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Ensayo II "El Arte De Amar" Erich Fromm


Enviado por   •  15 de Junio de 2012  •  3.323 Palabras (14 Páginas)  •  1.769 Visitas

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Al iniciar la segunda parte del Capítulo II, se reafirma el significado de la separación de desde el inicio de la vida, ya que la madre es quien satisface y brinda seguridad al recién nacido. Por otra parte, se observa que con el paso del tiempo el pequeño empieza a identificar diversas situaciones a su alrededor, incluyendo el cómo su comportamiento influye en la respuesta de los demás, así como la necesidad de ser amado y aceptado. El autor expone que antes de los 8 ó 10 años el niño aún no ama, que sólo lo hace después de esta edad, de lo cual difiero puesto que he trabajado con pequeños que desde los primeros meses de edad a mi parecer muestran abiertamente sus sentimientos, brindando confianza, cariño, gratitud de forma genuina, sin ningún interés de por medio y sin barreras que se adquieren con el paso del tiempo. Según el autor, durante la adolescencia se supera el egocentrismo y el amar se vuelve más importante que el ser amado, pero ¿será cierto que en esta etapa pierde fuerza el egocentrismo y las necesidades de otros toman mayor relevancia? Considero que durante la adolescencia sólo es posible experimentar un amor inmaduro, donde se teme perder a la pareja o amigos, donde parece existir sólo un amor condicionado.

El amor incondicional como el que tiene una madre por su hijo es el más anhelado por todos, se da sin esperar nada a cambio; opuesto o distinto a este tipo de amor encontramos el amor paternal, el que muestra el camino a seguir, representa la autoridad, la guía, espera algo del hijo, el amor debe ganarse; es un tipo de amor condicional. Finalmente el ser humano necesita de ambos para lograr sentimientos más equilibrados.

Al continuar la tercera parte del segundo capítulo, el autor expone que el amor es una actitud, una actividad, un poder del alma, que no es exclusivo entre una persona y otra, sino una orientación de uno hacia todos y que el tipo de amor depende del “objeto que se ama”, y es así como comienza a definirlos:

Inicia por el tipo de amor fraternal, donde se considera el sentido de responsabilidad, cuidado y respeto hacia cualquier otro ser humano; refleja unión, solidaridad, hermandad e identidad de esencia humana. “Todos necesitamos de todos”, sin embargo este tipo de amor es el que se le brinda al necesitado aunque sea un desconocido, donde no se debe esperar nada a cambio. Posteriormente aborda nuevamente el amor materno reafirmando “el amor incondicional”, el cual involucra cuidado y responsabilidad absoluta, además de amor y dulzura que inculca en el niño el amor por la vida. El amor materno no es una relación entre iguales; el hijo necesita toda la ayuda y la madre la proporciona sin esperar nada a cambio, esta es la forma más elevada de amor y el más sagrado de todos los vínculos emocionales. A pesar de ello se expone la posibilidad de que en este tipo de amor exista el elemento narcisista donde la madre brinda amor para si misma al sentir que el bebe es una parte suya o incluso brinda un amor posesivo al sentirse el ser dominante que tiene al desvalido sometido a su voluntad; lo que hace diferenciar al amor posesivo del amor incondicional de madre, es que el amor incondicional brinda atención y cuidado para que el niño crezca, transcienda y se separe de ella.

Posteriormente el autor expone los elementos que caracterizan al amor erótico, como primer elemento se destaca que éste, está restringido a una sola persona, “es el anhelo de fusión completa, de unión con una única persona”, y a pesar de ser tan exclusivo es el más engañoso que existe, ya que se confunde con el explosivo enamoramiento y la intimidad sexual. El amor erótico, no se restringe a la fusión física, es una fusión de la esencia del ser, es un compromiso que garantiza la continuación del amor de pareja.

Como cuarto punto, el autor expone el amor a sí mismo, el cual tiende a confundirse con egocentrismo, narcisismo o amor insano; opuesto a la generosidad y al amor hacia los demás. Considero al igual que el autor, que los sentimientos y actitudes que tengamos para nosotros son las mismas que podemos y debemos ofrecer a los demás; nadie desea algo malo para sí mismo y por lo tanto no debe desearse nada malo para los demás: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Cierto que mucha gente se daña a sí misma, pero no con primera intensión, sino como consecuencia de tomar falsos caminos, por ejemplo: una persona fuma, no porque quiera tener cáncer en el pulmón sino por querer calmar su ansiedad, con el objetivo de sentirse bien aunque sea por un momento. Lo mismo sucede con el que se droga, con las relaciones destructivas, la mala alimentación y todo lo que tiene un resultado nocivo; en primera intención busca la satisfacción, el “bien” aunque sea temporal, así mismo los actos consientes buscan un bien permanente en nosotros. En mí reflexión el amor a nosotros mismos está basado en actos conscientes que no tengan consecuencias nocivas ya sea física o psicológicamente. En este sentido se considera el amor a sí mismo, como un amor genuino, como la expresión de productividad; entraña cuidado, respeto, responsabilidad y conocimiento de uno mismo y para uno mismo; que nos permite crecer y ser felices, opuesto al egoísmo, el cual, personalmente es signo de falta de aceptación y respeto a lo que soy y a lo que tengo, es la falta de valor y conocimiento interior; el autor expone que la persona egoísta o egocéntrica, lejos de amarse a si mismo y aceptarse, “se odia”; el egoísmo es reflejo de la falta de productividad, vacio y frustración, situación que de ninguna manera brinda felicidad como resultado.

Por último, para finalizar este capítulo se expone el “Amor a Dios”, Dios representa el valor supremo, para algunos creyentes es el comienzo de la historia de la humanidad. Inicia con una breve ilustración de lo que ha significado Dios a lo largo de la historia, de la reseña acerca de cómo ha cambiado el objeto o sujeto que simboliza la imagen de Dios, el cual se ha representado por la naturaleza misma, un animal, una imagen femenina o la imagen masculina; la imagen femenina representa el cuidado, la dulzura y el perdón, quien ama sin distinción entre buenos y malos. Posteriormente toma la imagen masculina, el Dios padre, que representa exigencia, se rige bajo principios y leyes, donde el amor al hijo depende de su obediencia y cumplimiento. Posteriormente se exponen distintos principios filosóficos que lejos de acercarte a un concepto comprensible parecieran alejarte cada vez más; de manera personal el autor me llevó a un alto grado de desconcierto en el cual fue imposible interrumpir la lectura con el afán de encontrar ”la luz al final del túnel”, el entendimiento ante tales posturas teológicas, después de leer algunas páginas, poco antes de darme por vencida y resignarme a quedar sin

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