más adelante, y mientras habla con el inspector, K. advierte que en la ventana de enfrente se ha formado un grupo. «¡Qué gente tan entrometida y desconsiderada!», dijo K. Su patrona, la señora Grubach y la Sra. Bürnster, compañera de pensión, tampoco muestran una gran disposición para responder por él. En el Banco, el subdirector puede aprovechar la situación de K. para malmeter contra él.

Los efectos de una calumnia interesaron tanto a William Wyler, que llevó al cine dos veces –Esos tres (1936) y La calumnia (1962)– la obra de teatro The children's hour, de Lillian Hellman. Kafka va más allá de la calumnia, que tiene un radio limitado a un grupo o a una organización. Nos presenta la indefensión que un particular puede sentir ante los medios de comunicación. ¿Qué puede hacer un ciudadano ante una información equivocada sobre su persona o sobre su familia, que difunde un periódico de gran tirada o un programa de televisión? Acudir a los tribunales para dirimir un asunto de honor, de imagen pública, puede retrasar el veredicto varios años; para entonces, el asunto puede haber perdido toda actualidad. Mientras tanto, también, esa televisión ha podido encontrar otras maneras de horadar la fama de ese ciudadano. Y no digamos si esa televisión forma parte de un conglomerado económico. Kafka presenta esta indefensión distinguiendo entre arresto y acusación.

Cuando Joseph K. pide explicaciones al Inspector, éste le contesta:

«Usted está sólo arrestado, nada más. Yo tenía que comunicárselo, lo he hecho y he visto también cómo se lo ha tomado. Ya es bastante por hoy, y podemos despedirnos, aunque sólo sea transitoriamente. Puede que quiera ir al banco... «¿Cómo puedo ir al banco si estoy detenido?». «Vaya», dijo el inspector, ya desde la puerta, «usted no me ha entendido. Está arrestado, claro, pero eso no debe impedir que ejerza su profesión. Tampoco debe alterar su vida normal». «Entonces, no es tan grave eso de estar arrestado«, dijo K,, acercándose al inspector. «No he dicho nunca que lo fuese.» (pág. 74.)

Para facilitarle más las cosas, ha mandado venir a tres empleados de su Banco; así la llegada a su trabajo pasará lo más inadvertida posible.

¿Qué quiere decir estar arrestado, pero no acusado? James Danowski distingue entre incertidumbre específica e incertidumbre difusa. La específica surge en situaciones definidas con precisión o versa sobre asuntos concretos. La difusa tiene lugar, sobre todo, en las emociones de las personas (Danowski, 1976, 4). K. está pasando por una incertidumbre difusa, no específica.

Como ejemplo de incertidumbre específica, podemos acudir a la película Ausencia de malicia (1981), de Sidney Pollack. Michael Gallagher (Paul Newman) se encuentra muy afectado en su vida personal y profesional por una información que ha publicado una periodista en la que se le vinculaba con la desaparición del líder sindical Joseph Díaz, presidente del Sindicato Local de Estibadores de Miami. Como Joseph K., Gallagher toma personalmente las riendas de su drama y logra que, al final, el sistema legal funcione. La gran diferencia entre K. y Gallagher es que éste sabe quién ha escrito el artículo, la periodista Megan Carter. Ella le dice: «Gallagher, si resulta que es inocente también lo escribiré». «¿En qué página?. Cuando se dice que una persona es culpable, todo el mundo lo cree; cuando se dice que es inocente, a nadie le importa.», responde Gallagher.

Una película en la que el personaje se encuentra en una incertidumbre difusa es 36 horas (1964), de George Seaton, basada en una historia de Roal Dahl, ¡Cuidado con el perro! El protagonista es un agente secreto británico al que la Gestapo rapta en Lisboa. Cuando despierta, le quieren hacer creer que está en Inglaterra y que la guerra ha acabado. Así esperan extraerle información. Poco a poco, él va advirtiendo inconsistencias y llega a darse cuenta de la situación. El show de Truman (1998) lleva mucho más allá esta posibilidad. Si Joseph K. hubiera estado en el lugar de Truman, habría sospechado desde el principio, puesto que el personaje de Kafka sabe captar muy bien las claves no verbales. K. vive una situación en la que no sabe ni quién ni de qué se le

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